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La rebelión de las raquetas: la interna dentro de la ATP y por qué los argentinos apoyan el cambio

Hace poco más de tres décadas, a fines de agosto de 1988, en Nueva York y durante el US Open, más concretamente en el parking del complejo Billie Jean King, se producía la recordada "conferencia del estacionamiento", en la que un grupo de tenistas realizó una improvisada rueda de prensa en la que se presentó lo que hoy se conoce como la ATP (Asociación de Profesionales del Tenis), que generó otra gira en 1990 y un formato que ha permanecido hasta estos días. La ATP consiguió armar un circuito de torneos, pero los cuatro más importantes de cada año -los de Grand Slam- continúan en la órbita de la Federación de Tenis Internacional (ITF). Y la ATP debe lidiar muchas veces con intereses que en ocasiones se oponen: los de los jugadores y los de los dueños de los certámenes a los que ellos acuden.

En este contexto, y pandemia mediante, hace dos semanas una acción abrió una fuerte polémica interna:la exclusión a Guido Pella y Hugo Dellien del Masters de Cincinnati antes de ese torneo, porque el preparador físico de ambos, Juan Manuel Galván, había dado positivo en un test de Covid-19. Ambos quedaron al margen por haber tenido un contacto estrecho con Galván, que volvió a ser examinado varios días después pero ya siempre con resultados negativos. El daño ya estaba hecho, con los jugadores aislados e impedidos de entrenarse a la par del resto. Peor aun: cuando se los autorizó a practicar, no se les permitió hacerlo en el complejo donde se juega el certamen, sino en la cancha de una casa ubicada a más de media hora de viaje desde el hotel en el que se alojaban.

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Lejos de prepararse en condiciones ideales, Pella y Dellien perdieron el martes sus partidos de primera rueda del Abierto de Estados Unidos. El tema es que, el domingo pasado, la organización anunció que un jugador había dado positivo y poco después se supo que se trataba de Benoit Paire, que, lógicamente, fue excluido, pero no sucedió lo mismo con sus colegas franceses: todos recibieron permiso para jugar, aun cuando habían estado en contacto estrecho con el contagiado. Un dolido Pella denunció una "doble vara" para medir distintas resoluciones en situaciones casi idénticas.

El "caso Pella" actuó como revulsivo para una reacción que surgió con el paso de los días. El viernes previo al US Open hubo movimientos en la cúpula del Consejo de Jugadores de la ATP: renunciaron el líder, Novak Djokovic; el canadiense Vasek Pospisil, y el estadounidense John Isner, que de inmediato anunciaron la creación de la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis (PTPA, por sus siglas en inglés), con una foto con varios participantes, entre ellos, Pella y Diego Schwartzman.

Sin embargo, la jugada tuvo un fuerte rechazo de dos pesos pesados: Roger Federer y Rafael Nadal. Además, lógicamente, del de Andrea Gaudenzi, el presidente de la ATP. Después de ganar Cincinnati, Djokovic aceptó las disidencias: "Me encantaría contar con Roger y Rafa, claro. Pero lo entiendo. Entiendo que hay diferentes opiniones, que piensan que éste no es el momento. Pero creo que esto debe ser hecho ahora. Esto viene siendo preparado desde hace más de 20 años". En la lucha interna, se critica a Djokovic por haber generado este movimiento justo en medio de la pandemia.

¿A qué apunta la novel PTPA? Más allá de que el manifiesto inicial pretenda agrupar a los jugadores del top 500 en singles y a los del top 200 en dobles, no está del todo clara su meta en el mediano o el largo plazos. A simple vista aparece como un movimiento separatista, un desprendimiento de la ATP. Sin embargo, sus integrantes la describen como a una agrupación que se propone lo que, según entienden los jugadores, no tienen en este momento: peso y opinión en las decisiones importantes. Al fin de cuentas, los tenistas son las estrellas, los que entran a la cancha y los que deben viajar cada semana de ciudad a ciudad.

No hay por ahora consenso entre ellos, pero la tensión se percibe. Varios jugadores entienden que la ATP no se manejó bien durante la pandemia, y muchos de ellos -los que están por debajo del top 100- sufrieron en lo económico por la falta de actividad. Los renunciantes al Consejo consideraban que no había manera de cambiar las cosas desde dentro, o sentían que no estaban llegando a ninguna parte. Milos Raonic fue claro: "Nos decepcionaron muchas cosas. Los de bajo ranking no ganaban ni un centavo, pero nuestros ejecutivos se quedaron en casa y ni sintieron la necesidad de aceptar recortes salariales". El tiro por elevación fue a los italianos que comandan la ATP: Gaudenzi y el director ejecutivo, Massimo Calvelli. Ambos asumieron sus cargos el 1 de enero de este año, luego de la traumática salida del británico Chris Kermode.

