Por qué la Navidad es la época más triste del año: la respuesta está en el azúcar

Por qué la Navidad es la época más triste del año: la respuesta está en el azúcar

Mantenerse alejado de los dulces durante las fiestas navideñas es complicado. Turrones, polvorones, mazapanes, el típico roscón… Y ya si hablamos de azúcares añadidos, es prácticamente imposible: están presentes en refrescos, snacks y una lista tan larga que es imposible contemplarla completa. Pero si se tiene tendencia a la depresión, igual es buena idea.

Porque, tal y como se explica en un artículo reciente, el consumo de azúcares añadidos empeora los síntomas de lo que en el mundo anglosajón se conoce como “winter blues” o depresión invernal, y que aquí recibe el término de astenia otoñal.

A nivel biológico, una depresión – vamos a utilizar este nombre, menos apropiado que astenia pero más conocido – conlleva una gran cantidad de procesos y síntomas. Y muchos de ellos empeoran con el consumo de azúcares añadidos. Entre ellos, inflamación, procesos metabólicos y neuroquímicos.

Claro, que la cosa es aún más complicada de lo que parece. Con la llegada del invierno, los días se acortan. El fotoperiodo – la relación entre horas de luz y oscuridad – controla muchos procesos biológicos, entre ellos los relojes internos o ciclos circadianos.

Por eso nos sentimos más tristes durante el otoño, y especialmente cuando esta estación termina y comienza el invierno – cuando los días son más cortos – que coincide precisamente con las festividades navideñas.

Y estas fiestas complican aún más la situación. Al variar los ciclos circadianos de los que hemos hablado antes, la calidad del sueño empeora. Necesitamos dormir más horas pero no lo hacemos. Y nada hay peor para los ciclos circadianos que variar los patrones.

Vamos, que cambiar las horas normales de irse a la cama y levantarse no es bueno, y si pensamos en las reuniones familiares podemos ver que es precisamente lo que hacemos.

Algo que ayuda a regular nuestra química y hormonas, que se ven muy afectadas por los “relojes biológicos”, es el azúcar. Pero de una manera bastante paradójica: en un primer momento ayuda a mejorar el ánimo, pero si el consumo es elevado o se mantiene en el tiempo, produce un efecto rebote y nos hace sentirnos peor.

Pero de primeras nos ayuda, y por eso nos lanzamos a las bandejas de turrones durante las fiestas. Como si fuéramos adictos – porque algo de eso hay en los mecanismos neurofisiológicos – nos vemos atraídos hacia los azúcares que nos ofrecen. E igual de fácil es tomar más de la cuenta.

Así que, en resumen, si queremos evitar la astenia otoñal, el christmas blues o depresión invernal o como lo queramos llamar, lo mejor es evitar los azúcares. O si no podemos, al menos usar la cabeza y tomarlos con moderación.

Más historias que te pueden interesar: