Santos Escobar defiende el "Legado del Fantasma" sin titubear

CIUDAD DE MÉXICO, julio 22 (EL UNIVERSAL).- Hace tiempo que el Hijo de la Fantasma perdió la máscara, el 25 de agosto se cumplen dos años, para ser más precisos.

Pero con ella no se fue el legado que desde muy joven carga el luchador hoy conocido a nivel internacional como Santos Escobar, todo lo contrario, es una marca de guerra que lo acompaña desde entonces y luce ahora como campeón en la lucha libre de Estados Unidos.

Nunca fue sencillo soportar ese peso. Con un padre exigente, una historia propia por escribir y alejado en muchos sentidos del resto de sus contemporáneos.

Así que despertarse temprano es algo a lo que está acostumbrado en la vida, lo ha hecho desde siempre, y ahora, cuando está cerca de la cima luchística a nivel mundial no deja de hacerlo.

"Estoy arriba poco antes de las siete de la mañana, hago un poco de cardio en ayunas, desayuno un omelette de claras de huevo con pechuga de pavo. Así debo hacerlo siempre, porque si rompo la dieta no lo hago por un día. Llevo una dieta estricta pero cuando se da la oportunidad, como mucha comida mexicana", comparte en charla virtual, propia de los tiempos de la pandemia.

Hoy vive en Estados Unidos, el territorio que alcanzó tras muchos años de trabajo en México, en las mejores empresas, y luego de "entregar" la incógnita a L.A Park, un verdugo que lo catapultó, sin saberlo, a otra dimensión profesional.

"Mi juez más duro ha sido mi padre. Él no consideraba que tuviera los arrestos para mantener el legado, así que trabajé para demostrar que soy digno, me lo dio pero no fue gratis, tras cada encuentro siempre (hubo) un regaño y también felicitaciones, él ha sido mi compañero en los momentos más altos y también los bajos", recuerda el actual campeón interino de peso crucero en la marca NXT, como parte de la empresa WWE.

"A los que piensan que es un camino difícil, el primer consejo que les doy es que respeten, amen y se comprometan al cien por ciento con esta actividad. Es algo demandante pero a sacrificios grandes, recompensas grandes. Una vez arriba, la vista es lo mejor que hay", advierte.

Un consejo directo para su compatriota Raúl Mendoza y Joaquín Wilde, quienes son ahora sus secuaces en la empresa, "les recordé lo que es ser exitoso, cómo puedes alcanzar tu verdadero potencial, estaban acostumbrados, cómodos en su posición, pero siento que un luchador debe tener un status diferente, porque va más allá de tu talla o peso. Los mexicanos tenemos un corazón grande y somos valientes, para demostrar lo que está detrás de nosotros que es Latinoamérica".

Algo que aprendió desde muy pequeño de su madre, por cierto, la fan número uno en su carrera.

"Es la persona que me ha educado y siempre me enseñó que debía ir de la mano de la excelencia. Siempre quiso que terminara una carrera universitaria y mi padre, que continuara con el legado, así transcurrió mi juventud. Empecé a los 14 años a luchar y lo hacía a escondidas de ellos, cuando supieron me pidieron que realizara una carrera y lo hice".

Ella se tatuó el primer campeonato que ganó su hijo, y cuando le aclaró que lo único que estaba garantizado al ganar un campeonato era que lo iba a perder en algún momento, "me respondió que era una celebración de lo que sintió cuando gané. Nada me hace más feliz que estar peleando por un lugar en el lugar más importante de lucha libre a nivel mundial".

Es, como él mismo se describe, un veterano de 20 años con veinte años en el mundo de los costalazos, "me siento joven, vibrante, con energía, porque cada vez que llego mis hijos son los que me indican en dónde fallé, qué no les gustó, ahí sabes cuando tienes una responsabilidad. Yo era el más cruel con mi padre y cuando ya luchaba, él me hacía ver mis errores. Los padres son el hueso con el que los niños afilan los dientes, nos hacen y nos deshacen".

Hay muchos retos en NXT y después en alguna de las marcas más grandes de WWE. "Primero, establecer el 'Legado del Fantasma'".