El alarmismo exagerado alrededor de la "decadencia" de Nadal

Spain's Rafael Nadal reacts during his men's singles semi-final tennis match against Serbia's Novak Djokovic on Day 13 of The Roland Garros 2021 French Open tennis tournament in Paris on June 11, 2021. (Photo by MARTIN BUREAU / AFP) (Photo by MARTIN BUREAU/AFP via Getty Images)
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En apenas una semana, Rafa Nadal perdió en las semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic y anunció que se borraba de Wimbledon y los Juegos Olímpicos. Inmediatamente, todos los agoreros saltaron a anunciar el final de una era, la decadencia irremediable del gran campeón. Las pasiones es lo que tienen, que generan prisas: si odias a Nadal, es normal que quieras que se convierta cuanto antes en un jugador del montón. Si le amas, es lógico que te pongas nervioso ante la más mínima señal de cambio. Al fin y al cabo, hablamos de un hombre de 35 años que va a cumplir veinte como profesional.

Sin embargo, y aunque obviamente Nadal ya no es un dominador -nunca lo fue como tal más allá de la tierra batida y en los últimos años ese dominio lo reservaba para Roland Garros-, no hay señales en sus resultados de una gran decadencia. Es cierto que ha dejado todo lo que no sea grand slam o tierra batida un poco de lado, pero si nos fijamos en los grandes, los resultados de los últimos tres años indican que Nadal sigue siendo ultracompetitivo: en 2019, ganó Roland Garros y el US Open, fue finalista en Australia y semifinalista en Wimbledon, tras partidazo contra Federer; en 2020, volvió a ganar Roland Garros y perdió en cuartos de final del Open de Australia ante Dominic Thiem en un partido precioso con tres tie-breaks. Aquel año, recordemos, no defendió su título en Nueva York y no hubo edición de Wimbledon. Por último, en lo que llevamos de año, ha perdido en cuartos de final en cinco sets contra Tsitsipas en Australia y la mencionada derrota en semifinales ante Novak Djokovic.

En dos años y medio, ha ganado tres grandes, ha jugado una final, una semifinal y dos partidos agónicos de cuartos ante dos "top five". En medio, la colección habitual de Romas, Godós y Montecarlos, por supuesto. Para mí, un jugador entra en decadencia cuando deja de competir. Rafa compite que da gusto. Rafa entra en un grand slam y de entrada sabes que va a llegar a cuartos de final... luego, un par de puntos aquí o allá, le pueden llevar más o menos lejos, incluso en pista dura o hierba. Mientras haya Roland Garros cada año y Rafa esté con fuerza para prepararlo, sabemos que va a ser uno de los tres favoritos, por decir algo. Si este año se quiere tomar el verano libre es simplemente porque lleva jugando sin parar desde finales de abril. Tiene pinta de que Tokio se lo van a saltar todos menos Djokovic. Wimbledon supone un esfuerzo para sus rodillas innecesario a estas alturas.

Es complicado ver a Nadal caer del top ten y recordemos que es el tenista que más semanas consecutivas ha estado entre los diez primeros del ranking (823 y contando). Nadal se plantó entre los diez primeros de la ATP en primavera de 2005 y más de dieciséis años después ahí sigue, sin perderse, pese a las lesiones, ni una sola semana en el camino. Un jugador con esa regularidad y esa competitividad extrema en los grandes escenarios, no puede en ningún caso estar acabado. Tal vez la gente tenga un recuerdo de Nadal un poco exagerado, ganando cuatro grand slams cada año, pero lo cierto es que lo más que ha ganado en una sola temporada son los tres que se llevó en 2010 (Roland Garros, Wimbledon y US Open). Ganar dos ya era también una anomalía en los últimos diez años.

2019 US Open Tennis Tournament- Day Fourteen.   Rafael Nadal of Spain with the winners trophy after his victory against Danill Medvedev of Russia in the Men's Singles Final on Arthur Ashe Stadium during the 2019 US Open Tennis Tournament at the USTA Billie Jean King National Tennis Center on September 8th, 2019 in Flushing, Queens, New York City.  (Photo by Tim Clayton/Corbis via Getty Images)
Nadal celebra su triunfo en el US Open de 2019. No hace ni dos años de dicha victoria. (Photo by Tim Clayton/Corbis via Getty Images)

La "decadencia" de Rafa Nadal, por lo tanto, consiste en que en vez de ser número uno o dos del mundo, va a ser número cuatro o cinco. Consiste en que no va a competir en torneos en los que no considere que llega al cien por cien. Consiste en que igual se pasa algún año en blanco, como ya sucedió en 2015 o 2016. La "decadencia" de Rafa Nadal no es de ninguna manera un ocaso. El otro día me preguntaban si me parecía más probable que Rafa ganara un grand slam más o que no ganara ninguno. No dudé en contestar que lo primero era casi seguro, hasta el punto de que, en realidad, me parece más probable que gane dos a que no gane ninguno... si seguimos viendo a un jugador que se planta en cuartos de final de cada grande que disputa y una vez ahí no se muestra inferior a nadie.

La clave no va a estar tanto en Nadal como en sus rivales. Los Tsitsipas, Zverev, Medvedev, Rublev o Thiem si es que el austríaco consigue recuperarse mentalmente. Con todos ellos al cien por cien, es cierto que Rafa lo tiene complicado en pistas rápidas porque, además, hay que añadir a Djokovic, claro. Pero en tierra batida... en tierra batida, sigue siendo el mejor. Lo ha sido este año también, solo que ha perdido el partido clave, o, más bien, el set clave en el peor momento. ¿Por qué hemos de pensar que en 2022 no ganará Roland Garros? ¿O en 2023? Hemos visto a Federer tener dos match points para ganar Wimbledon con casi 38 años. En términos nadalianos eso nos ubica en 2024. ¿No puede Nadal sacar para ganar en París ese año? Sería hasta lógico.

En definitiva, a partir de ahora, Nadal asumirá un perfil bajo. Tiene una edad, está cansado mentalmente de tantos años jugando y es posible que su juego se esté resintiendo de los esfuerzos físicos del pasado. Ahora bien, mientras no haya diez jugadores sistemáticamente mejores que él -y no hay ni cinco ahora mismo-, descartarle o darle por amortizado es un suicidio. Nadal volverá a ganar un grande o estará a centímetros de ganarlo, como lo estuvo Federer. Solo una versión superlativa de alguno de los jóvenes aspirantes o el propio agotamiento psíquico de tanta exigencia podría impedirlo. En ocasiones, a Nadal le ha rodeado un optimismo exagerado, propio del súper héroe que no era. No caigamos ahora en el pesimismo más burdo por perder un partido. Queda Rafa para rato.

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