La respuesta de Trump con respecto a dar a conocer sus declaraciones de impuestos ha cambiado de 'Por supuesto' a 'Persecución política'

El presidente Donald Trump en la Casa Blanca en Washington, el 8 de julio de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)
El presidente Donald Trump en la Casa Blanca en Washington, el 8 de julio de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)

WASHINGTON — En septiembre de 2016, Donald Trump participó en un debate como candidato a la presidencia y respondió una pregunta que le habían hecho de forma constante durante la campaña: “¿Cuándo dará a conocer su declaración de impuestos?”.

“En este momento se lleva a cabo una auditoría de rutina, pero después se dará a conocer”, respondió Trump. “En cuanto concluya la auditoría, se dará a conocer”.

Casi cuatro años después, la Casa Blanca afirma que el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por su sigla en inglés) sigue trabajando.

“Sus impuestos se encuentran en auditoría; en cuanto concluya la auditoría, los daremos a conocer”, les dijo a los periodistas Kayleigh McEnany, secretaria de prensa de la Casa Blanca, el 9 de julio.

De hecho, es rutinario que se auditen las declaraciones de impuestos del presidente en funciones, y el IRS ha dicho desde hace tiempo que nada le impide a una persona hacer del conocimiento público sus declaraciones de impuestos mientras se realiza una auditoría. Todos los presidentes, desde Jimmy Carter, han dado a conocer voluntariamente sus declaraciones de impuestos.

Así que, ya llegados a este punto, nadie espera en realidad ver pronto las declaraciones de impuestos del presidente, aunque la Suprema Corte emitió una resolución muy importante el 9 de julio que eliminó obstáculos para que los fiscales de Nueva York las soliciten. De cualquier manera, todavía habrá algunas escaramuzas en los tribunales inferiores, así que es muy poco probable que se cuente con una decisión definitiva antes de las próximas elecciones.

Las primeras promesas

Trump ha prometido dar a conocer sus declaraciones de impuestos desde hace casi una década, sujeto a distintas condiciones.

En 2011, comenzó a aparecer en televisión para poner en duda que el presidente Barack Obama hubiera nacido en Estados Unidos, con la intención de divulgar una mentira por la que nunca se ha disculpado en realidad. En ese entonces, insinuó que daría a conocer sus declaraciones de impuestos cuando Barack Obama presentara su acta de nacimiento.

“Tal vez les muestre mis declaraciones de impuestos cuando Obama muestre su acta de nacimiento”, comentó durante una entrevista con ABC en abril de 2011. “Me encantaría mostrarles mis declaraciones de impuestos. Quizá las ponga con el acta de nacimiento de Obama”.

Unos días después de esa entrevista, Barack Obama divulgó su acta de nacimiento.

Trump no cumplió su parte del trato. En 2014, un periodista irlandés le recordó que nunca divulgó sus declaraciones de impuestos, aunque había forzado a Obama a dar a conocer su acta de nacimiento. En esa entrevista, Trump añadió otra condición: las daría a conocer si se postulaba para presidente.

“Si decido participar en la contienda por la presidencia, por supuesto que les mostraré mis declaraciones de impuestos”, afirmó durante una visita a Irlanda en la que promocionó su club de golf en Doonbeg. “Lo cierto es que me encantaría hacerlo”.

La auditoría

Para cuando Donald Trump se presentó como candidato a la presidencia en 2016, adoptó la auditoría como la razón por la que le era imposible dar a conocer sus impuestos. Esa primavera, su abogada, Sheri Dillon, divulgó un comunicado en el que afirmaba que las declaraciones de impuestos de Trump habían estado en “continua revisión” por parte del IRS desde 2002 y que la auditoría de sus declaraciones de impuestos desde 2009 se encontraba en curso.

