La conexión entre Toblerone y los aeropuertos y las teorías sobre su logotipo

Decenas de envases dorados de Toblerone apilados los unos encima de los otros en tamaños ‘normales’ y XL es una imagen asociada, inevitablemente, a las tiendas de los aeropuertos. No falla, si hay un duty free, hay caprichos dulces de este tipo. En países como Reino Unido encontrar una de estas chocolatinas con forma de prisma triangular en un supermercado corriente no es complicado. En España también es relativamente sencillo. Sin embargo, en algunos de los 122 países donde se comercializa la marca suiza, no lo es tanto. Algo que contribuye, junto con la decisión comercial tomada en 1947, a que degustar Toblerone esté asociado a viajar, a volar. Ya sea en primera persona o porque alguien lo eligió como regalo comprado a última hora.

No hay tienda de 'duty free' en los aeropuertos sin su estantería de Toblerone. Se venden en 122 países. (Foto: Geography Photos/Universal Images Group via Getty Images)
No hay tienda de 'duty free' en los aeropuertos sin su estantería de Toblerone. Se venden en 122 países. (Foto: Geography Photos/Universal Images Group via Getty Images)

Es lo que le ocurre al escritor gastronómico, Irvin Lin. Preguntando recientemente por CNN sobre la conexión entre esta chocolatina y el duty free de los aeropuertos, explicaba que es algo que viene de lejos, de su infancia como un niño de St. Louis que no tenía muchas oportunidades de coger un avión. “Era algo que asociaba con ser niño, y esa exclusividad de solo conseguirlo en el aeropuerto. Comprar un Toblerone era muy especial para mí. Las familias de mis amigos se iban de vacaciones y me traían este elegante chocolate europeo con forma de triángulo largo. Nunca lo vi en una tienda de comestibles. Pensé que solo podrías conseguir en el aeropuerto o cuando viajaba y formaba parte de la jet set”, recuerda.

Disponible en 122 países y en distintos sabores, para la presidenta del departamento de Diseño de Empaques del Fashion Institute of Technology de Nueva York, Marianne Klimchuk, la marca “representa viajes” no solo por el lugar habitual donde se puede comprar, sino porque su diseño evoca esa asociación. Analiza que “el estilo tipográfico es como una etiqueta de equipaje vintage. Tiene autenticidad y herencia cultural europea”.

La imagen está presente en la mente de cualquiera que haya pisado al menos una vez en su vida un aeropuerto. La conexión mental entre marca y espacio de compra es recurrente entre los viajeros. Y a eso contribuye el rumor, como lo definen desde la web del aeropuerto de East Midlands, en los Midlands Orientales de Inglaterra, de que existe el cálculo extendido de que una cuarta parte de las ventas de Toblerone se realizan en estas tiendas.

El origen de Toblerone se remonta a 1908, cuando al chocolatero suizo Theodor Tobler se le ocurrió, siguiendo la recomendación de un primo suyo, Emil Baumann, unir su materia prima al turrón italiano creado a partir de miel y nueces. De la unión de esos tres ingredientes y con una receta que pocos conocen surgió la popular chocolatina con forma de prisma triangular que ha hecho las delicias de los viajeros desde hace décadas y que durante mucho tiempo solo existió en base a chocolate con leche. En cuanto a la elección del nombre, la fórmula sencilla: el apellido de su creador más turrone (palabra para denominar al turrón italiano).

Fiel a su tradición –siguen fabricándose en Suiza, en su fábrica de Berna–, el gran salto a nivel mundial lo dieron en 1947. Fue aquel año cuando entró a formar parte del catálogo de productos a la venta de la primera tienda duty free del mundo, abierta en Irlanda. Ahí cuando comenzó el idilio de Toblerone con los aeropuertos y su imagen empezó a ser asociada a ese capricho que muchos amantes del chocolate se dan solo cuando viajan.

Por aquel entonces, los años cuarenta, solo existía una variedad. Con el paso de los años, se han introducido hasta cinco más. A día de hoy, además de la de chocolate con leche, se pueden degustar otras de chocolate negro, blanco, con uvas pasas y nueves, almendras crujiente y hasta una de coco. Aún así, y pese a las novedades que han ido llegando de manera paulatina es estos 112 años de historia, lo cierto que su fidelidad a la receta original es parte de su éxito.

El logo de Toblerone incluye, además de la silueta del monte Cervino, un oso que simboliza a Berna, ciudad suiza donde se elabora. (Foto: Ben Gabbe/Getty Images for NYCWFF)
El logo de Toblerone incluye, además de la silueta del monte Cervino, un oso que simboliza a Berna, ciudad suiza donde se elabora. (Foto: Ben Gabbe/Getty Images for NYCWFF)

Tanto es así que en 2016 la compañía vivió una agria polémica y hubo de enfrentarse a numerosas críticas por cambiar, ligeramente, su aspecto interno con menos cantidad de chocolate. Se redujo el peso de la tableta y se separaron un poco más los triángulos. Desde la compañía tuvieron que salir al paso explicando que “como muchas otras empresas, lamentablemente estamos experimentando costos más altos para muchos ingredientes. Llevamos estos costos durante el mayor tiempo posible, pero para garantizar que Toblerone permanezca en los estantes, sea asequible y conserve la forma icónica que todos conocemos y amamos, hemos tenido para reducir el peso de esta barra en particular”. Un par de años después volvieron al peso habitual subiendo un poco el precio para compensar el coste de la materia prima y todo volvió a la normalidad.

La leyenda de Cervino

Una de las singularidades de Toblerone, además de su asociación a los aeropuertos, reside en el misterio y las teorías que existen alrededor del origen de su mítico logo con forma de montaña y en el que también hay un oso. Que la chocolatina tenga forma de triángulo responde más al hecho de que el señor Tobler quería romper con la imagen rectangular de este snack que a la montaña en sí. Pero, al ser creado en suiza, muchos vieron en ella una representación del monte Cervino. Sin embargo, la mítica silueta de esta cima no se incluyó en el envoltorio dorado hasta 1920, como recordaban en El Confidencial con motivo de su centenario. Antes de eso, el logotipo era un oso, emblema de Berna, y un águila con la bandera de la ciudad y la suiza

Pese a todo, la de Matterhorn, como se le denomina en alemán, es la teoría más extendida. Pero hay otra mucho más legendaria que contribuyó a extender uno de los nietos del chocolatero. Hace un tiempo, durante una rueda de prensa, Andreas Tobler, aseguraba que “mi abuelo era francmasón. El triángulo podría ser una ilustración de esa pertenencia, porque para ellos esa forma simboliza la llama”.

Otra de las curiosidades tiene que ver con la forma en la que se come. Parecer ser, como se viralizó hace un tiempo, que la correcta no es tirando del pico del triángulo hacia fuera para separar la toma de chocolate, sino presionar hacia dentro como se muestra en el vídeo bajo estas líneas.

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