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Suecia, el país idílico del que menos te esperabas la situación bochornosa de gran parte de sus jóvenes

Group of people holding flag
Un grupo de jóvenes tras la bandera de Suecia. (Fuente: Getty Creative)

La fama de Suecia en cuanto a calidad de vida es incuestionable. Los suecos por allí, los suecos por allá. Si toda la Unión Europea hace una cosa, ellos hacen la contraria y les sale bien. Dijeron no al euro y acertaron. Dijeron no al confinamiento debido a la pandemia de coronavirus y, pese a que por un momento parecía que su estrategia de inmunidad del rebaño se iba a caer por su propio peso, ahora todo va como la seda. O eso dicen.

Consideramos a los suecos como un modelo a seguir en muchos sentidos. Allí da la sensación de que la vida está sacada de un cuento.

Si se hacen cosas tan intangibles como medir el nivel de honestidad de los países en función de la cantidad de carteras devueltas que sus habitantes se encuentran extraviadas, Suecia es uno de los países que encabezan ese ‘top’ de honradez.

Suecia es un país pionero en los derechos sociales. Tanto es así que con el auge en Europa de la extrema derecha, incluido el país nórdico, el resto de formaciones, desde comunistas a conservadores, cedieron todo lo posible para que se llegase a un acuerdo de gobierno en el que se aislase a la ultraderecha.

En nuestra mente asociamos directamente Suecia con dinero y bienestar. Los suecos tienen IKEA, conducen Volvos, escuchan ABBA... ¿Se puede alguien imaginar de una manera mejor la felicidad? Si hasta han logrado embotellar el sol en perfectas condiciones hasta un periodo de 18 años. ¡Ni CO2 emiten! Claro, también tienen a Greta Thunberg.

Lo más curioso es que, antes de desatarse la pandemia producida por el covid-19, Suecia ya era un ejemplo a seguir en la lucha contra la resistencia antibiótica. Es el segundo país del mundo en el que los médicos recetan menos antibióticos gracias a un plan ideado en 1995. Ha llovido ya. Es comprensible, pues, su estrategia ‘anticonfinamiento’ y restricciones, delegando toda la responsabilidad en cada uno de sus habitantes, que llevan generando resistencia a los virus desde hace 25 años.

Dicho esto, los jóvenes suecos deberían sentirse privilegiados de poder desarrollarse en un país así, sabiendo incluso que a medida que cumplan años y vayan teniendo hijos y nietos nunca les va a faltar un juguete acorde a su edad en los ‘happy meal’ de McDonald’s.

¿Qué más se puede pedir? Tienen la vida asegurada, ¿no? El problema es que allí donde te pinten todo muy bonito siempre te están escondiendo algo muy feo.

El año pasado los telediarios de medio mundo se hacían eco de otra maravilla más de Suecia: el trabajo más rentable del mundo. Salía a la luz una oferta de empleo de 2.100 euros mensuales tan sólo por fichar al empezar y al terminar la jornada laboral en una estación de tren, con libertad el resto del día para hacer lo que uno quisiera. ¿Tan bien está la economía sueca para permitirse estos lujos? No.

Seguro que los jóvenes del país se tiraron de los pelos al enterarse del puesto ofrecido, mientras la mayoría de ellos las pasa ‘canutas’ para ganar algo de dinero. El trabajo escasea. Si ayer saltaba la noticia de que España lidera el ranking europeo de países con mayor tasa de paro entre los menores de 25 años, Suecia tiene el mismo problema.

Suecia es el cuarto país en la lista con mayor desempleo juvenil, algo que basándonos en toda la información de ensueño que recibimos del país jamás nos habríamos imaginado. Sí, más del 31% de sus jóvenes están desempleados, según los últimos datos ofrecidos por Eurostat.

Países en los que a priori no pensamos a la hora de hacer las maletas en busca de un futuro, como pueden ser República Checa, Bulgaria y Polonia, cuidan más de sus jóvenes que Suecia y son de los que tienen la tasa más baja.

– ¿Qué está pasando en Suecia? –

El país escandinavo ha alcanzado un máximo histórico de desempleo que no ha tenido en 22 años, cuando sufrió una crisis grave durante la década de los noventa.

La Oficina Central de Estadísticas (SCB, según sus siglas en sueco) echa la culpa al coronavirus y su efecto a escala global, responsable de que los contratos que eran temporales no se renovasen ni no se contratase a gente nueva para esos puestos.

En esta línea, la SCB apunta que en el caso de los jóvenes de 16 a 24 años, el segmento de edad más afectado de la población, el principal problema reside en la disminución del número de empleos de verano. Lo cierto es que el año pasado por estas fechas Suecia estaba en el mismo puesto que ocupa hoy en día entre los países de la UE, con casi un 20% de paro, y no había ningún indicio de coronavirus por medio.

Algo se ha tenido que hacer mal más allá de las circunstancias actuales. Incluso algo se sigue haciendo mal, ya que tras Lituania, es el país de la UE en el que más ha aumentado el porcentaje de desempleo juvenil.

Asociar lo que ocurre simplemente a la escasez de empleos de verano es recudir al máximo la ecuación y escurrir el bulto, a la vez de quitar muchas de las esperanzas de desarrollo que tienen los jóvenes suecos. No sabremos qué está pasando al respecto, lo que seguro que seguiremos teniendo claro es que no hay nada comparado con vivir en Estocolmo, la capital de un país volcado en políticas sociales de las que sentir envidia.

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