¿Trampa o avance? El secreto de las zapatillas que pulverizan récords de atletismo

Todo empezó en 2016: se rumoreaba que algo estaba ayudando a los atletas a romper récords con una facilidad nunca vista. Los puristas decían que no había secretos, que el motor estaba en las piernas y el resto era marketing, aunque Nike aseguraba que su disruptivo modelo Vaporflyedaba una ventaja de 4% a sus corredores.

Reducir el tiempo de carrera en ese porcentaje es muchísimo, más aún en atletas profesionales, donde lleva años pulir un uno o dos por ciento. Pero esto no es nada sencillo de medir objetivamente. Es como calcular cuánto ayuda, o no, el neumático a un auto de carrera. Más difícil aún porque lo que va arriba no es un motor, si no un humano.

El gran negocio del running

Sin embargo las carreras y las mejoras de los tiempos se acumulaban y todo explotó el octubre pasado, en Viena. Se había roto una barrera imposible hasta de soñar una década atrás. Un hombre había corrido la distancia del maratón, 42.195 metros, en menos de dos horas. Se llama Eliud Kipchoge y llevaba un modelo que ni siquiera existía en los comercios, un prototipo del que se hablaba mucho, y no se sabía casi nada.

El mundo del running sufrió una pequeña revolución, pero la tormenta de la pandemia tapó todo, hasta que pudimos volver a correr y las zancadas trajeron nuevos récords mundiales, acusaciones y carreras anuladas por zapatillas fuera de reglamento.

Desde hace un par de milenios el atletismo busca llevar el cuerpo a su máxima expresión, lo más lejos, lo más alto y los más rápido posible, en igualdad de condiciones. Pero la tecnología finalmente llegó, para generar polémica. La World Athletics (WA), la federación que rige el atletismo mundial acaba de restringir, por primera vez, el avance tecnológico en las zapatillas para correr. El running, el deporte de mayor crecimiento de las últimas décadas, generó un movimiento no solo deportivo y de vida sana, sino también un negocio que mueve cientos de millones para cubrir las necesidades de los corredores, de la cabeza a los pies. Y en esos pies está la cuestión.