Sevilla: "Sabía que Bernal iba a ser un gran ciclista, tiene todo para ganar"

San Juan, 30 ene (EFE).- Oscar Sevilla está viviendo una segunda juventud en los últimos tiempos. A sus 43 años sigue compitiendo a un alto nivel en las filas del equipo Medellín, en el que se siente una figura "importante", como lo fue en sus inicios profesionales en Europa en el Kelme-Costa Blanca.

Sevilla (Ossa de Montiel, Albacete; España, 1976) lleva una década en Colombia. Vive en Medellín y reconoce que desde el principio la gente con la que se encontró le abrió "los brazos para que se sintiera a gusto". Su sonrisa le delata, vive un buen momento y afronta con ilusión cada reto que se le pone por delante.

P: ¿Qué le anima a seguir compitiendo con 43 años?

R: Ilusión. No me canso de pedalear, amo este deporte, es mi vida y por suerte tengo salud y buenas sensaciones. Y una familia que me apoya y sabe lo que significa para mí el ciclismo. Me gusta, además, ayudar a los muchachos y guiarles a que sean mejores. Me siento joven, me siento con chispa, pero queda poco y por eso disfruto cada carrera y cada día. El día que vea que llegó el momento lo dejaré, me quiero retirar con ilusión y no arrastrarme.

P: ¿Cómo es su día a día?

R: Vivo en Bogotá. Tenemos un plan de trabajo, de entrenamiento, pero al final la disciplina de cada uno es la que vale. Me levanto a entrenar a las 5 o 5:30. A veces hago algo en ayunas, después llevo a mi hija al colegio y me voy a entrenar. La semana antes de San Juan hice entrenamientos de 33-35 horas, cosa que no había hecho antes. He aprendido a convivir de una manera muy agradable con mi familia y mi bicicleta.

Tengo ganas de mejorar, de aprender y de escuchar a compañeros que corren. Tengo la suerte de entrenar con grandes figuras del pelotón colombiano y mundial como Egan Bernal, Harold Tejada, Brandón Rivera y Nicolás Paredes. Me gusta darles consejos, pero también aprender de ellos.

P: ¿Cómo es Egan Bernal?

R: Sabía que iba a ser un gran ciclista. Ganar un Tour de Francia es muy difícil, y hacerlo tan pronto, no es que lo viera imposible, pero sí complicado. Es muy bueno, pero hay mucha presión en esa carrera. Lo conozco hace cinco o seis años, era un niño que salía en bicicleta de montaña y se veía la condición que tenía.

Me impresiona lo físico y la cabeza que tiene. Es maduro, sabe analizar las cosas y sabe para dónde va. Tiene mucha clase en todos los sentidos. Es una persona diferente. A veces uno puede ser muy bueno, pero si la cabeza o el físico no te acompaña, malo. Egan tiene todo. Se ha visto en el Ineos, que tenía corredores por encima de él hasta que le dijeron que tirara y supo esperar. Es calmado y no tiene prisa. A todos nos sorprendió. Tiene clase para ganar mucho más.

P: ¿Le costó cambiar el chip de España a Colombia?

R: No olvido mi casa, mis raíces y mi país. Tampoco la paella o el jamón, pero en Colombia me he encontrado con personas que me han tratado muy bien, en lo deportivo y en lo personal. Me lo han puesto fácil y me abrieron los brazos de una manera muy especial.

También digo que si mi mujer no hubiera estado a gusto me hubiera vuelto o hubiéramos ido a otro país. Colombia es hermoso, tiene mucho que mejorar, como en todos lados, pero hay personas muy buenas, aunque por desgracia a veces lo malo suena más que lo bueno.

P: ¿Su familia está contenta?

R: Mi mujer me cambió la vida, me hizo verla de otra manera y disfrutarla más. Creo que nos quejamos demasiado. Hay que aspirar a más en todo, pero hay que ser agradecido y no avaricioso. He aprendido a disfrutar momentos que antes corrían demasiado deprisa. Ahora me paro a disfrutar cada momento. Soy feliz y me siento afortunado. Eso hace que todo sea una bola y se convierta lo deportivo en la ilusión, en esa chispa que me ayuda a seguir. Me siento, como dicen en Colombia, un privilegiado.

P: ¿Siempre ha vivido en Bogotá?

R: Sí, pero voy mucho a Medellín. Me gusta ir y hacer eventos, pero no solo deportivos, sino también sociales. Trabajamos con niños, con gente mayor y es enriquecedor. Y para entrenar Medellín es un lugar muy bueno. La altura es un enemigo y un aliado, según se vea.

P: Con el Kelme (1998-2003) vivió grandes momentos. ¿Qué recuerda de aquella época?

R: Recuerdo cosas bonitas. Si volviera a nacer volvería a ser ciclista. Las redes sociales me recuerdan mucho aquella época, me hace ilusión y me entra emoción. No solo por lo deportivo, sino por lo personal.

Tengo amigos de esos años en Europa corriendo y recuerdo, por ejemplo, el podium en el Tour de Francia por equipos señalando al fallecido Ricardo Otxoa. Me gusta contarle esas cosas a los jóvenes porque Egan Bernal ni había nacido y le gusta que le cuente historias de aquella época.

P: ¿Fue su mejor época como ciclista?

R: No, fue una etapa, aunque muy bonita. La de ahora también es bonita. Quizá no esté en las grandes carreras, pero estoy conociendo el ciclismo de otros países. He aprendido a valorar las cosas y a disfrutarlas.

P: Lleva más de diez años en Colombia. ¿Le ha sorprendido la evolución del ciclismo colombiano?

R: Cuando llegué compartí mucho tiempo con Santiago Botero, Félix Cárdenas, Hernán Buenahora o Víctor Hugo Peña. Vi la afición que hay pero también a los que se quedan en el camino por falta de patrocinadores o apoyo y es una pena.

Cuando corrí la Vuelta a Colombia por primera vez vi cosas que no había visto ni el Tour, ni en la Vuelta o el Giro. Dije ¿esto qué es?. Es muy bonito porque se corre a la manera antigua, a sensaciones. En un puerto a 80 kilómetros de meta se corre a todo. Si están bien atacan y no miran si tiene 100 o 120 kilómetros por delante. Como ciclismo es muy duro, es natural, de emociones, de sensaciones, pero la dureza y el nivel, sobre todo cómo subían montañas, me impresionaba. Faltaba cambiar el chip del colombiano.

La vida ha evolucionado y han ayudado las redes, internet y la cultura. Hay gente más preparada en todos los aspectos. La calidad estaba, pero ahora el ciclismo es más profesional y han aprendido a serlo. Hay mucha cantidad y calidad de corredores y cada vez vienen más. Muchos se quedarán por el camino porque faltan siete u ocho equipos para que corran ciclistas. También faltan patrocinadores.

P: Cuando acabe su carrera, ¿tiene pensado qué va a hacer?

R: No pienso más allá. En Colombia estoy muy bien y pienso en disfrutar el día a día. No quiero marcar un destino que a lo mejor no pueda cumplir. No olvido mi casa ni mis raíces. Vamos mucho, pero no sabría decirte qué vamos a hacer. Vivo bien en Colombia y mis hijas están asentadas en el país. Una nació en España y la otra en Colombia.

David Ramiro

(c) Agencia EFE