Steven Rosenthal, investigador del Centro de Política Tributaria Urban-Brookings, declaró en una entrevista que era normal que una auditoría realizada a un contribuyente como Trump tardara entre seis y ocho años por cada año declarado. Dijo que el comunicado de Dillon era “totalmente correcto” y que los presidentes de forma automática quedaban sometidos a auditorías anuales durante su mandato. Eso sí, aclaró que no existe ningún fundamento legal que justifique que Trump no divulgue sus declaraciones de impuestos.

“La excusa de que le realizan una auditoría no es una excusa”, explicó Rosenthal. “Siempre le están realizando auditorías”.

Tras su triunfo en las elecciones, Trump añadió otra razón además de la auditoría para no dar a conocer sus declaraciones. En mayo de 2017, le dijo a The Economist que solo a los periodistas les importaban sus declaraciones de impuestos y que quizá no las diera a conocer sino hasta concluir su mandato.

“Tal vez las dé a conocer después de concluir mi mandato, porque en realidad estoy muy orgulloso de ellas”, dijo Trump. “Lo hice bien”.

En realidad, las encuestas muestran que la mayoría de los estadounidenses están convencidos de que el público tiene derecho a examinar las declaraciones de impuestos de Trump, al igual que han podido examinar las de los demás presidentes de la era moderna desde hace cuatro décadas. Una encuesta realizada en junio por el Centro de Investigación Pew reveló que el 56 por ciento de los estadounidenses afirmaron que Trump tenía la responsabilidad de divulgarlas.

Una pregunta vital que podrían responder esas declaraciones es cuánto pagó de impuestos Trump, o si pagó algo. En octubre de 2016, una investigación de The New York Times reveló que una pérdida de 916 millones de dólares en las declaraciones de Trump de 1995 le habría permitido evitar con toda legalidad pagar el impuesto sobre la renta por 18 años. Trump se negó a hacer algún comentario, y su campaña divulgó una declaración que evadió refutar o confirmar la pérdida de 916 millones de dólares.

Otra investigación realizada por el Times en 2018 descubrió que Trump había ayudado a constituir una empresa falsa para ocultar millones de dólares en obsequios de sus padres, ayudó a su padre a aplicar deducciones de impuestos indebidas e infravaloró los inmuebles propiedad de su familia.

El 9 de julio, un vocero de la Casa Blanca turnó las preguntas sobre la situación de la auditoría realizada por el IRS a la Organización Trump, que no respondió a la solicitud de comentarios.

Los fallos de tribunales

Un fallo le otorgó la victoria a Cyrus Vance, el fiscal de distrito de Manhattan, de afiliación demócrata, cuya oficina solicitó registros fiscales correspondientes a ocho años, tanto en el régimen de persona física como moral, en relación con una investigación estatal emprendida por un gran jurado con respecto a la intervención de Trump en coimas entregadas a una estrella de películas pornográficas antes de las elecciones de 2016.

El tribunal resolvió siete votos a dos que Trump no tenía inmunidad contra procedimientos del orden penal durante su presidencia, pero turnó del caso de regreso a los tribunales inferiores, donde se espera que los abogados de Trump presenten nuevos argumentos en los que refuten las facultades para emitir citaciones relativas a registros financieros.

Si Vance gana a fin de cuentas, como esperan muchos expertos legales, un gran jurado secreto recibirá las declaraciones de impuestos, lo que demorará la divulgación de esa información al público, si es que se llega a divulgar.

Otro fallo se refería a citaciones emitidas por distintos comités de la Cámara de Representantes con el propósito de obtener información financiera de Trump a través de sus contadores y bancos. El tribunal resolvió que el Congreso cuenta con facultades limitadas para emitir esas citaciones y, también en este caso, el asunto se turnó a los tribunales inferiores.

Por su parte, Trump criticó los fallos en Twitter: “Es una persecución política”, escribió.

“En el pasado, los tribunales han concedido ‘amplia deferencia’. ¡PERO NO A MÍ!”, añadió.

This article originally appeared in The New York Times.

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