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Salarios atrasados y recortes afectan a Río en medio de elevados costos olímpicos

Por Paulo Prada RÍO DE JANEIRO (Reuters) - Al otro lado del estadio de Maracaná, donde se jugaron dos finales del Mundial de fútbol y que albergará la ceremonia de apertura de los primeros Juegos Olímpicos de América del Sur en agosto, se levanta el enorme complejo de concreto de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. Pero la universidad, pionera en ofrecer becas a estudiantes de bajos ingresos y minorías, no ha gozado de la misma generosidad que el emblemático estadio, que recibió desde el 2010 más de 1.200 millones de reales (370 millones de dólares) en fondos estatales destinados a su remodelación para el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos. Mientras los organizadores prueban las luces del estadio para la ceremonia del 5 de agosto, la basura se amontona en el campus donde 23.000 estudiantes no han tenido clases desde marzo debido a que los profesores, contratistas y personal de la universidad no han cobrado. Un hospital universitario cercano, que funciona como centro regional de trasplantes y tratamientos contra el cáncer, ha estado tan corto de fondos que los médicos tuvieron que reducir las terapias regularmente este año porque no tenían jeringas, guantes de látex, medicina de quimioterapia y antibióticos. "Nunca fue tan precario", dijo Edmar Santos, director del hospital, al explicar que los recortes en el presupuesto estatal significan que a veces se deben tratar a menos de la mitad de los pacientes que normalmente atienden. A dos semanas del comienzo de los Juegos, una recesión y una crisis fiscal afectan profundamente la vida de más de 12 millones de personas que residen en la ciudad y sus alrededores, alimentando el resentimiento por los 40.000 millones de reales (12.000 millones de dólares) gastados en proyectos olímpicos. Jubilados y empleados estatales, entre ellos maestros, trabajadores de la salud y la policía, han cobrado sus salarios atrasados y en algunos casos no los recibieron. Muchos habitantes se muestran descontentos porque el llamado legado olímpico, que incluye una línea de metro y carriles para autobuses, no hace mucho para ayudar a la mayoría de la población y en cambio se enfoca en beneficiar a distritos más pudientes. "Uno se pregunta sobre sus prioridades", dijo João Machado, un portero de 69 años quien debido a retrasos esperó casi seis meses para una operación de próstata que normalmente se realiza en semanas. "Estamos haciendo un espectáculo para el mundo y ni siquiera nos podemos cuidar nosotros", agregó. El gobierno del estado de Río de Janeiro es responsable de aproximadamente un cuarto de los 40.000 millones de reales del costo olímpico, según los organizadores. La mayor parte de esa cifra está destinada a la línea de metro, dos veces más costosa que el presupuesto original y tan retrasada que su inauguración está prevista para unos días antes de los Juegos. En la universidad, donde voluntarios han formado brigadas de jardinería y para limpiar la basura, meses de salarios atrasados o impagos llevaron al personal a declararse en huelga en marzo. En medio de la peor recesión desde la década de 1930, el gobierno estatal aprobó unos 1.100 millones de reales para la universidad en el 2016. Sin embargo, hasta ahora solo un tercio de ese número se ha entregado, según cifras oficiales. Los estudiantes y profesores comparan eso con la bonanza deportiva, en particular las declaraciones del auditor estatal de que la remodelación del Maracaná sobrepasó en un 62 por ciento el presupuesto debido a costos inflados por los constructores. "Se podría manejar este lugar por más de un año con ese dinero", dijo Mauricio Santoro, profesor de ciencia política de la universidad. (Editado en español por Patricia Avila)