Rafael Nadal será el rival de Diego Schwartzman en las semifinales de Roland Garros: el mejor de la historia... pero más "humano"

El partido empieza a las 22.40 del martes y hay 12 grados en París. La función baja el telón a la 1.26 de la madrugada del miércoles, con un par de grados menos. Una ciudad atrapante, envuelta en un Roland Garros contracultural. Por la fecha, por el clima, por el frío, por el viento. Por la hora. Con frío o con calor, de día y de noche, Rafael Nadal. El mejor competidor de todos los tiempos, supremo en canchas lentas, la cabeza magnífica. Todo eso es cierto. Y, sin embargo, el español deja una pequeña puerta abierta. Es... "humano". Tal vez, es vulnerable, porque las condiciones no están definitivamente de su lado. Ganó todos los partidos. Ganó todos los partidos sin perder un set. Pero Peque tiene una carta en el mazo. Y ya lo venció: apenas un puñado de días atrás. Rafael Nadal será el rival de Diego Schwartzman en las semifinales de Roland Garros, previstas para este viernes. El español supera por 7-6, 6-4 y 6-1 en2h49m al italiano Jannik Sinner, de 19 años, un atrevido que tira globos y arriesga con lujos. Pero acaba rendido ante la experiencia y la grandeza.

El punto que le dio el triunfo a Nadal

Nadal derrota obstáculos, rivales y malas vibras. Días atrás, hablaba de las condiciones: "Son muy duras, un poquito extremas. Hace mucho frío y eso lo hace difícil. En la pista son completamente diferentes. He tenido un buen par de entrenamientos, pero jugar un torneo outdoor a nueve grados de temperatura. Es una situación un poquito límite, lloviendo casi cada día, con frío, con viento. Las condiciones no son buenas para mí". Se lamentaba, además, de qué pudo haber sido: "Si no estuviera para asumir el reto de aspirar a lo máximo, no estaría aquí. Si estoy es porque tengo la ilusión de competir al cien por cien; después, que las condiciones no son las ideales, verdad; que la preparación no ha sido la mejor, también."

Y hasta se fastidiaba por las nuevas pelotas de Wilson. "Las bolas son muy diferentes a las de los años anteriores. Antes de venir ya entrené en Mallorca cuando hacía calor, y si ya era de por sí lenta, aquí, con el frío, es como una piedra. Muy lenta. Mi opinión es que no es una bola buena para jugar en tierra", se enojaba. Pero aquí está otra vez: en las semifinales, dispuesto a seguir escribiendo la historia en letras de molde.

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Pero Schwartzman sabe cuáles son sus debilidades. Son amigos. Lo conoce tanto, que va a explotar sus miedos escondidos. Los debe mostrar a la luz. Ocurrió, sin ir tan lejos, el 19 de septiembre pasado, en Roma. Casi como si fuera ayer. El español tenía una ventaja drástica, que derriba al más optimista antes de jugar: un paralizante 9 a 0. Al fin de cuentas, son apenas estadísticas, datos, historias del pasado. Lo que ocurrió certifica que el deporte es una de las expresiones más maravillosas: cualquier cosa puede suceder. El pequeño gigante superó al mallorquín por 6-2 y 7-5 en dos horas y tres minutos y alcanzó las semifinales del torneo italiano, en una de las mejores actuaciones de su vida. "El tenis está loco", definió el asunto el argentino, siempre simpático.

Es Nadal y está "en el patio de su casa", como alguna vez graficó Peque, cansado por la maratón frente a Thiem. El mallorquín está entero. Todo eso es cierto. Lógicamente, Rafa es el candidato excluyente y quiere vengarse del despiste en Italia. Pero, aún sin perder sets, falló mucho, se fastidia seguido y se siente un poco más vulnerable. Solo un poco. En esa dirección tiene que apuntar Schwartzman, instalado en el Top Ten. En el mejor momento de su vida.