Por qué la selección argentina dio un paso atrás en la construcción del equipo

Volvió a la cancha la selección argentina, y con ella regresaron los viejos problemas estructurales que viene arrastrando desde hace muchos años. Tampoco era esperable que ocurriera lo contrario. Los once meses que separan el partido del jueves pasado del último amistoso frente a Uruguay son un atenuante, igual que la larga inactividad de los jugadores e incluso los disímiles estados de preparación en función de cuándo fueron comenzando los campeonatos donde se desempeña cada uno de ellos. Pero aun así creo necesario decir que lo visto en La Bombonera fue un paso atrás en el proceso del equipo.

En el fútbol hay pocas verdades, y no pretendo adueñarme de ninguna de ellas. Una indudable es la que señala al centro del campo como motor de un equipo. Los mejores del mundo, no importe cuál le guste más o menos a cada uno, juegan y se organizan en función de sus volantes, y es justamente ahí, en la zona más delicada para definir la personalidad, donde Argentina es más volátil y presenta las mayores vacilaciones: ocurre desde antes, pero también de manera puntual en la etapa que arrancó luego del Mundial de Rusia.

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Un entrenador puede alterar algunas conductas puntuales según determinadas condiciones del rival de turno, pero no puede pifiar en lo global: esta vez, el diseño del equipo no fue coherente porque ciertas funciones estuvieron distorsionadas. La decisión de incorporar a Lucas Ocampos, un jugador cuyas virtudes aparecen cuando transita los bordes del campo, hizo que Lionel Scaloni utilizara el inédito recurso de ubicar a De Paul y Paredes en paralelo: el resultado fue la orfandad en la mitad de la cancha.

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Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Marelli

Nacidos como enganches, ya sea para recuperar o para elaborar -las dos acciones-madre de un equipo- ellos no son los más idóneos para abarcar todo el centro del campo, porque ambos necesitan recorridos claros y el auxilio de los compañeros para sentirse cómodos. En el primer caso, porque no se puede correr a la intemperie y sin referencias; en el apartado de la gestación, porque solo la cercanía de los compañeros puede abrir líneas de pases diagonales que faciliten la progresión.

No es una cuestión de gustos sino de una pauta concreta que afecta a la estructura del juego. El cambio de conformación en ese sector dejó a Paredes y De Paul a mucha distancia de Messi, además de limitar sus posibilidades para soltarse, llegar al área rival, patear al arco: en una palabra, de ser más versátiles. No tuvieron referencias para sincronizar con Acuña y Ocampos ni construir juego, y de esa manera el ataque argentino se hizo demasiado previsible.

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Podría trazarse un paralelismo con lo que a veces le sucede a Boca, con Salvio por un lado y Tevez flotando entre la delantera y la mitad de la cancha. En esos casos, Pol Fernández queda a mucha distancia y se produce un vacío enorme que solo puede llenarse con el descenso de Tevez (o de Messi en la selección), una acción fácil de advertir y atrapar por rivales compactos como Ecuador, que pueblan el medio campo y en los que siempre aparece un relevo para cerrar los espacios.

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Fuente: LA NACION - Crédito: Fabián Marelli

No creo que la presencia de un solo jugador resuelva todos los problemas, pero en la teoría, un tercer volante (creativo) debería brindar más recursos para sorprender, para dominar y ocupar el campo rival, y de ese modo sostener un ataque incesante. ¿Que podría repercutir negativamente en la recuperación? Sí, pero eso es relativo. Si un equipo se resguarda en la tenencia, en la capacidad para elaborar y mantener su posición bien arriba, corre menos y acaba recuperando la pelota en posiciones más avanzadas.

Otro punto a tener en cuenta es la cuestión de las compatibilidades. Cuando el tiempo de ensayo es mínimo, mezclar a los jugadores de acuerdo a la afinidad con sus compañeros puede acortar los plazos para encontrar un buen funcionamiento. El grado de confort de un futbolista dentro de la dinámica del juego aumenta su seguridad y mejora sus sensaciones y su interpretación de lo que está pasando en la cancha.

El jueves, Argentina tuvo el viento a favor, porque el gol llegó rápido, pero aún así el equipo no fue capaz de aprovechar la superioridad emocional que siempre brinda ponerse en ventaja, y ese también debería ser un llamado de atención, porque está relacionado con esa personalidad que Scaloni debe definir rápidamente, cualquiera sea la que elija.

En un equipo, el estilo ayuda a jugar mejor, a sumar tramos convincentes y a superar los riesgos de derivar las soluciones por los caminos de las acciones personales, un método cada vez menos productivo en el fútbol actual. Solo cuando esta selección lo encuentre podremos vislumbrar dónde puede estar su verdadero techo.