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Cómo responderá el físico tras la inactividad, la inquietud de los tenistas y sus equipos en Nueva York

Cómo responderá el cuerpo durante la competencia después de cinco meses sin tenis de alta intensidad es una de las mayores incógnitas que tienen los jugadores -y sus equipos- instalados, desde hace días, en Nueva York, esperando que la reducida gira estadounidense sobre superficie dura levante el telón, este sábado, con el torneo de Cincinnati y, desde el 31 del actual, con el US Open, el único Grand Slam que nunca se canceló, ni siquiera durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. El aplazamiento del circuito, a mediados de marzo, fue un desafío para los jugadores y asistentes: debieron reprogramar las cargas de entrenamiento. Algunos aprovecharon para hacer pretemporadas, otros para corregir puntos débiles. Pero hay un deseo que unifica: tratar de evitar las lesiones.

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"Es evidente que en ningún deporte se produjo la adaptación necesaria para que se pueda volver a jugar al volumen y a la intensidad que se tenían antes de la pandemia. Eso se pagará con lesiones. La amenaza es grande para todos", sentencia el rosarino Claudio Galasso, desde hace cuatro años preparador físico de la puertorriqueña Mónica Puig, actual 91° de la WTA y ganadora del oro olímpico en Río 2016. El cubano Duglas Cordero, el hombre que potencia el físico del austríaco Dominic Thiem (3° de la ATP) y del italiano Fabio Fognini (11°), aporta, ante LA NACION: "El jugador que no haya tenido la posibilidad de prepararse con cierta normalidad no la va a pasar bien en el US Open ya que, por lo general, los jugadores llegan en una alta forma a Nueva York y, así y todo, hay abandonos por las altas temperaturas. Cuando se juntan la falta de entrenamiento, la carencia de competencia y el calor, puede ser complicado".

"Nadie pensó que la cuarentena iba a durar tanto tiempo", reconoce Mario Duré, preparador físico del correntino Leonardo Mayer (118°). Y relata cómo fue la preparación con el Yacaré, en la Ciudad de Buenos Aires: "Tras los primeros quince días vimos que se extendería todo y empezamos a planificar de nuevo. Activamos el físico a través de aplicaciones como Zoom o por videollamada. Sabíamos que mantenernos diez puntos era difícil porque dependíamos del espacio, de los materiales. Cuando se logró el permiso para practicar en un espacio natural, en la cancha y el gimnasio, las primeras cuatro semanas las apuntamos a llegar a un nivel medio de capacidad física y tenística, como después de unas vacaciones. Trabajamos, junto con el cuerpo médico, con un volumen progresivo, respetando al cuerpo, porque se empezaron a romper fibras musculares y era necesario recuperarlas y volver a utilizarlas".

Duré explica que "haber arrancado gradualmente suponía que podía aparecer algún tipo de lesión" y trataron de "disminuir esos factores de riesgo en los primeros 30 días". Superada esa etapa, elevaron la intensidad e hicieron una simil pretemporada de cuatro semanas más, para luego llegar óptimos a las últimas dos semanas "de iniciación a la competencia". Por último, los sets disputados en la cancha de superficie dura del Tenis Club Argentino, en Palermo, le aportaron, a Leo Mayer, la puesta a punto final. "Le prestamos mucha atención a la vuelta de la Bundesliga, que fue la primera competencia de alto rendimiento en reiniciar después de la cuarentena. Los datos mostraron que aumentaron un 30 o 40 por ciento las lesiones. Y dentro de ese porcentaje, el 80% fueron daños musculares, relacionadas con la vuelta. Es verdad que el fútbol es un deporte de contacto y el tenis no, pero de todos modos es una advertencia", añade Duré.

Por vivir en el interior del país, donde el Covid-19 estuvo más controlado que en Buenos Aires, el cordobés Juan Ignacio Londero (62°) fue una suerte de privilegiado. Tras la cancelación de Indian Wells, en marzo, apenas estuvo diez días descansando y a fines de ese mes empezó a ejercitarse. Se armó un pequeño gimnasio en su casa y, en contacto por videollamada con su preparador físico, Roberto Maccione, empezó a hacer trabajos fortalecimiento. Además, trató de no bajar de peso, un asunto que generalmente lo mantiene ocupado."El 1 de junio empezamos a entrenar en Leones, Córdoba -dice Maccione-. Estuvimos dos semanas allí, haciendo, además, un trabajo de adaptación con Sebastián Prieto [NdR: nuevo coach del campeón del ATP de Córdoba 2019]. Nos enfocamos mucho en el hombro y en la cadera, articulaciones que tienen gran exigencia en el tenis. Todo fue en forma progresiva. Ya con la habilitación a los jugadores olímpicos nos trasladamos a Buenos Aires. Como tuvimos unas once semanas disponibles, hicimos como si fueran dos pretemporadas: un trabajo de base y poco a poco bajamos cargas. Los tenistas, por lo general, no están acostumbrados a entrenarse tantas semanas seguidas sin competir. Suelen ser cuatro, cinco o seis, como mucho, y luego salen a jugar".

Más allá de algún contratiempo, con ampollas en los dedos o molestias en un hombro, el entrenamiento de Londero fue como lo añoraban. "Sólo resta ponernos a punto. Por más que se jueguen sets de entrenamiento, no es lo mismo que jugar partidos. El jugador se termina de poner fuerte cuando tiene partidos encima. Estamos con ganas y mucha ilusión", completa "Tin" Maccione.

Cordero, que antes de enfocar sus conocimientos en el tenis trabajó en otros deportes como el béisbol, el levantamiento de pesas, el remo y el voleibol, afirma que este tiempo inusual fue de "gran responsabilidad" para el jugador y el preparador físico. "Hubo que mantener un descanso activo hasta esperar alguna precisión de calendario. Lo más recomendable fue que el jugador mantuviera un entrenamiento sin alta intensidad, al 50 o 60 por ciento en cada ejercicio de fuerza, velocidad y resistencia. Una vez que se tuvo definido el calendario lo importante fue realizar bloques de entrenamiento, combinando el gimnasio y el tenis dentro de la cancha. Personalmente no creo que aparezcan, como en el fútbol, lesiones o desgarros musculares. La inactividad, en el tenis, atentará contra el buen rendimiento. Porque lo que les falta a todos es la cantidad de partidos, que es lo que te pone a tope", opina Cordero.

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Galasso, PF de David Nalbandian entre 2007 y 2013, marca un problema que observó durante algunas exhibiciones en las últimas semanas y que podrían surgir en la competencia oficial. "Fuimos con Mónica [Puig] a Virginia y hubo jugadoras con problemas de hombro y abdominales por haber forzado el saque. Ese es un golpe difícil de igualar en un entrenamiento. La cantidad que se hacen en un partido, las variantes, las necesidades, son imposibles de igualar en una práctica. Muchos hombros pagaron el precio de no hacer saque en la cuarentena. Es que nadie va haciendo 70, 80 o 90 saques por día", dice Galasso.

Y arriesga: "No te extrañe que un Grand Slam lo gane alguien que no esperabas o que los buenos se queden afuera en dos o tres rondas por falta de ritmo. Ya lo veremos. El jugador que vivía con claridad con respecto a su futuro, sobre una base construida en su juego, mañana puede perder contra cualquiera. Hay incertidumbre. Muchos verán la oportunidad y la tomarán. Si las respuestas en el tenis femenino eran inesperadas, se verá todavía más. El tenis es un deporte de precisión en velocidad y tenés que ponerte bien jugando partidos".

Las jornadas y el aumento de la competencia darán su veredicto.