Este es el aspecto que tendrán los tomates del futuro

En la imagen grande, el aspecto final de la tomatera una vez modificados los tres genes. En el recuadro abajo: (izquierda) planta tras modificacion de los dos genes SP; (derecha) aspecto de la planta una vez modificado también el gen SIER. (Crédito imagen: Cold Spring Harbor Laboratory).
En la imagen grande, el aspecto final de la tomatera una vez modificados los tres genes. En el recuadro abajo: (izquierda) planta tras modificacion de los dos genes SP; (derecha) aspecto de la planta una vez modificado también el gen SIER. (Crédito imagen: Cold Spring Harbor Laboratory).

Si eres de los que jamás probarás ningún alimento transgénico, ni ninguna variedad de planta que haya sido editada genéticamente, mejor no leas este artículo sobre el nuevo tomate que viene. A todos los demás, que dan la bienvenida a los avances técnicos y que sueñan con cultivar tomates en su mínimo jardín trasero, en las estanterías de su lugar de trabajo, en la azotea del edificio en que viven, o volando hacia Marte, fijaos en la foto superior: este es el aspecto que podría tener el tomate más popular del futuro.

¿Sabrá bien? Bueno, eso es harina de otro costal… pero vamos a conocer algo más sobre esta tomatera que ha sufrido mutaciones en tres genes específicos, a manos de un equipo de investigadores comandado por Zachary Lippman (profesor en el Laboratorio Harbor de Cold Spring, Nueva York, e investigador en el Instituto Médico Howard Hughes de Chevy Chase, Maryland).

Si observáis la imagen de la planta, de la que los científicos han eliminado las hojas para poder contemplar mejor el aspecto de los frutos, veréis que la tomatera se asemeja más a un racimo de uvas. Esa es su característica más notable, montones de frutas maduras agrupadas de forma compacta. Además de la mejora productiva por centímetro cúbico, la planta tiene otra ventaja: sus frutos maduran en menos de 40 días.

En palabras del propio Lippman: “los tomates tienen una forma estupenda, un tamaño pequeño y saben bien, aunque obviamente esto último depende de las preferencias de cada uno”.

Ayudado de las así llamadas tijeras genéticas (la famosa herramienta de edición CRISPR–Cas9) el equipo de Lippman defiende su planta tildándola de ecológica, ya que no hace falta cultivar demasiada tierra ni añadir fertilizantes que acaban por llegar a los ríos y otras masas de agua, creando problemas tan graves como los que hemos visto este año en el Mar Menor de Murcia.

Además, al poder cultivarse cómodamente a poca distancia de tu casa (cuando no dentro de ella), se consigue eliminar la huella de carbono que producen los vehículos de los distribuidores de vegetales y hortalizas.

En cuanto a las modificaciones, el equipo de Lippman explica que se han “ajustado” dos genes que controlan el interruptor del crecimiento reproductivo y el del tamaño de la planta. Son los llamados gen SP (auto poda) y SP5G, que consiguen que la planta deje de crecer antes y que acelere su florecimiento y fructificación.

El tercer gen modificado, fue descubierto recientemente por el propio equipo de Lippman. Llamado SIER, controla la longitud de los tallos. La mutación inducida por los investigadores logró que los tallos de la tomatera se redujeran, lo que hace que la planta sea extremadamente compacta.

La técnica aún está en proceso de refinado, aunque sus desarrolladores creen que podría emplearse en otros cultivos de interés como el kiwi. El propio Lippman ha reconocido que algunos científicos de la NASA le han expresado cierto interés en sus tomates.

¿Vencerás tu rechazo a todo lo modificado genéticamente para cultivar una de estas tomateras? Esa es la pregunta que debes hacerte, yo por mi parte estoy dispuesto a probarlo.

El trabajo de “deconstrucción” de la tomatera, realizado por el equipo de Zachary B. Lippman, acaba de publicarse en Nature Biotechnology.

Me enteré leyendo la web del Laboratorio Harbor de Cold Spring.

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