Obligado a marcar terreno, Gaudenzi envió una carta a los tenistas, y fue directo: "No creemos que sea lo mejor para los jugadores, los torneos y el circuito que una asociación de jugadores separada coexista con la ATP. Nuestra competencia por las audiencias es con otros deportes y formas de entretenimiento, no es una batalla entre nosotros [...]. Es decepcionante que el tema de la representación de los jugadores haya resurgido durante esta pandemia, cuando todos han estado haciendo enormes esfuerzos para reanudar la temporada. La ATP está estructurada para ser una asociación igualitaria entre jugadores y torneos, con fuertes cimientos".

Esa falta de representación, sobre todo del lado sudamericano, disparó el apoyo a la PTPA de parte de varios protagonistas de esta región. "No es un sindicato. Me parece que es una buena creación. Los jugadores intentamos ir al frente, pero sin confrontar. La ATP hace cosas buenas y malas, como cualquier federación; nadie es perfecto. Lo que se trata de generar es una comunicación más fluida. Muchos coincidimos en que la Argentina, los sudamericanos, estamos olvidados en el fondo del placard; no nos sentimos representados por el Board. Esto no es un boicot. Se trata de intentar que mejore la comunicación y que cuando haya decisiones importantes, podamos opinar. Hoy no opinamos", explicó Schwartzman. El número 13 del mundo también contó: "Después de la reunión, el representante de las Américas del Board me escribió por primera vez en toda mi carrera. Eso ya es positivo. Es la primera vez que voy a sentarme a conversar con alguien del Board".

Sin dar nombres, también Pella se refirió a la flamante asociación de jugadores: "Sentí bastante empatía de parte de mis colegas y eso me sorprendió para bien. Recibí muchos mensajes de apoyo de jugadores con los que nunca había hablado y que se pusieron a disposición y me ofrecieron ayuda, pero ninguno pudo torcer esta situación. La gente que podría haber hecho un cambio, y podía torcer el camino, se escondió y recién salió cuando las condiciones mejoraron. No puedo señalar a nadie, y no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas", aseveró el bahiense.

Mayoritariamente las voces albicelestes coinciden. "Con todos los problemas que hubo, creemos que los jugadores no tuvimos peso en nada. Lo que pasó con Pella y Dellien fue increíble, insólito. Ahora es difícil que este Consejo haga un cambio, pero queremos tener más peso en las opiniones, y que los jugadores estén más integrados en una misma línea. No sabemos tampoco qué va a pasar. Esto se armó hace unos días, nomás; va a tardar mucho en acomodarse", señaló Leonardo Mayer. En una línea similar se manifestó Federico Delbonis: "Me parece buena la idea de que defiendan los intereses de los jugadores. Por ahí la ATP tiene que lidiar a veces con los jugadores y los torneos, y por ahí dejó de ser lo que era al principio, una asociación de jugadores. Lo que reclamamos es que nos tengan en consideración".

La PTPA asoma muy incipiente todavía. Sin apoyo de Federer y Nadal, podría haber encontrado lugar en la rama femenina. Según se supo, Pospisil conversó con varias jugadoras consultándolas por su situación, pero finalmente no fueron incluidas en el plan de la nueva asociación. Esta última fue una de las razones por las que Andy Murray no dio su apoyo. "No estoy en contra de un sindicato o asociación de jugadores. Pero hay un par de cosas: por un lado, creo que la dirección actual debería tener algo de tiempo para trabajar; luego, si las mujeres tomaran parte de esto creo que se enviaría un mensaje significativo y más poderoso, pero no es lo que sucede. Si esas cosas cambian, podría reconsiderar mi posición". El británico, ex número 1 del mundo, es reconocido desde hace rato por su impulso firme a las necesidades del tenis femenino, que por ahora mira este reclamo de los varones desde un costado. Pero esto recién empieza, y después del Abierto de Estados Unidos la acción se mudará a Europa. Las reuniones previstas en París, antes de Roland Garros, pueden traer más movimientos en un rompecabezas de compleja resolución.

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