Guardiola, el perdedor

Jorge Valdano, Susana Guasch, Maldini y Áxel Torres.
Entre fracaso y fracaso, Pep se lleva las manos a la cabeza. (Foto: Movistar+)

Suelen decir los futbolistas que los partidos se deciden por detalles. Imagino que es la versión futbolera, hecha ya tópico, de algo que suele repetir un amigo mío: la inteligencia reside en los matices. Y los matices encajan mal en nuestro querido periodismo deportivo, bastante más partidario del brochazo cuando toca sentarse a discutir, que es la mayoría del tiempo. El debate no puede ser complejo en un modelo que prioriza a los personajes unidimensionales.

El pasado jueves lo comprobamos en Movistar+, que montó una versión vespertina de ‘El chiringuito’ para retransmitir el sorteo de la Champions League. Todo estaba transcurriendo con relativa normalidad —“Cuidado con los equipos rusos en invierno”— hasta que tocó hablar del grupo del Manchester City y salió a relucir la presunta “flor de Guardiola” en esto de los bombos. “Guardiola no acaba de ganar nunca la Champions”, dijo Susana Guasch, que según enlazaba con la siguiente frase tuvo que enmendarse, imagino que muy a su pesar: “... desde que se fue del Barça”. Su frase ya había prendido la mecha en la cabeza de Jorge Valdano, íntimo amigo del entrenador catalán: “No confundirás a Guardiola con un perdedor a estas alturas de la vida, ¿no?”. La campana había dado inicio al primer asalto.

—Perdedor no, pero en la Champions, de fracaso en fracaso sí va.

—Yo no le llamo fracaso a eso. Si no, fracasan 25 cada temporada, pero bueno…

—Le dan mucho dinero y muchos jugadores cada año para conseguirlo.

—Juega contra pobres, sí, los demás equipos son pobres.

—A unos se les atreven a decirlo, a otros no… Yo no sé por qué no se atreve la gente. Oye, te dan un buen equipo en el Múnich [sic], te dan un buen equipo en el Manchester City… y acabas palmando dos eliminatorias antes de una final.

—Pero si tiene 25 títulos, ¿qué más quieres que gane Guardiola?

—Lo que se le pide.

—Y lo logra, claro.

—La Champions, digo.

—Ah, bueno, se la pedimos a todos.

Desde una esquina del ring intentan colgar a Guardiola la etiqueta de ‘loser’; ningún título que haya ganado desde 2012 es ya lo suficientemente importante. Pretenden que olvidemos que ha ganado dos veces la Champions League —como si, al haberlas ganado con el Barça, no contaran—, hacernos ver que sólo él gasta millonadas y que creamos que no está cumpliendo el objetivo para el que fue contratado, que por supuesto no es otro que ganar la Champions.

Desde la otra esquina mantienen que el reino de Guardiola no es de este mundo; cualquier contratiempo es achacable a los jugadores, la directiva o la velocidad del viento. Pretenden que olvidemos que, en cuatro temporadas con el City, jamás ha pasado de cuartos de final en la Champions, hacernos ver que no gasta en fichajes más que el Villarreal y que creamos que está cumpliendo el objetivo para el que fue contratado, que no es otro que ser competitivo en el difícil fútbol inglés.

Con determinados personajes en escena, como se ve, los brochazos son aún más gruesos de lo habitual. En el caso de Guardiola, las militancias se recrudecen también por motivos políticos, al haberse significado a favor del independentismo. En todo caso, este tremendismo encaja mal en una cadena que, con sus filias y fobias, no ha tenido por costumbre plantear debates tan burdos en sus treinta años de historia, ni siquiera cuando tuvo a Josep Pedrerol en nómina. Hace años existían Canal+ Azul y Canal+ Rojo, pero nunca hubo un Canal+ Amarillo. Para debates así no nos hacía falta conexión de fibra ni contratar el pack Fusión.

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