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Roland Garros. Nadal y Thiem, firmes candidatos al título, ya saben de qué se trata el nuevo desafío en el frío de París

Fue hace 477 días. Rafael Nadal y Dominic Thiem se enfrentaron sobre el polvo de ladrillo parisiense, en la final de Roland Garros. Ganó Rafa, naturalmente, como lo viene haciendo desde 2005, cuando debutó en el certamen. Pero lo logró en otras condiciones a las actuales. Aquel duelo fue en el "viejo" Philippe-Chatrier, claro, con otra temperatura en el final de la primavera y sin el techo retráctil, obra estrenada este año inusual por la pandemia. El español y el austríaco, dos de los máximos favoritos a encumbrar la Copa de los Mosqueteros el domingo 11 de octubre [el otro es Novak Djokovic, obviamente], ya conocen de qué se trata el examen. En otra jornada fría, con lloviznas y pelotas pesadas, presentaron sus cartas sobre la mesa. Y lo hicieron con autoridad, resolviendo las escasas exigencias. El recién ganador del US Open lo hizo derrotando al croata Marin Cilic (40°) por 6-4, 6-3 y 6-3, en 2h06m. Luego, el Matador debutó con un 6-4, 6-4 y 6-2 ante el bielorruso Egor Gerasimov (83°), en 2h05m. La hoja de ruta indica que podrían encontrarse en las semifinales (aquel día se detendría, al menos por unas horas, el mundo de las raquetas).

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"¿Las condiciones? Estoy acostumbrado a ellas o sé jugar en ese tipo de condiciones, obviamente, porque en Austria tengo muchos días así. Y luego, desde la juventud y cuando comencé a jugar profesionalmente en Futures en marzo en Croacia o en República Checa, hubo muchos torneos con condiciones similares. Frío, bolas pesadas. No es algo nuevo para mí y me ayuda contra tipos como Marin [Cilic], porque es un poco más fácil devolver muchos servicios y correr casi todas las pelotas. Entonces, me gustan estas condiciones. De todos modos, tenemos que hacer lo mejor que podemos, porque es un año muy especial", explicó Thiem, el número 3 del mundo. Su confianza, al haber obtenido, en Nueva York, su primer Grand Slam, está por las nubes.

La transición del cemento neoyorquino al polvo de ladrillo de París funcionó a la perfección para Thiem, que ayer jugó oficialmente por primera vez desde que derrotó al alemán Alexander Zverev en la final del Arthur Ashe, el domingo 13 de septiembre. Los números lo acompañaron: 68% de primeros servicios, un 70% de puntos ganados con el primer saque y 64% con el segundo; seis quiebres; 21 errores no forzados contra 43 de Cilic, ganador del Abierto de los Estados Unidos 2014. "Nunca habíamos tenido dos Grand Slams con un intervalo de dos semanas. Me tocó empezar y medirme con otro gran campeón, así que el paso al polvo de ladrillo y el frío marcha muy bien. Este un torneo que me fascina", sonrió Thiem, finalista en París dos veces, el año pasado y también en 2018. Entrenado por el chileno Nicolás Massú, el jugador nacido en la ciudad de Wiener Neustadt, llegó al Abierto de Francia con una efectividad del 75% sobre superficie lenta: 10 de sus 17 títulos son en polvo (dos de ellos, en Buenos Aires).

Jack Sock, el estadounidense de 28 años que en la actualidad es 310 del ranking, pero fue Top Ten (8°, más precisamente, en noviembre de 2011), será el próximo rival del dueño de un revés de una mano tan exquisito como poderoso.

"Las cosas no son matemáticas y no se puede saber lo que necesito o no. Lo que sí que es seguro es que necesito es tener la actitud adecuada, el positivismo al máximo, todos los sentidos despiertos para encontrar la forma de jugar este torneo, de la manera que tenga más opciones. No es un Roland Garros como los otros que he jugado; es con condiciones distintas", expresó Nadal, tras empezar a escribir una nueva historia que lo podría llevar a alcanzar los 20 trofeos de Grand Slam, una marca que sólo atesora el suizo Roger Federer. Son 94 las victorias del mallorquín en 96 partidos jugados en Roland Garros (perdió con Robin Soderling en la cuarta ronda de 2009 y con Djokovic en los cuartos de final de 2015). "He hecho cosas bien, cosas correctas. Hay cosas mejorables, creo que tengo que jugar más largo. Ha sido un primer partido que es lógico y positivo. Sólo hay una manera de mirar este torneo que es paso a paso, día a día, entrenamiento a entrenamiento y un partido al mismo tiempo", apuntó Nadal, aferrado al discurso austero que lo acompaña desde siempre, pese a ser uno de los más grandes de la historia.

El saque fue un gran aliado para el jugador entrenado por Carlos Moya ante Gerasimov (65° del mundo en febrero pasado, su mejor posición histórica): 68% de primeros servicios, un 82% de puntos ganados con el primer saque y un 65% con el segundo. "Antes del torneo dije que las condiciones son extremas. No jugamos nunca en estas condiciones. Hoy, que no hacía viento, la sensación térmica era 10 grados, 11 grados. Nunca me quejé, hay que dar gracias al circuito ATP y a los Grand Slam por organizar eventos; permite que mucha gente tenga trabajo. Dicho esto, solo expuse una situación sobre un Roland Garros completamente distinto. Hay que estar preparado para aceptar todas las condiciones y en ningún caso dije que esté jugando mal. Sólo dije que no me favorece, pero no me quita ilusión", amplió el zurdo de Manacor, que en agosto pasado no viajó a los torneos en Nueva York para la reanudación del tour y volvió hace algunos días, en Roma, donde perdió en los cuartos de final frente a Diego Schwartzman.

"La realidad es que si no juego profundo es mi error, no es culpa de las bolas. Soy yo el que me tengo que adaptar. No es muy viva y si le añadimos un frío que hace con una climatología complicada y de humedad, hace que sea más difícil generarle efectos. No voy a poner la excusa de la bola. Con estas condiciones lo único que no puedo permitirme es pasivo, que todos los golpes vayan con una intención y una intensidad", sentenció el ex número 1, que ya conoce a su próximo contrincante: Mackenzie McDonald (EE.UU.; 211°).

¿A qué otro torneo le recuerda el actual Roland Garros? "A Hamburgo cuando era Masters 1000. Podía haber días buenos, pero otros malos". El torneo del norte alemán, siendo de una categoría superior a la actual (ahora es ATP 500), Nadal lo jugó tres veces, llegando a dos finales: en 2007 perdió con Federer y, un año después, también contra el suizo, por entonces líder del ranking, se consagró.