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Sergio Ramos, el mayor símbolo de la épica del Real Madrid en la Copa de Europa y de la mediocridad en la Liga

Real Madrid captain Sergio Ramos celebrates with a bullfighter's cape after Real Madrid won the UEFA Champions League final football match between Juventus and Real Madrid at The Principality Stadium in Cardiff, south Wales, on June 3, 2017. / AFP PHOTO / Glyn KIRK        (Photo credit should read GLYN KIRK/AFP/Getty Images)
Real Madrid celebra el triunfo de la Champions League (Foto: GLYN KIRK/AFP/Getty Images)

A lo largo de esta década, no ha habido un futbolista que haya representado mejor la idiosincrasia del Real Madrid que Sergio Ramos. El club de las 3 Copas de Europa en 4 temporadas y el de 1 Liga en 11 campañas. El heredero del ‘4’ de Hierro, “Pirri” y Miguel Muñoz. Capitán. El líder dentro y fuera del campo. Referente en la máxima competición continental y mediocridad, desconcentración y fallos groseros en el día a día. Una dicotomía antagónica. Como si fueran dos seres separados al nacer. El físico, la técnica y el talento del mejor central del mundo que “prefiere” mostrarse ante gigantes europeos como Bayern de Munich, Barça, Juventus o Atlético de Madrid a reinar en partidos cómodos de Liga.

No traten de entenderlo. El central andaluz es inexplicable. Su fútbol va más allá de la razón. Por ello, él encarna la épica del Real Madrid en la Copa de Europa personificada y también significa el desplome competitivo en el día a día. En las grandes noches, donde a la mayoría de equipos se les congela el alma, el Real Madrid ha exhibido un poderío apabullante. Aunque desde fuera se pudiese observar el derrumbe, el club de La Castellana era ajeno a la catástrofe, como si tuviese controlada la situación emocionalmente. Como Rafa Nadal, consciente de que al final su rival acabará de abdicar ante una ley no escrita pero presente, Ramos ha comandado a sus equipo hacia la victoria en los días señalados. De hecho, la ya mencionada eliminatoria y eliminación ante el equipo neerlandés se produjo sin el ‘4’ blanco sobre el césped del Santiago Bernabéu tras un partido escandaloso del camero en Países Bajos.

La rutina parece no excitarle. No ser suficiente. Sergio Ramos, como el Real Madrid, vive más a gusto al filo de la navaja en la grandeza de la Champions League que en la ordinariez liguera. Zidane resaltó la importancia de las Ligas a su vuelta, pero la plantilla blanca se relaja, su fútbol languidece y el central junto a sus compañeros de zaga se convierte en una mina de errores defensivos infantiles. De igual modo, el Real Madrid, como su capitán, continua a la deriva y sin presentar un nivel notable desde aquel 1-2 en el Amsterdam Arena contra el Ajax. Tras una Liga que ya nació muerta derivada de la falta de desborde, gol y determinación en ambas áreas por parte del equipo de Lopetegui, el equipo de la capital ha ido acumulando desastre tras desastre. Falta de concentración, precipitación, desorden, jugadores moviéndose por impulsos. Su jerarquía lo acredita y su fútbol se encarga de recordárnoslo: Sergio Ramos es el Real Madrid.

Si bien es cierto que durante la pasada temporada el capitán fue el chivo expiatorio y sus compañeros de zaga mostraron un nivel muy por debajo de lo que se esperaba (Marcelo, Carvajal, Odriozola, Nacho, Varane, Vallejo), lo cierto es que desde que Pepe salió del Real Madrid, el nivel del camero ha descendido. Y aún así, cuando Sergio Ramos no está al 100% como en la actualidad, no existe una figura en la defensa que sea capaz de sostener el sistema defensivo blanco. Como líder natural que es, no hay un central en la plantilla merengue capaz de sustituirle en funciones tan importantes como la salida de balón y la defensa a campo abierto. Sergio Ramos, como el Real Madrid no tiene término medio. Puerta grande o enfermería.