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Roland Garros. Se entrenó por Zoom, tiene vínculos con Argentina y ya ganó más plata que en el resto de su carrera: la historia de Daniel Altmaier

Es alemán, tiene sangre rusa y acento argentino. Estructurado, revolucionario y simpático. Nació en Kempen, una ciudad que está a unos 30 kilómetros de Düsseldorf. Su papá es ucraniano y su madre, rusa. Y se entrena con un grupo de especialistas de acá a la vuelta.Francisco Yunis es su entrenador y Esteban Giménez es el líder de un equipo integrado por Matías Rizzo y Mariano Gaute, para los deberes de la preparación física.

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A un océano de distancia, el joven de 22 años y 186º mundial corría, saltaba y transpiraba encerrado en un departamento: sabía que algo grande iba a pasar. Su esperanza se instalaba en una pantalla de videollamada, un clásico obligado de la pandemia. "Trabajaba a través de zoom con mi entrenador físico de Argentina, con Esteban. Trabajamos 11 semanas básicamente en una habitación, todos los días, cinco, seis veces por semana. Él a veces se despertaba a las 5 de la mañana, por la diferencia de horario, para darme ánimo, para empujarme a través de mis sesiones. Significó mucho para mí. Y acá están los resultados", cuenta Daniel Altmaier, una de las caras que refrescan al tenis. Un atrevido que anda dando vueltas por París.

Special day with the team !!! 2??2??

Una publicación compartida de Daniel Altmaier (@daniel.altmaier) el 12 Sep, 2020 a las 10:11 PDT

Ni cerveza, ni vodka, ni vino: a Daniel sólo le interesa el tenis. Acaba de golpear en la misma mesa que Novak Djokovic, el número 1 mundial, en el mismo escritorio que Rafael Nadal, el mejor de todos los tiempos en tierra batida. Deja en el camino al italiano Matteo Berrettini (7º preclasificado) por 6-2, 7-6 (5) y 6-4. Y este lunes se medirá frente a Pablo Carreño Busta, un especialista sobre polvo de ladrillo.

"El ranking no me va a hacer ganar el partido. Voy a tener que ganar marcando la diferencia en la pista. No lo conozco y eso es un inconveniente, mi entrenador tendrá que trabajar para ver cómo juega y qué puntos débiles tiene para determinar la táctica", confiesa el español. Es que el alemán es un auténtico desconocido. Debutante, proveniente de la clasificación y con la particularidad de que apenas cedió un set en uno de los encuentros de la antesala del cuadro principal. Le pega alto, fuerte y lejos.

El alemán había ganado 173.639 dólares en toda su carrera. París le abre la ventana a otra realidad: es más de lo que alcanzó en toda su vida, con 189.000 euros ya asegurados. Y no sólo se trata de billetes: está en los octavos de final de Roland Garros, en una temporada atípica que lanza una invitación: todos pueden jugar. Y ganar. El mundo del coronavirus lo transformó todo. Lo que ayer parecía un imposible, sucede.

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"El tenis está haciendo un gran cambio en este momento. Estaba sintiendo esto ya en la gira de Challenger, incluso en la gira de Future. Literalmente todos pueden vencer a todos en este momento. Físicamente todos se están volviendo más fuertes. Ahora veo jugadores más inteligentes, más disciplinados. Se puede ver esto en los últimos torneo de Grand Slam. Especialmente aquí en Roland Garros, el tenis realmente cambió después del parate por el coronavirus. Y estoy feliz de ser uno de ellos que muestra sus habilidades en este momento. También otros están haciendo un esfuerzo fantástico. Ayuda que el tenis pueda ver caras nuevas, disfrutar de duras batallas de jugadores desconocidos", describe el nuevo mundo. La nueva normalidad. No es el único caso: hay otras dos historias.

El italiano Jannik Sinner, de 19 años y el estadounidense Sebastian Korda (20) también se aferraron a la segunda semana. Una situación que no sucedía desde 1994, cuando hubo cuatro en esa instancia: Andrea Gaudenzi, Patrick Rafter (enorme talento), Mikael Tillström y Hendrik Dreekmann. Jannik Sinner (75º) eliminó a Federico Coria. Ahora, el chico de 19 años se medirá ante el alemán Alexander Zverev, 6º preclasificado. Y Korda, el hijo de Petr, tendrá hoy el rival imposible: Rafael Nadal.

Pero el chico de la portada es Altmaier, que tiene su lado del corazón argentino. Con Yunis intercambia conceptos desde agosto del año pasado, cuando estaba traumado por las lesiones y derrumbado en el puesto 480º mundial. "Yo crecí en Alemania jugando sobre polvo de ladrillo, así que siempre me he sentido cómodo sobre esta superficie, especialmente con Fran a mi lado. Gracias a él le di estabilidad a mi tenis. Sumé aprendizaje de base y construí un juego muy sólido sobre arcilla", describe el chico que prefiere los largos pelotazos, apartado del vértigo de la red.

Dos años sin agarrar una raqueta, en una carrera incipiente, es un golpe al corazón. Lesiones en los hombros, en la cadera y molestias musculares lo atormentaron por largas temporadas. Hasta que en 2019 hizo un clic de confianza. Y en el año más complejo de nuestras vidas se permite una sonrisa. Se ríe y no sólo para la cámara. "Es mi primera vez en esta cancha (Philippe-Chatrier) y jugando en París, estoy encantado de estar en la cuarta ronda. Mi entrenador y yo estuvimos trabajando muy duro para estar acá, y aunque vengo de luchar con algunas lesiones, estoy muy contento de que sea en Roland Garros la recuperación. Antes de la clasificación, estaba sufriendo una lesión, así que no estaba seguro de si iba a poder jugar. Espero que la multitud y la audiencia de televisión hayan disfrutado, ya que quiero entretener", asegura. Es uno de los jóvenes que no sólo juegan, enfocan al tenis justamente con ese concepto: como un entretenimiento en tiempos de dolores.

Durante los partidos, habla. Se habla a sí mismo, como otros grandes. Pero no se reprocha la vida entera como Andy Murray, que suele estar enojado con cada uno de sus deslices. Prefiere al segundo suizo más famoso. Lo tiene como ídolo y, además, le copia algunos gestos. No los técnicos, aquello de darse aliento. "El 'Allez' viene de mi ídolo Stan Wawrinka. Cuando lo miraba, él siempre decía: '¡Allez, Stan!'. Yo lo copio un poquito porque me gusta decir, '¡Allez, Dan!'. Esa es la conexión. Me gusta esforzarme, ser mi mejor amigo conmigo mismo en la cancha", reflexiona. Y seduce desde el trabajo psicológico, se inclina por trabajar con profesionales que le pueden trasformar la cabeza. Algo así como convencerse de que puede tocar el cielo si se lo propone.

"La mentalidad correcta me está ayudando enormemente a tener éxito en el deporte o incluso en otros negocios, como invertir dinero en los lugares apropiados. La mentalidad tiene una relación directa con el éxito de las personas", explica el joven que parece un adulto. Juega con la cabeza. Juega, piensa y derrumba teorías. Alemán, ruso y argentino: la mezcla perfecta para un atrevido de las raquetas.