¿Todos los atletas de élite son supersticiosos?

Por: Olivier Saretta

Desde que la humanidad entró en la era de la competición, los deportes y la superstición han ido de la mano. Pero, ¿por qué y en qué medida los deportistas son adictos a los rituales de la buena suerte? Un viaje corto al reino de los amuletos y calzones de la suerte.

Youssef Ben Sbou del FC Sankt Pauli, besa la pelota como signo de suerte antes de un penalty en el Campeonato Alemán de Fútbol Sala 2021 en Duisburg, Alemania. (Foto: Neil Baynes/Getty Images)
Youssef Ben Sbou del FC Sankt Pauli, besa la pelota como signo de suerte antes de un penalty en el Campeonato Alemán de Fútbol Sala 2021 en Duisburg, Alemania. (Foto: Neil Baynes/Getty Images)

Algunos atletas usarán los mismos calzones hasta su lecho de muerte. Otros prefieren cortarse una pierna que ponerse los zapatos en el orden incorrecto. Están los que llevan amuletos, los que usan los calcetines al revés, los fetichistas del color y los devotos del número ocho. Quienes estén bastante, o incluso un poco, interesados en los deportes de élite habrán presenciado estos pequeños rituales que las altas esferas del deporte realizan para llamar a la buena suerte. Y notarán que algunos de ellos también son muy hábiles en este pequeño juego. ¡Quiero decir, verdaderos expertos!

Por ejemplo, el jugador de hockey Sydney Crosby, centro de los Pittsburgh Penguins (NHL), nunca llama a su madre el día del partido; lo hizo una vez y perdió dos dientes en el partido siguiente. Además, cuando tienen que viajar en autobús, él levanta los pies mientras pasan por las vías del tren. El legendario entrenador de fútbol Giovanni Trapattoni nunca empezaría un partido hasta haber salpicado una gran dosis de agua bendita en el campo. Rio Ferdinand, el excapitán del Manchester United, también estaba, según el mismo admitió, regido por una letanía de rituales. Siempre saltaba por encima de la línea de banda antes de poner un pie en la cancha y nunca usaba ropa interior los días de partido. Su homólogo en Chelsea, John Terry, no reemplazó sus espinilleras durante más de doce años.

Tics y tocs

¿Son estos casos aislados? En realidad no, según la psicóloga deportiva Manon Eluère, investigadora de la ENS Rennes y coautora de un fascinante estudio sobre este tema*. «Los atletas de élite, de hecho, son más supersticiosos que la media», confirmó. «Ciertos estudios realizados en las décadas de los ochenta y los noventa muestran, además, que el número de rituales supersticiosos aumenta con el nivel de competencia». Un recurso que nace de la incompresible imprevisibilidad inherente al deporte. La propensión de los atletas a recurrir a los rituales puede explicarse por su necesidad de frenar la incertidumbre y las situaciones ansiogénicas, o riesgosas. Los deportes profesionales se prestan aún más a esta situación porque a medida que aumenta el nivel, también aumentan los riesgos. Y aunque la victoria depende principalmente de las cualidades intrínsecas y la habilidad técnica, siempre hay un elemento de aleatoriedad, de casualidad, que no puedes controlar y que quieres contener».

Y en lo que respecta a la búsqueda de la maestría, hay un atleta que es un caso de libro de texto en sí mismo, Rafael Nadal. El rey indiscutible de las canchas de arcilla es tan conocido por los rituales inmutables a los que se somete durante cada partido como por su poderoso golpe de derecha. Arreglar sistemáticamente su cabello antes de cada servicio, verificar la altura de sus calcetines, alinear sus botellas de agua «a [sus] pies, frente a [su] silla a [su] izquierda, una detrás de la otra, en diagonal hacia la cancha», como él mismo lo describe. No se deja nada a la suerte. Incluso el número de veces que rebota la pelota antes de servir. Aquí es donde interviene nuestra psicóloga: «Si Nadal rebota la pelota dieciséis veces y no quince, no es necesariamente por superstición. Es más una rutina previa a la actuación. El propósito principal de todo esto es enfocar su atención, aunque obviamente, puede parecer un poco peculiar».

