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Donald Trump parece convencido de que no puede ganar unas elecciones limpias... y esta es la prueba

Donald Trump al parecer está convencido de que perderá las elecciones del 3 de noviembre si estas proceden con la normalidad y las salvaguardas que se requieren para preservar la institucionalidad democrática y proteger a la población de la pandemia de covid-19.

Quizá por ello ha decidido estigmatizar el proceso electoral de tajo y dicho que, por el importante componente de voto por correo que este tendrá, será “el mayor engaño de la historia de la política”.

Esto a fin de sentar las bases para, posiblemente, rechazar el resultado electoral si no le es favorable y contar con un amplio movimiento que lo apoye en ello.

El presidente Donald Trump al aceptar la nominación de su partido en el primer día de la Convención Nacional Republicana. (AP Photo/Chris Carlson)
El presidente Donald Trump al aceptar la nominación de su partido en el primer día de la Convención Nacional Republicana. (AP Photo/Chris Carlson)

El mensaje que envió al aceptar la candidatura presidencial del Partido Republicano y otros en ese tono así lo sugieren. Máxime cuando el propio presidente no ha dicho si, en su caso, aceptaría su derrota.

Trump ha criticado el voto por correo afirmando sin mostrar pruebas que es un esquema colmado de fraude. “La única forma en que ellos [los demócratas] pueden quitarnos esta elección es con una elección amañada”, dijo Trump en su discurso al aceptar la nominación republicana.

Además, acusó que los demócratas “están usando el covid para robarse la elección, para defraudar al pueblo estadounidense”.

Trump no ha ofrecido pruebas de tal fraude ni señaló en su discurso opciones para fortalecer el sistema de voto por correo a fin de prevenir la supuesta alteración que se avecina. Su campaña ha presentado demandas, por ejemplo en Nevada, New Jersey y Pennsylvania, impugnando la ampliación del voto por correo e intentando restringirlo, pero hasta el momento no han logrado mucho éxito en ello.

Con todo, las demandas judiciales al respecto son numerosas: 173 demandas en 43 estados y Washington DC, de acuerdo a una revisión de NBC News. Es incierto cuál será el resultado de todas pero, de acuerdo a numerosos reportes, la incidencia de fraude en el voto por correo es mínima, y los controles para prevenirlo considerables por lo que sería altamente improbable que se diesen irregularidades de la magnitud necesaria para causar el mayúsculo fraude que clama Trump.

Y, en general, gobernadores tanto demócratas como republicanos apoyan el voto por correo y, más allá del discurso que algunos puedan emitir, en la práctica no apoyan la noción de que esa modalidad de votación será fraudulenta y consideran, en cambio, que deben impulsarla como una vía segura para que los ciudadanos emitan su sufragio en tiempos de pandemia.

La propia comisionada de la Comisión Federal de Elecciones, Ellen L. Weintrub, ha descartado enfáticamente que el voto por correo conduzca al fraude y rechazó que exista base para suponer que la elección será afectada por alteración, robo, manipulación o falsificación del voto por correo. En una extensa serie de tuits, Weintrub rechaza una tras otra las nociones de que el voto por correo vaya a vulnerar el proceso electoral.

Acotar el voto por correo podría, además, mermar al propio Trump, pues muchos de sus votantes recurrieron a esa modalidad en 2016 y lo harán de nuevo en 2020. Y, al final, conducir a que la gente no ejerza su voto con la amplitud de posibilidades que impone el covid-19 sí causaría una afectación a la democracia.

Es por ello que la obsesión de Trump por estigmatizar y frenar el voto por correo revelaría, en realidad, no su temor al fraude sino a su derrota, y no su interés por una elección limpia sino un intento autoritario de cuestionarla para desconocer su resultado si no le es favorable.

Y con sus señalamientos de que la noche de la elección podría no conocerse al ganador, y la posibilidad de que el conteo de grandes cantidades de votos por correo haga que los resultados finales no puedan conocerse hasta varios días después, Trump pretende convertir lo que constituye el debido proceso de contar todos los votos en estricto apego a la ley en una suerte de prueba de que se ha perpetrado el fraude.

Ciertamente, si el voto por correo fuese considerable en un estado con un resultado muy cerrado, quien vaya adelante en el conteo en la noche de la elección podría no ser el ganador cuando se cuenten todos los votos. Eso es una situación obvia pues en indispensable que todos los votos sean contados. Y ese tiempo extra para lograr un conteo completo fortalecerá la legitimidad de la elección.

Pero Trump ha comenzado también a propagar que todo aquello que no signifique su proclamación como ganador la noche del 3 de noviembre implica que se ha desatado el fraude.

El voto por correo, según estudios diversos, es utilizado en similar proporción tanto por votantes demócratas como republicanos, por lo que desacreditarlo y pretender que se reduzca su uso es, además de ominoso en tiempos de pandemia, un ataque autoritario contra todo el proceso democrático.

Millones de ciudadanos votan por correo en las elecciones de EEUU, con casos de irregularidades mínimos. (AP Photo/Ted S. Warren)
Millones de ciudadanos votan por correo en las elecciones de EEUU, con casos de irregularidades mínimos. (AP Photo/Ted S. Warren)

Así, algunos consideran que el ataque del presidente al voto por correo luce como un intento de preparar el terreno para que, en caso de perder la elección, clame que ha sido víctima de fraude y movilice a sus seguidores entusiastas para expresar su repudio.

Se trata de un escenario ominoso y que, al final, no conduciría a retener a Trump en la Casa Blanca pues en el supuesto de que los resultados de la elección resultasen impugnados o invalidados, eso no significa que el presidente se mantendría en su cargo más allá del 20 de enero de 2021. Que la elección resultase inválida no extendería el mandato del actual presidente más allá de su término constitucional, salvo que se diese una ruptura institucional mayúscula que sería indeseable, antidemocrática y contraria a la institucionalidad republicana.

Es por ello poco probable que ese escenario llegue a suceder, pero también podría darse que un Trump vencido mantenga una oposición activa y con numerosos y enardecidos seguidores bajo el argumento de que se le ha robado la elección y con ello mine el gobierno de su sucesor.

Pero aunque Trump está detrás de Biden en las encuestas, en realidad tiene posibilidades de ganar la elección, quizá más de las que se le atribuían en 2016. Pero resulta notorio que el presidente y su entorno, con toda la retórica de exaltación de sus acciones y sus afirmaciones de que la reelección del presidente es lo que necesita el país, al parecer no consideran que eso les será suficiente para convencer al electorado estadounidense y por ello han recurrido a la fabricación de una inexistente amenaza de fraude para tratar de descalificar de antemano una posible derrota.

El voto libre y efectivo es el fundamento de la democracia y por ello ha de ser promovido y defendido al máximo para garantizar que la mayor cantidad posible de ciudadanos lo ejerzan de modo seguro.

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