Robert "Sicario" Rojas: el paraguayo de apodo equivocado que aprende en River y extraña la vida de campo

Un año atrás, al llegar a River, dos cosas sorprendieron del perfil del defensor paraguayo Robert Rojas. La primera fue su apodo cinematográfico -"Sicario"- que desató decenas de elucubraciones. Y la segunda fue su perfil bajo, totalmente alejado del estereotipo habitual del futbolista: lejos de los flashes, los tatuajes y las redes sociales, el joven de 23 años mantiene su estilo y respeta las raíces que forjó en su ciudad natal, Peguahomi, un pequeño pueblo en el departamento de Concepción, a casi 500 kilómetros al norte de Asunción.

Hoy, tras ser titular ante Independiente y Godoy Cruz en los dos primeros partidos del año, Rojas irrumpe de forma inesperada en el presente de River. Y lo hace a partir de sus muy buenos rendimientos en la línea de tres defensores que dispuso el técnico Marcelo Gallardo en el nuevo sistema táctico: fue el defensor que más se destacó en ambos partidos. Soñando con mantener su regularidad en el primer equipo, el paraguayo disfruta el momento y también sabe que debe continuar exigiéndose para sostenerse.

"Me enteré en la charla técnica que iba a jugar en Mendoza en lugar de Pinola, porque no estaba definido el equipo. Uno trabaja ahora esto, para aprovechar las oportunidades cuando se presenten. Y te da una gran alegría ver tu nombre en los que van a jugar, es una satisfacción enorme", comentó Rojas en rueda de prensa, este martes. "El profe (Gallardo) me da confianza, hago mi trabajo y estoy tranquilo adentro del equipo. Tenemos una competencia muy sana dentro del plantel y siempre juega el que mejor está. River es una familia con un grupo de jugadores muy buenos y los mayores siempre me hablan: Pinola es un referente para mí y también Ponzio y Scocco me suelen decir que haga mi trabajo y nada más, que esté tranquilo".

Sus números marcan que acumula 22 juegos (un gol) con la camiseta millonaria, de los cuales 20 fueron como titular y tan solo en uno de ellos vio la tarjeta amarilla. Al ser consultado por el curioso dato, el zaguero reconoció que su apodo "Sicario", que se lo impusieron por su cara de serio al momento de raparlo en la primera pretemporada con Guaraní de Paraguay, no tiene mucha relación con su estilo de juego: "No es mi fuerte hacer muchas faltas, no soy de dar demasiadas patadas. Trato de usar mi velocidad y anticipar todas las veces que pueda. Lo tengo medio al pedo el Sicario porque no soy de pegar mucho", reconoció, entre risas.

Más allá del particular apodo que lleva a cuestas, Rojas reconoció que sufrió el período de adaptación al llegar desde Asunción a Buenos Aires. Su vida se modificó por completo: dejó atrás la tranquilidad de estar cerca de la chacra de su familia y afrontó el gran desafío de llegar a un club como River en un salto tan deseado como inesperado en su corta carrera. Y el cambio le costó.

"Mi personalidad la traigo de familia. Vengo del campo y sigo siendo la misma persona que salió de ahí. Todo eso no me va a cambiar. Cuando vuelvo a casa recolecto mandioca y ayudo a mi mamá, a mi papá, a los familiares... yo dejé mi casa a los 17 años porque mi mamá me obligó a terminar el colegio. Me probé en Guaraní y ahí comenzó el sueño", recordó el paraguayo.

Su arraigo familiar es tan grande que, durante cada receso o vacaciones que tiene, decide regresar al campo para estar con sus seres queridos y ayudar con los trabajos en la chacra, tal como cuando era adolescente: además de jugar en el club Belén previo a dar el salto a Guaraní a los 16 años, aprendió a trabajar con animales y a cultivar melón, zapallo, mandioca y sésamo, entre otras cosas que luego vendían.

"No fue fácil venir a un club tan grande como River, me costó bastante. Es muy difícil adaptarse rápidamente. Hoy mi vida es bastante distinta, de a poco me voy adaptando a la Argentina y al mundo River. Lo que más extraño es la comida de Paraguay, pero tengo a mi novia y tratamos de conseguir algunos productos, pero no son lo mismo, ja (risas). Es difícil conseguir buena mandioca", agregó.

Con el deseo de consolidarse este año en el equipo de Marcelo Gallardo y también poder alcanzar la convocatoria para la próxima Copa América con la selección de Paraguay, el "Sicario" disfruta de un presente motivador y se anima a soñar a lo grande.