¿Pulpo de piscifactoría? Es posible, pero los científicos advierten de todo lo malo que conlleva

An incirrate octopod is shown at a depth of 4,290 meters taken by a remotely operated underwater vehicle Deep Discoverer near Necker Island, or Mokumanamana, on the northwestern end of the Hawaiian Archipelago in this image courtesy of NOAA Office of Ocean Exploration and Research, Hohonu Moana 2016, released on March 5, 2016.    REUTERS/NOAA/Handout    FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS. THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. IT IS DISTRIBUTED, EXACTLY AS RECEIVED BY REUTERS, AS A SERVICE TO CLIENTS    TPX IMAGES OF THE DAY

Los pulpos están ganando en reconocimiento y cada vez son más apreciados como producto culinario. Pero claro, si cada vez se comen más cada vez se pescan más, lo que puede suponer un problema – a medio plazo, al menos – para sus poblaciones salvajes. Y por eso los esfuerzos para conseguir criarlos en cautividad, en hacer “granjas de pulpos”, también aumentan.

Y eso supone un problema serio para algunos especialistas. De hecho, más de 100 ecólogos han firmado un manifiesto en contra de esta idea. Por motivos ambientales, pero también éticos.

El problema es complejo, así que vamos por partes. La idea de crear granjas de pulpos parece buena desde un punto de vista ambiental. Si cada vez se venden más pulpos, que hoy en día se capturan de poblaciones salvajes, la presión sobre las poblaciones aumentará. Y la sobrepesca es uno de los mayores peligros para la supervivencia de cualquier especie, o conjunto de especies como es este caso.

Visto así, parece raro que estas futuras granjas sean un problema ambiental, ¿no? Pero sí que lo son. Por una parte, hay que tener en cuenta el impacto sobre el medio natural que tendría crearlas. Y gestionarlas tampoco es ninguna tontería, ya que se producirían residuos que habría que tratar y cuestiones similares.

Pero el mayor problema es qué darles de comer. Porque los pulpos son depredadores, son carnívoros. Y la idea sería darles caballa y cangrejos de mar, o al menos eso proponen algunos estudios sobre su alimentación. Que no son precisamente dos animales cuyas poblaciones no estén tocadas. Además, que no son las únicas propuestas, y lo más seguro que es que aprovechase para alimentar a los pulpos en cautividad con lo mismo que se les da a los salmones de piscifactoría: anchoas y sardinas. Y esas especies sí están en serio peligro.

O sea, que un problema ambiental sí serían. Pero bueno, si es para alimentar a la gente, hay que hacer sacrificios y valorar qué es mejor, ¿no? Porque si los pulpos empezasen a escasear, aumentaría el precio y eso supondría un problema para quienes dependen de este cefalópodo para alimentarse…

Sobre esto ha hablado Jennifer Jacquet, de la Universidad de Nueva York y promotora del manifiesto, y lo explica muy claramente: evitar las granjas de pulpos no pondría en peligro la seguridad alimenticia de nadie, porque no hay sociedad que dependa del pulpo como fuente primaria de alimento. Es una delicatessen, un lujo, y no una pieza básica en la alimentación. “Significaría que consumidores con posibilidades económicas tendrían que pagar más por los cada vez más escasos pulpos salvajes”

Y aquí es donde entramos, de lleno, en la parte ética. El tema es que los pulpos son animales muy inteligentes. De hecho, capaces de pensamiento complejo, que no es poca cosa. Y la perspectiva de condenar a estos animales a una vida de cautividad no parece muy ético. Porque entrarían en estado de larva, crecerían en la granja, e irían a la mesa de alguien. Una vida de cautiverio.

Tampoco sería ético en el caso de otros animales de alta inteligencia, claro. Como los cerdos, por poner un ejemplo muy clásico en estos casos. Pero en el caso de los pulpos se juntan el que no hay necesidad, que sería un problema ecológico crear las granjas… y que estamos en el momento de tener el debate y decidir si debe ocurrir o no.

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