Absténganse golfistas mediocres que contaminen el mar con bolas de golf

Pelota de golf integrada en la biodiversidad marina. (Getty Images).
Pelota de golf integrada en la biodiversidad marina. (Getty Images).

Dicen que las fotos nunca hacen justicia a la belleza visual de Pebble Beach, playa ubicada en Monterrey, California, en la que se disputa el US Open desde este jueves hasta el domingo 16 de junio. Robert Louis Stevenson, el autor de ‘La isla del tesoro’ y ‘El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr Hyde’ usó su elocuencia para describir esa zona del mundo.

“El encuentro más afortunado entre la tierra y el mar en la creación”, escribió.

Exactamente en ese lugar, mientras los golfistas compiten por el trofeo, los lugareños se echan las manos a la cabeza. Las aguas de Pebble Beach están llenas de pelotas de golf que están impactando gravemente al ecosistema y desde la organización alientan a que se abstengan de errar golpes. El problema se lleva sufriendo desde hace décadas por eso desde la Pebble Beach Company llevan tiempo instalando carteles en lo que instan a aquellas personas que usan el campo de golf que no lancen pelotas al agua. Otra práctica habitual es la de contratar a buzos para que las recojan.

Pebble Beach 17 Green
Pebble Beach 17 Green

El problema salió a la superficie hace tres años, cuando la adolescente, Alex Weber, se topó con un fondo marino completamente blanco mientras buceaba.

“Había un manto lleno de bolas de golf”, afirmó a la agencia Reuters esta semana. “Al ver la escala de tanta contaminación me pregunté cómo era posible que nadie estuviera haciendo nada al respecto”, añadió.

Fue en ese momento cuando decidió tomar cartas en el asunto. Aprovechó sus dotes de buceo para recoger todas las pelotas de pudo y después contactó con un investigador de la Universidad de Stanford para participar en un estudio científico: el impacto de las bolas de golf en la contaminación marina. El trabajo dio en el clave, porque tanto el Santuario Nacional de Marina como gerentes del propio campo de golf se interesaron por los resultados.

A principios de año la empresa que gestiona el campo de golf Pebble Beach acordó realizar 200 limpiezas del fondo marino al año durante cinco años o hasta que se perciba un cambio radical en el ecosistema del océano.

Pelota de golf integrada en la biodiversidad marina. (Getty Images).
Pelota de golf integrada en la biodiversidad marina. (Getty Images).

“No teníamos ni idea de hasta donde íbamos a llegar cuando comenzamos”, agregó Weber, quien ahora cuenta con 19 años de edad y estudia Ciencias Medioambientales. “Todo está sucediendo”, destacó.

Según las estimaciones del estudio co-conducido por Weber, hay entre de dos y cinco millones de bolas de golf en las aguas de la zona de Stillwater Cove, una parte de Pebble Beach, por lo que el número podría ser todavía mayor. Si se tiene en cuenta que cada pelota equivale según Reuters a siete bolsas de plástico de supermercado o tres botellas de agua, el impacto se entiende algo mejor.

Cuando esas pelotas se desintegran, sueltan una goma que cubre otra bola más pequeña. Se crean micro partículas de plástico que se mezclan con el plancton y otra vida marina. Entonces suede lo que suele suceder con las bolsas de plástico y las botellas: que esas minúsculas partículas se incorporan a la cadena alimenticia que afecta a los animales marinos primero, y a los seres humanos después. Algunas pelotas de golf más sólidas no desprenden esa goma, pero sustancias químicas que se mezclan con el agua.

Las bolas en golf en el mar es un problema global como demuestra esta imagen tomada en Vietnam. (Getty Images)
Las bolas en golf en el mar es un problema global como demuestra esta imagen tomada en Vietnam. (Getty Images)

Pebble Beach es un ejemplo de la magnitud de este tipo de campos de golf que están cerca del mar y Weber espera que sirva de ejemplo para que haya una concienciación generalizada para respetar el océano.

La joven buceadora ha sido capaz de recoger 50 mil bolas a través de una fundación que fundó para salvar los océanos. Con ellas, está elaborando una experiencia con la que también pretende concienciar de la contaminación.

“Estamos construyendo una ola gigante con esas pelotas para que la gente pueda entrar y colocarse sobre una tabla de surf y ser impregnado con basura”, sentenció Weber, quien pretende transportar esta escultura a festivales de música, campeonatos de surf y demás eventos que sirvan para que sus asistentes tengan conciencia de qué podría pasar si seguimos contaminando los océanos.