Racing positivo: la barrera que rompió en su estreno en el Maracaná y el festejo que esperó 22 años

Rompió el hechizo. Imponerse en su estreno en el Maracaná, salir airoso en Brasil después de 22 años y superar los octavos de final, esa barrera que asomaba infranqueable desde 2015 en la Copa Libertadores, una tarea que resultó agotadora y angustiante para Racing. Eliminar a Flamengo, el campeón defensor y en su casa, una caricia para la Academia, después de días de turbulencias en los institucional y también en lo deportivo, con la falta de resultados. La imagen del técnico Sebastián Beccacece descargando de boca en el suelo toda la tensión que acumuló en las últimas semanas, mientras los futbolistas armaban una montaña humana en el festejo grupal, resalta el compromiso y el juramente de un plantel que fue apuntado y se sostuvo. Ahora llegará el turno de un nuevo desafío, frente al ganador de la llave entre Boca e Inter, de Porto Alegre: elevar el listón significará el pase a las semifinales, una instancia que Racing no juega desde 1997.

Desde 2016 hasta anoche, la Copa Libertadores era una rueda que giraba siempre en el mismo sentido. Una situación que Racing no lograba destrabar: no lograba imponerse en su estadio en el partido de ida y en el desquite, el rival -primero Atlético Mineiro y más tarde River-terminaba con las esperanzas de los planteles que condujeron Facundo Sava, hace cuatro años, y Eduardo Coudet, dos temporadas atrás. Ni Diego Milito, ni Ricardo Centurión, ni Gustavo Bou pudieron torcer la historia, la que rompieron anoche Arias, Sigali, Soto, Orban, Licha López, nombres que quedaron de rodilla en el Monumental y se levantaron en el Maracaná.

La página reciente en la Copa Libertadores fue la llave con River, que se consagró campeón en Madrid en 2018. El empate sin goles en el Cilindro dejó como imágenes las escasas emociones y la expulsión del capitán Ponzio, una ventaja que la Academia no logró tomar en el segundo tiempo. El desenlace, en el Monumental, fue un juego que se cargó de histeria en las jornadas previas y los millonarios, con la estirpe copera que lograron en el ciclo Gallardo, golearon 3-0 a un atribulado equipo que no descubrió paz. La pesada mochila de las eliminaciones de la Copa Argentina y perder en la última fecha la plaza para la Libertadores 2019, aceleró el pulso de varios protagonistas. Ricardo Centurión y su paso por Boca, agitaron un clima que era tenso: la pelea con Enzo Pérez, un tumulto generalizado de los dos planteles. Una eliminación bochornosa.

Dos años antes, la frustración envolvió a Racing en Brasil. En Belo Horizonte, Atlético Mineiro, donde se destacaba Lucas Pratto, rompió el sueño. Una postura ambiciosa, con Lisandro López como factor de desequilibrio; Licha convirtió de penal el empate parcial 1-1, con el que la Academia lograba clasificarse entre los ocho mejores del continente. Estandarte, guía, complicó a la defensa rival. Más participativo que anoche -igual de líder-, la alegría la descubrió en Río de Janeiro, en un desenlace apretado, con el arquero Arias como figura. La indecisión del guardavalla Ibáñez -la que no tuvo el neuquino nacionalizado chileno y que es parte de la Roja en el inmenso Maracaná- derrumbó esa ilusión del capitán, que retornó ese año con la ilusión de la Copa Libertadores.

Sufre Lisandro López el festejo de Lucas Pratto; en 2016, Atlético Mineiro eliminó a Racing en los octavos de final y dos años después fue River quien rompió la ilusión de la Academia en la misma instancia
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Hay que remontarse a 2015 para descubrir a la Academia en los cuartos de final, cuando el equipo que dirigía Diego Cocca cayó con Guaraní, de Paraguay, tras perder 1-0 en Asunción e igualar sin goles en Avellaneda. A partir de ahí, se levantó una barrera de la que Racing no encontró el mecanismo con el que sortearla. El futuro será en la Boca o en Porto Alegre, esos son los caminos de la nueva estación. La aventura que empezó con triunfos en Mérida, Lima, Montevideo y ahora Río de Janeiro. Porque la Academia marcha invicta fuera de Avellaneda, enseñando que no la asusta la adversidad.

Cinco años de la última vez que se clasificó a los cuartos de final y 23 desde que inscribió su nombre entre los cuatro mejores de Sudamérica. Dos marcas que incomodan: la Copa Libertadores se convirtió desde 1967 en un trofeo esquivo y Racing lo quiere volver a abrazar.