River 2020: un equipazo que hasta tira paredes con los detalles

River es un equipazo. Tiene varias virtudes desde lo futbolístico y se mueve dentro de varios patrones de juego, pero no depende de ninguno específicamente para ganar un partido. Logra imponerse en el terreno asumiendo el protagonismo, como casi siempre, pero también sacando un delantero y sumando un defensor, pasando del 4-3-3 al 5-3-2 y esperando en su campo, como sucedió en el segundo tiempo ante San Pablo, en la cancha de Independiente. Pero River es un equipazo porque no sólo tiene técnica y táctica, también es concentración elevada al máximo nivel, y un ritmo de juego con una intensidad que parece no ofrecerle fisuras al rival. Porque los flashes se van con los 17 pases anteriores al golazo de Julián Álvarez en la última fecha por la Copa Libertadores, pero es la sumatoria de detalles los que lo hacen un gran equipo.

¿Algunos ejemplos? River estaba 2-0 arriba ante Binacional en Perú, iban 24 minutos del primer tiempo y ya sabía que terminaría ganando el partido. Lo que restaba saber es por qué diferencia de goles. Pero tras una infracción -aparentemente común- a 40 metros del arco adversario, Nacho Fernández hizo rápido el tiro libre y Julián Álvarez (también metido, concentrado al 100%) picó y no llegó por poco a la pelota.

En el mismo encuentro, en un segundo período que lo tenía vencedor parcial por 4-0, los cinco cabeceadores que fueron a buscar la pelota aérea en un córner protestaron que el árbitro marcó saque de arco (en lugar de nuevamente tiro de esquina) como si de ese fallo dependiera la clasificación a la final de la Copa Libertadores 2020. Si ese nivel de intensidad y tenacidad es exhibido ante un rival que terminó venciendo 14-0 en el global del ida y vuelta (8-0 y 6-0), imagínense en enfrentamientos de mayor jerarquía.

Todas las "divididas" son de River

Otro detalle invisible en los tantos elogios que despierta River. Se remarca, con razón, que los jugadores millonarios nunca dejan de correr, que los primeros defensores son los tres delanteros (en la actualidad Julián Álvarez, Rafael Santos Borré y Matías Suárez). Pero cada esfuerzo, además, tiene un sentido. Porque River presiona alto, presiona ante la pérdida, pero también presiona todas las divididas, todos los balones que están por el aire y, aparentemente, tienen destino de caer con mejor efecto para los jugadores adversarios. Esto River lo transforma también en mérito incluso en las pelotas paradas a favor. Y ahí se involucran todos los futbolistas, sean defensores, mediocampistas o delanteros. Así fue el 2-1 de Álvarez a San Pablo en Brasil: el que (cerca del final) fue a ganar una pelota en lugar de volver a su campo o quedarse mirando fue Martínez Quarta. Y el central transformó esa pelota dividida (y esa presión) en asistencia.

Los laterales Montiel y Casco (o Angileri, en ausencia de Milton) suben sus líneas, son carrileros -y en varios pasajes- hasta wines. Tienen la capacidad y el esfuerzo para progresar y pisar el área también, pero la realidad es que la mejor versión del River de Gallardo se sigue viendo cuando ellos no participan en las finalizaciones, sino que hacen ancho el campo para fabricarles los "callejones interiores" a los que más saben: Nacho Fernández, De la Cruz y Enzo Pérez. La pelota la pueden mover de una banda a la otra, hacer un cambio de frente preciso, pero los avances más claros y eficaces se ven cuando los de afuera (Montiel y Casco) reciben y devuelven para el centro nuevamente, por más que los laterales pueden aportar despliegue y asistencias.

Borré, el especialista en los pivoteos

Moviendo la pelota de una banda a la otra generan un efecto de distracción más beneficioso sobre todo para De la Cruz y Nacho Fernández, los abanderados del juego de River. Ellos son los que rompen líneas con pases filtrados verticales y que activan movimientos ensayados y aplicados casi quirúrgicamente entre los delanteros: los pivoteos. El desmarque previo, de espaldas al arco, los despega de los marcadores centrales y luego terminan generando espacios para la continuidad del avance. El especialista es Borré, pero también lo hace Suárez (hasta con elegancia algunas veces o con un movimiento fantasma, sin tocar la pelota) y Álvarez. Pratto y Scocco, en sus mejores versiones, también lo hacían a la perfección.

De la Cruz está en un gran nivel en River: no sólo juega, también marca.
Fuente: Archivo - Crédito: Mauro Alfieri

Lo que River se asegura desde ese estilo de búsqueda son receptores para hacer profunda esa tenencia. Y muchas veces, por más que River avanza con mucha gente, termina siendo un ataque de tres: el que filtra el pase (preferentemente De la Cruz y Nacho Fernández), el que pivotea, uno de los tres delanteros, y el que define. Y también puede suceder que quien termina convirtiendo es quien pivoteó, como sucedió en el gol de Borré para el 1-1 ante San Pablo, en Brasil: pelotazo largo de Angileri, pivoteo de cabeza del colombiano para el pase filtrado de Suárez al pique de Álvarez y el centro del juvenil para la definición como "9" de Borré.

Le saca mucho rédito River a este tipo de jugadas. Se dan varias incluso por partido, pero desde que se reanudó el fútbol, también le convirtió por esta vía a Binacional. En Perú fue De la Cruz quien filtró para Borré, el colombiano pivoteó y el uruguayo resolvió con un zurdazo.

Si vamos más hacia atrás, aparece el golazo de Nacho Fernández a Boca por la semifinal de la Copa Libertadores 2019 (pivoteo de Suárez), el de Scocco a Boca (pivoteo de Borré) por la Superliga 2018/19 en la Bombonera, el de Quintero a Boca, en Madrid (pivoteo de Julián Álvarez para Mayada, quien termina asistiendo al colombiano), y el gol de Pratto a Racing (otro pivoteo de Borré para darle sentido a la jugada), en el Monumental, por la Copa Libertadores 2018.

Por qué la apuesta al 4-3-3

Así como hubo un River que dependía más de los volantes, la versión actual tiene más recambio y referencias de rendimiento en la defensa y el ataque. Los titulares son Martínez Quarta y Pinola (ambos con un nivel excelente), pero Rojas y Paulo Díaz son alternativas confiables también. Y sin Palacios ni Quintero, Gallardo prefirió sumar un delantero, para modificar los sistemas 4-1-3-2 o el 5-3-2 con los que se venía manejando por el 4-3-3. Al ya no estar Scocco, el recambio en la delantera estaría en los pies de Girotti, Carrascal y Pratto.

El único talón de Aquiles que podría tener River sería si llegaran a ser baja al mismo tiempo De la Cruz y Nacho Fernández. En esa zona del medio campo (y por características), el recambio aparece más difuso. Pero cuando River está entero y mira para atrás y para adelante, tiene un equipazo.