Qué es la heparina y por qué puede ayudar a bloquear la entrada del COVID-19 en nuestro cuerpo

(Photo by: BSIP/Universal Images Group via Getty Images)
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La mejor noticia que podríamos dar ahora mismo es que hubiese una vacuna frente al coronavirus. Pero mientras las vacunas llegan, los investigadores siguen buscando tratamientos, maneras de reducir el daño y los problemas que la infección por SARS-CoV-2 provoca en los contagiados.

Uno de los últimos descubrimientos se ha publicado recientemente – en forma de pre-print, eso sí: la heparina, un medicamento conocido desde hace tiempo podría ayudar a combatir el coronavirus. Lo que han demostrado los autores en el artículo es que la heparina evita que el virus entre en las células, lo que es una buena noticia. Eso sí, la heparina tiene sus contraindicaciones y no se le puede administrar a todo el mundo.

Bien, empecemos por entender qué es la heparina. Se trata de un medicamento anticoagulante – o antitrombótico venoso: cuando un paciente tiene posibilidades de que se forme un coágulo de sangre, la heparina es un tratamiento muy común. Evita que se formen trombos, o coágulos de sangre, dentro de los vasos sanguíneos. De hecho, la heparina se emplea como tratamiento preventivo cuando un paciente sufre cirugías que le vayan a dejar inmovilizado mucho tiempo, como una operación de rodilla o cadera. Incluso se usa para dar una capa a ciertos materiales quirúrgicos, como vías, para evitar que se formen coágulos que los taponen.

El mecanismo por el actúa la heparina – la explicación bioquímica, fisiológica y farmacológica – es larga y complicada de entender. Pero lo que nos importa en el caso del coronavirus es que la heparina reacciona con el heparán sulfato, un compuesto de las células humanas que aparece en todos los tejidos. Vamos, que está presente en todo el cuerpo.

Y ahí es donde interfiere con el coronavirus. No tiene nada que ver con los coágulos, si no con el heparán sulfato. Porque esta sustancia es una de las “puertas” por las que el SARS-CoV-2 entra en las células humanas. De hecho, y según se ha ido sabiendo, es uno de los dos lugares a los que se une la famosa proteína S. La otra es la enzima conversora de angiotensina (ACE2).

Cuando un paciente ya está infectado por coronavirus, la heparina interacciona con el heparán sulfato cerrándole la “puerta” al coronavirus. De esta manera la carga viral se reduce, el sistema inmune de la persona contagiada gana tiempo, y le resulta más sencillo luchar contra la enfermedad.

Un detalle interesante: el heparán sulfato varía con el género – si se es hombre o mujer – y también con la edad. Los autores del artículo plantean que, tal vez, parte de la explicación de por qué el coronavirus afecta más a ciertos grupos de edad pueda estar relacionado con el heparán sulfato. Pero demostrar eso no era el objetivo de su artículo, y sólo dejan la sospecha.

Parece una buena solución, ¿no? En parte lo es, pero también tiene su cara negativa, obviamente. Porque la heparina se usa para tratar coágulos, pero puede llegar a ser peligrosa si a quien se la damos no tiene problemas de coagulación.

Un ejemplo sencillo: ¿qué pasaría si una persona a la que le administran heparina se hace un corte? Por el efecto de la heparina, le costará más coagular. Es decir, al cuerpo le costará cerrar la herida, lo que puede llegar a ser peligroso en algunos casos. Incluso si no hay problemas, no conviene dar medicamentos si no es necesario.

Así que, si el estudio se confirma – de momento el artículo está en revisión para comprobar que la ciencia que sustenta las conclusiones es válida – tendríamos una herramienta más para tratar a los pacientes de COVID-19. No sería un tratamiento preventivo, o al menos no de momento – habría que realizar un ensayo clínico para probarlo, y ese tipo de estudios llevan mucho tiempo – pero poco a poco vamos encontrando alternativas, tratamientos y soluciones. Aunque sean parciales y no valgan para todo el mundo, son buenas noticias.

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