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El ritual de la botella de Rafael Nadal se ha vuelto legendario, en todas las superficies. (Foto: Minas Panagiotakis/Getty Images)

Modus Vivendi

El mallorquín está de acuerdo al 100% con esta interpretación. En un video publicado el año pasado por MAPFRE, el Rey de la Arcilla explicaba: «El ser humano necesita rutinas y la seguridad de repetir las mismas cosas. Soy muy organizado con las cosas que creo que son realmente importantes. Mi rutina antes de cada partido de tenis es exactamente la misma. Intento repetirlas con exactitud todos los días. Me da confianza y tranquilidad saber que las cosas van bien para mí o al menos que estoy haciendo todo lo posible para asegurarme de que las cosas vayan bien». Después de veinte victorias de Grand Slam, incluidas trece en Roland Garros, su receta para el éxito parece funcionar perfectamente (aun cuando la conexión entre tener su botella de agua alineada perpendicularmente a su silla y mantener un nivel óptimo de concentración parece escasa, como mínimo).

Si ciertos rituales han entrado en los anales como clásicos de la superstición (ponerse el calcetín derecho antes que el izquierdo, usar un amuleto de la buena suerte, etc.) y funcionan en un nivel más íntimo, es interesante notar que la educación también puede jugar un papel importante en su elaboración. Manon Eluère llegó a esta conclusión mientras estudiaba a las integrantes de un equipo de voleibol femenino profesional. «Aquí, el ritual que más me llamó la atención fue sin duda el de una jugadora brasileña. El color rojo tenía poderes especiales para esta jugadora. Ella ha tenido esta creencia desde su infancia. Cuando era pequeña, su madre le daba un trozo de hilo rojo cada vez que tenía hipo. Frotaba el hilo entre sus dedos y luego se lo pegaba a la frente para curar el hipo. El color ha mantenido su dominio sobre ella desde entonces, y al comienzo de cada temporada, se abastecía de sujetadores, bragas y amuletos rojos. Estaba realmente convencida de su poder, para ella esto era bastante claro».

La diadema maléfica

Otra conclusión a la que llegó la psicóloga fue que la nacionalidad del atleta también juega un papel importante en la forma en que ven la superstición. «El vínculo cultural entre las jugadoras que seguimos y su posición con respecto a la superstición era muy fuerte. Había una cierta distancia entre las mujeres francesas y los rituales que profesaban. Sabían que sus acciones no eran completamente racionales y tendían a verlo como algo básicamente divertido». Una lucidez que sus homólogas estadounidenses claramente no compartían. «Se negaban a considerar sus rituales como supersticiosos. Para ellas, solo el trabajo duro da resultados y era difícil hablar de suerte. En consecuencia, en su opinión, todo estaba vinculado a la necesidad lógica de establecer una rutina mental. Realmente no veían la naturaleza irracional de algunos de sus hábitos. Por ejemplo, una de las jugadoras me dijo que siempre usaba la misma diadema cuando jugaba. Un día, se había puesto una diferente y perdió. Nunca la volvió a usar. Pero aún así insistió en cuanto a que no era supersticiosa».

Esta negación claramente generalizada entre las jugadoras estadounidenses también puede explicarse por el hecho de que la línea entre el ritual supersticioso y la rutina previa a la actuación era a menudo bastante fina», como explica Manon Eluère. El público en general no parece ser tan susceptible a este tipo de confusión. Según una encuesta de CSA realizada en el año 2014, el 23% de los franceses admiten ser supersticiosos. Y pensar en el fenómeno no necesariamente te vuelve inmune. «Cuando jugaba al voleibol, tenía mis pequeños rituales, cosas que todavía hago en la vida cotidiana», admite la psicóloga. «Por ejemplo, siempre me pongo el calcetín derecho antes que el izquierdo, y si me olvido, soy perfectamente capaz de desatarme los cordones y empezar de nuevo. Honestamente, hacer este estudio solo reforzó mis propios rituales e incluso agregué algunos nuevos». De eso a leer este artículo y decidir usar la misma ropa interior todos los días en los que hay partidos, solo hay un pequeño paso.

* «Supersticiones, culturas y deportes, entre creencias y racionalizaciones. El estudio de caso exploratorio de un equipo de jugadoras profesionales de voleibol en Francia» Les Cahiers Internationaux de Psychologie Sociale 2017/1 (Número 113)

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