Relámpago del Catatumbo: el impresionante fenómeno que genera una tormenta eléctrica perpetua

I achieved it! After more than 400 shots trying to get a picture (seriously) and two nights of sleeplessness, the lightning shone before the eyes of the entire travel group, I tell you a little about this photo: We were on a platform delighting us with so much activity in the skies, that day we were super exhausted, we had distributed during the day more than 280 kilos of help to the people of the town of Ologa with @ManosalaObraPorVenezuela, mounted on a palafito boat by palafito before the inclement Zulian sun, we had a conversation that night with @alanhighton about how he had seen that on many occasions lightning bolts connected spiritually with people, in the middle of that conversation the most incredible ray that our eyes saw during the nights we were in Ologa fell and my camera caught it at the time perfect, when reviewing the shots and seeing this picture the joy did not fit in our chest, the celebration was throughout the night, the best guide from Catatumbo @alanhighton I do not hesitate to tell us:
Imagen del relámpago del Catatumbo tomada desde la localidad de Ologa, en la costa occidental del Lago de Maracaibo, estado Zulia, Venezuela. (Getty Images)

Lo veía a la distancia cuando era niña, cuando salíamos de paseo por el sur del Lago de Maracaibo y mi padre nos decía emocionado: "Miren al cielo niños, ese es el relámpago del Catatumbo".

Mirar el Catatumbo era distinto que observar cualquier otro fenómeno natural. Los espejismos desaparecían de la carretera cuando nos acercábamos con el auto y rara vez un arcoíris mostraba todo su esplendor en aquellas calurosas tierras zulianas.

Pero cuando aparecía el Catatumbo nunca decepcionaba. Podía pasar mucho rato viendo al cielo escupiendo luces. Imaginaba a dios lanzando flechas. Años después me enteré que en la cosmogonía de los Bari, una de las etnias indígenas que habitan la región, son los espíritus de los ancestros los que crean cocuyos (luciérnagas) gigantes para que la noche se convierta en día.

También me gustaba el Catatumbo porque suele ser una tormenta eléctrica silente. A lo lejos solo disfrutaba del espectáculo de luz, sin el atemorizante rugido cósmico de los truenos.

Los zulianos se sienten orgullosos de ese resplandor nocturno que en las noches claras se divisa hasta a 500 kilómetros en el Mar Caribe. Hablamos de un titilar eterno de luces, que también llaman el Faro de Maracaibo, y que ha servido durante siglos de guía a los marineros.

Los lugareños tampoco le han temido al Catatumbo. Por el contrario, creen en el poder protector de esa iluminación celestial. Se dice que el pirata inglés Sir Francis Drake fue delatado por los relámpagos en uno de sus intentos por saquear la ciudad de Maracaibo, que para 1595 era una pequeña localidad costera de la colonia española.

El ranking de la ciencia

La tecnología de la Nasa le quitó el misterio a mis experiencias infantiles pero confirmó lo que sabíamos cierto. Una zona fértil y húmeda de 13,2 kilómetros cuadrados en el noroccidente de Venezuela, fronteriza con Colombia, es la capital de los relámpagos del mundo.

Los satélites han detectado descargas eléctricas unos 297 días por año, produciendo hasta 250 rayos por kilómetro cuadrado cada doce meses. Es una luz perpetua alimentada por 1,6 millones de rayos anuales.

No es el único

Esa abundancia de descargas eléctricas también se derrama por Colombia, donde nace el río Catatumbo, y donde está el Parque Nacional que lleva su nombre.

Allí queda El Tarra, el séptimo en la lista de los 10 lugares con más relámpagos del planeta.

Hoy en día es un municipio ubicado en el departamento de Norte de Santander.

Pero antes de la colonia, esa extensión verdísima rodeada de montañas y surcada por hilos de agua también era territorio bari. Era un lugar privilegiado, que en su lengua significa encerrado entre ríos. Me gusta pensar que los ancestros también bendecían a El Tarra con las luciérnagas del cielo.

En esa zona, la NASA ha registrado que la tasa de relámpagos ronda los 138 rayos por kilómetro cuadrado.

Colombia también tiene otro lugar donde los rayos no dejan de caer y que no tiene proximidad geográfica con el Catatumbo.

Se trata de Cáceres, en el municipio antioqueño del Bajo Cauca, en pleno corazón colombiano. Los registros suman al menos 6.000 descargas eléctricas mensuales, que pueden llegar a 80.000 en un año.

Es como un marcapaso natural que lanza unas 172 descargas por año en cada kilómetro.

También es una zona caliente con una intensa actividad fluvial. La diferencia con El Tarra es que la zona es más densamente poblada y donde eventualmente mueren personas alcanzadas por los rayos. Por eso les temen y los consideran una maldición.

Las luces de África

El otro país del mundo literalmente caliente en cuanto a rayos se refiere es la República Democrática de El Congo, en el centro del continente africano, donde se encuentran al menos seis de los lugares con más relámpagos en el mundo.

Los científicos creen que esa alborotada actividad eléctrica se debe a los altos niveles de humedad selvática junto a las fuertes corrientes de aire vertical.

Allí encabeza la lista el Parque Nacional Kahuzi-Biega, distinguido por la Unesco como patrimonio de la Humanidad en 1980 por su increíble biodiversidad y donde se encuentra el pico más alto del país.

En esa selva que reinan los gorilas, babuinos y chimpancés caen unos 205 rayos por kilómetro cuadrado cada año.

Para elaborar la lista de los lugares más activos del planeta en relámpagos, el organismo espacial estadounidense estudió los cielos durante 16 años y analizó las descargas que ocurren desde las nubes hasta la superficie terrestre y también entre nube y nube.

Su conclusión fue que las tormentas eléctricas son más frecuentes en las faldas de las regiones montañosas, donde además hay ríos o grandes lagos.

Y tengo claro que esa es la explicación objetiva y científica.

Pero en las noches de tormenta, a mí me apetece acurrucarme en mis recuerdos infantiles e imagino que en el cielo vuelan cocuyos o que los dioses juegan con haces de luz.

Así me duermo contando centellas.

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