San Lorenzo campeón de la Liga Nacional: el penta llegó con el título más sufrido

La garra de Nicolás Romano, decisiva para el triunfo de San Lorenzo, el pentacampeón de la Liga Nacional
Marcelo Endelli/Liga Nacional

Se merecía una final así la Liga Nacional. Un quinto y definitivo juego emocionante, con los dos mejores equipos en un cierre dramático y de máxima tensión. Ganó San Lorenzo. Es el primer pentacampeón de la historia. Aunque este título poco se pareció a los cuatro anteriores. Nunca sufrió tanto como esta vez. Porque enfrente tuvo a un rival como Quimsa, que lo superaba en jerarquía individual y parecía que se quedaba con todo. Que llegó a sacarle 15 puntos de diferencia… hasta que apareció el héroe. Porque casi todas las grandes historias tiene un héroe. Y ese fue Nicolás Romano, que anotó 10 puntos seguidos en los últimos dos minutos y 20 segundos para cerrar un 82 a 77 (3-2 en el global), con el que el Ciclón le torció el brazo al que parecía ser el conjunto más poderoso de la competencia.

Marcelo Tinelli, golpeado por la crisis del equipo de fútbol, licenciado y otra vez tomando distancia en un momento difícil, volvió a tener un alivio con el básquet. Llegó hace seis años para cambiar el rumbo de la Liga Nacional y lo sigue haciendo. Con inversiones a la que no muchos equipos estaban acostumbrados, impulsó el reinado de San Lorenzo. Ya eran un récord los cuatro títulos seguidos, y ahora extendió la marca a cinco.

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Pero no todo fue un recorrido sencillo bajo el contundente impacto presupuestario. El del pentacampeonato es un título que demandó un recorrido bastante distinto a los anteriores. Porque aunque tiene un gran plantel, puede decirse que este año su rival directo, Quimsa, tuvo incluso recursos superiores a los suyos. No era el Ciclón el principal candidato.

La temporada fue atípica por muchísimos motivos. Tras la suspensión de la 2019/20, esta nueva edición se desarrolló con un formato distinto, en sedes únicas (Ferro y Obras), sin público y con interrupciones sanitarias y deportivas.

La sufrida Liga Nacional tuvo una detención cuando algunos planteles padecieron contagios masivos. La posibilidad de otra cancelación hizo que el compromiso y la responsabilidad de los protagonistas fuera aún mayor. Se pudo continuar. No se acabaron los contratiempos. Hubo contagios, partidos suspendidos y reprogramados. Pero se llegó al final. Un logro inmenso.

También el comienzo fue diferente desde lo deportivo. Porque tras la cancelación del año pasado, una veintena de jugadores se fue al exterior cuando todavía tenían contratos con equipos en la Argentina. Justamente uno de los más afectados por ese motivo fue San Lorenzo. En el primer tercio de la temporada regular no pudo contar con piezas clave como Nicolás Aguirre, Nicolás Romano, Facundo Piñero y Kevin Hernández, que se encontraban en México.

El triple de Romano que vale un pentacampeonato

Tampoco tuvo constancia con los jugadores extranjeros. Dar Tucker llegó con evidentes desajustes físicos, luego se puso en línea, pero una lesión lo sacó del equipo. Llegó a último momento Luis Montero, que también se lesionó. Pasaron otro par de extranjeros que no volvieron, como Jeff Adrien y Justin Satchell. Apostó, entonces, a reforzar su equipo con excelentes jugadores nacionales. Sumó a Roberto Acuña para el juego interno y se desprendió de Agustín Caffaro. También se fue Jonathan Maldonado.

En algún momento fueron parte importante de la rotación juveniles como Leandro Cerminato, Mariano Gago y Facundo Rutenberg. Y hasta jugadores provenientes del ascenso como Santiago Ferreyra y José Defilippo (se sostuvo hasta al final). Perdió durante varios partidos a Máximo Fjellerup por una lesión con la selección nacional. Y en total pasaron 20 jugadores diferentes.

En definitiva, un verdadero desparramo de piezas que Silvio Santander supo acomodar con maestría de acuerdo a lo que cada momento requería. Porque es cierto: a esta final llegó con un equipo fuerte, con mucho material y opciones para elegir. Pero al principio del certamen tenía poco. Y supo mantener firme y constante al equipo en medio de esa gigantesca transición, siempre entre los mejores de la temporada regular. Un mérito enorme.

Un recorrido muy sufrido

Sufrió para llegar hasta aquí. Mucho. A punto estuvo de quedar eliminado por San Martín de Corrientes en la semifinal. Un tiro adentro o afuera (y ni siquiera en manos propias) definió allí su destino. Fue afuera. Tuvo algo de suerte. Pero también carácter. Detrás de ese pequeño instante de fortuna hubo mucho sacrificio. En medio de toda esa tensión de los playoffs, los rumores surgidos de la misma dirigencia del club indicaban que el equipo no se presentaría a jugar en la siguiente temporada. ¿Cómo mantener la concentración ante tantas dificultades?

Por si fuera poco, en la final tuvo un adversario de enorme poderío individual y colectivo. Al equipo de Sebastián González también le sobran jugadores. Una rotación de diez hombres jerarquizados, liderados por Franco Baralle, Nicolás Copello, Mauro Cosolito, Ramírez Barrios y Brandon Robinson a los que, sobre el final, se le sumaron dos figuras como Leo Mainoldi y el cubano Ismael Romero.

San Lorenzo resurgió de la mano de Nicolás Aguirre. Nadie la recordará este como uno de sus mejores años. Pero cuando más determinante fue el desafío, más exaltó sus mejores condiciones. Y, bajo su conducción firme, el talento fue José Vildoza siempre es más aprovechable y productivo. Un habilidoso que en el partido decisivo metió 18 puntos y fue el mejor jugador de la serie final.

Robinson fue un demonio incontenible para los de Boedo en el primer tiempo. Al principio el Penka Aguirre se ocupó de él; luego Fjellerup, y también Vildoza y Piñero. Incluso cambiaron las defensas combinadas para tratar de anularlo (cajón y uno), pero el norteamericano no dejó de producir. Pero se apagó en la segunda mitad. Había hecho 15 puntos en los primeros 20 y sólo marcó 5 en el complemento.

San Lorenzo tenía todo en contra. La rotación más extensa de su rival empezó a hacer mella en su resistencia. El desgaste es inevitable. La distribución de faltas. Tuvieron que dejar la cancha con cinco infracciones José Defelippo y Kevin Hernández. Y Vildoza, con cuatro infracciones, jugó condicionado todo el último parcial. Peor apareció Romano (14 tantos) y Fjellerup estuvo brillante (16 y 10 rebotes).

El esfuerzo y la victoria valen más que las cuatro anteriores. Por eso Santander se permitió llorar al final del partido y la locura del festejo tuvo un sabor especial. El futuro es incierto todavía. ¿Cómo se jugará la próxima temporada?, ¿desde cuándo? Preguntas que el tiempo responderá.

Esta Copa que acaba de levantar San Lorenzo lleva el nombre de Osvaldo Arduh, el entrenador de Atenas que falleció por coronavirus poco antes de comenzar esta temporada. En su nombre milagrosa Liga Nacional sobrevivió a la pandemia. Y será recordada por siempre,