Si rezas por la lluvia, también tienes que lidiar con el barro

Rodrygo y Vinícius Júnior.
Rodrygo y Vinícius Júnior durante un encuentro liguero.

No por correr más vas a llegar antes. Menos si eres el Real Madrid y quieres que dos chavales como Rodrygo Goes y Vinícius Júnior, 19 y 20 años respectivamente, te saquen las castañas del fuego en la parcela ofensiva por segunda temporada consecutiva mientras tu estrella, Eden Hazard, continúa sin comparecer. Esta apuesta forzada por dos proyectos de futbolistas en proceso de formación se ha saldado en un frustrante empate a cero en Anoeta por parte del campeón en Liga en su debut. Un momento perfecto para que los aficionados oportunistas, ataviados con vestimenta bélica y cuchillos afilados, carguen contra los jóvenes talentos blancos. Sin embargo, siento decirles que están errando el tiro.

¿Qué culpa tienen dos juveniles de ser la única alternativa de Zinedine Zidane en los extremos? La responsabilidad ofensiva del desborde, el gol, la finalización y la profundidad la debería haber brindado un futbolista del calibre de Eden Hazard, pero el belga ni está ni se le espera (aún). Y es que el futuro ofensivo de un Real Madrid calcado al de la temporada pasada, tanto en nombres como en intenciones, pasa porque el ex del Chelsea eleve el techo competitivo del equipo a través de su calidad individual. Para eso le fichó. Para cargar con el cometido encomendado, llenar el hueco que dejó tras de sí Cristiano Ronaldo y apuntalar una delantera que depende en exceso de Karim Benzema. Algo que, a excepción de cuatro partidos en noviembre de 2019, no ha realizado con continuidad.

El misterio que rodea el estado físico del fichaje estrella del curso pasado se traduce en una ansiedad desenfrenada en relación a los jugadores brasileños por parte del aficionado blanco; resultado inmediato de necesitar el fruto maduro antes de que caiga del árbol. Rodrygo y Vinícius se han visto empujados a ejercer de primeras espadas del ataque blanco desde que prácticamente aterrizaron en el primer equipo.

Al fin y al cabo, las necesidades ofensivas que ha venido demandando el equipo del técnico francoargelino ante la decepción de Gareth Bale, la irregularidad de Isco Alarcón o la inoperancia de Hazard han hecho que quienes deberían actuar como revulsivos multipliquen exponencialmente su importancia en la jerarquía ofensiva blanca.

Además, cabe añadir el papel residual que representan Borja Mayoral, Mariano Díaz y Luka Jovic en la plantilla blanca. Ni como suplentes de Benzema ni como pareja de baile del francés en la punta de ataque. Tan poca confianza tiene Zidane en sus delanteros suplentes que ni siquiera cuenta con ellos cuando el 0-0 no se mueve del marcador a pesar de ser superior y no acabar de traducir el dominio en el juego en goles. Todo apunta a que, como en la campaña pasada, cada partido del Real Madrid deberá contar con los goles de Karim o, en su defecto, con la aparición repentina de otro jugador que no estaba entre los invitados a la fiesta para abrir la lata.

Los aciertos y los fallos, las imprecisiones y el amplio margen de mejora en la toma de decisiones de los jóvenes brasileños son el precio a pagar por querer fichar a las estrellas del futuro antes de que estén formadas. Una estrategia pensada para dar resultados a medio-largo plazo y no para poner en el punto de mira mediático a quienes deberían aguardar su oportunidad desde el banquillo en dinámica positiva. Volcar las culpas en ellos tan solo denota la necesidad madridista de buscar un atacante versátil y goleador en el mercado. Las llaves del ataque del Real Madrid las tiene Eden Hazard; la cuestión radica en hasta cuándo se podrá permitir el club esperar a su estrella.

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