Por qué el subcampeón de Italia tiene el estadio vacío aunque 'regale' los abonos

NAPLES, ITALY - APRIL 22:  Jose Callejon of SSC Napoli in action during the Serie A match between SSC Napoli and Atalanta BC at Stadio San Paolo on April 22, 2019 in Naples, Italy.  (Photo by Francesco Pecoraro/Getty Images)
José Callejón jugando para el Nápoles ante una grada vacía. Foto: Francesco Pecoraro/Getty Images.

En Italia el fútbol tiene un nombre propio: Juventus. Los blanquinegros de Turín llevan 35 campeonatos nacionales, incluidos ocho de forma consecutiva desde 2012 hasta hoy, y por ahora no hay quien les tosa. De entre los mortales, los aspirantes a aprovechar un hipotético e improbable resbalón de la Vecchia Signora, hay varios equipos con más o menos pedigrí, como el Milan, el Inter o la Roma. Pero a juzgar por el rendimiento reciente, con tres subcampeonatos y un tercer puesto en las últimas cuatro campañas, nadie discute que el segundo más fuerte del país ahora mismo es el Nápoles.

Cabría pensar que ante la situación más que aceptable del equipo local, que aparte de en la Serie A y la Coppa participará una campaña más en la Champions League, el respaldo popular sería masivo. Y más teniendo en cuenta el carácter apasionado, casi fanático, de las gentes de la región, sobre la que se han escrito mil tópicos (de los que novecientos noventa y pico son ciertos) relativos a la pasta, la pizza, la camorra y el fervor religioso repartido a partes iguales entre San Genaro y Maradona. El hincha partenopeo siempre ha sido fiel, incluso en los tiempos más duros de las refundaciones por deudas y la tercera división, a pesar de que la historia de la entidad tampoco está precisamente abarrotada de trofeos: solo ha ganado dos veces la liga, la última en 1990.

Los hinchas del Nápoles son de natural bulliciosos. Pero es que además son muchos, y siempre lo han sido. Solo el municipio ya roza el millón de habitantes, que sumando la provincia (o città metropolitana, como se llama tras la enésima reforma administrativa) supera holgadamente los tres millones, en una de las áreas con mayor densidad de población de Europa. Y la trascendencia del club va más allá de sus límites geográficos, puesto que tradicionalmente ha sido el gran referente balompédico del sur. Un estudio de 2016 coloca a la entidad como la cuarta más popular de Italia, con más de cuatro millones de seguidores en toda la nación.

Sin embargo, entre los dirigentes del club blanquiazul cunde la preocupación. No hay datos oficiales, porque (quizás por vergüenza) la entidad no los quiere publicar, pero La Gazzeta dello Sport, uno de los diarios deportivos más prestigiosos de Italia, estima en apenas 8.000 la cantidad de seguidores que han renovado su abono de socios. Otras fuentes aumentan algo el número, pero ninguna va más alla de los 9.000. Es una cifra ridículamente baja, y más teniendo en cuenta que San Paolo, el campo donde suele jugar el Nápoles, tiene un aforo de 55.000 espectadores.

La situación es más extraña todavía considerando, además, que los precios se han desplomado con respecto al año anterior. Alessandro Formisano, director de marketing del club, anunció hace un mes las nuevas tarifas y recalcó que son, de media, un 25 % más baratas, descuento que llega al 30 % en algunos casos. Por ejemplo, la curva (el sector justo detrás de la portería, equivalente a los fondos o goles en los estadios españoles) ha bajado de 350 a 269 euros.

Todo son ventajas, decía Formisano, y cierto es que lo parece. En la misma curva, la zona menos costosa, cada partido de liga sale a poco más de 14 euros. Son “los precios más bajos de los últimos nueve años” y salen hasta un 40 % más económicos que comprar entradas individuales para cada encuentro, calcula el dirigente. Otro valor añadido es que el nuevo abono permite a los seguidores acceder a los entrenamientos que tengan lugar en San Paolo y ceder gratuitamente el acceso de hasta cinco partidos a aficionados que no esté abonados.

Por si fuera poco, además, el estadio, cuyo propietario es el ayuntamiento, se ha reformado con motivo de la Universiada que se acaba de celebrar en la ciudad, añadiendo un plus de comodidad a un recinto al que, justo es reconocerlo, buena falta le hacía un arreglo. Pero ni por esas. El equipo es actualmente el tercero con menos abonados de la máxima categoría italiana, solo por encima de la SPAL de Ferrara y la Atalanta, clubes con mucha menor masa social y estadios más pequeños. Por comparar, el Inter va por los 40.000 socios inscritos, el Milan 30.000 y la Juve 27.000. Incluso un equipo pequeño, recién ascendido y también originario del empobrecido sur de la península como es el Lecce va ya por los 17.000.

Entonces, ¿qué ocurre? ¿Por qué, pese a que el Nápoles marcha objetivamente bien y a que el gasto es mucho menor que otras veces, la gente está dejando de apoyar al equipo? Hay varios factores que, aunque no terminen de explicar lo que pasa, podrían aportar algo de luz.

Uno de ellos es la decepción de la hinchada con el mercado de fichajes que está completando el Nápoles. Han sonado nombres importantes, como James Rodríguez o Mauro Icardi, pero de momento no ha llegado al club ninguna figura de renombre que permita a los tifosi soñar con ir un paso más allá. La única adquisición destacable es la del central griego Kostas Manolas, que viene de la Roma. A cambio, para la capital del país se ha ido Diawara, y el central Raúl Albiol ha vuelto a España, concretamente al Villarreal. Lo más parecido a un crack mundial que hay en la plantilla es el belga Dries Mertens, que lleva en la casa desde 2013.

Aunque hay tiempo para fichar hasta que se cierre el mercado el 2 de septiembre, los hinchas no confían en que el presidente Aurelio De Laurentiis, de profesión productor de cine, sea capaz de traer a nadie que marque la diferencia. Influye también que la gestión del mandatario (quien lleva en el cargo desde 2004; compró la sociedad cuando estaba en el pozo de la Serie C1 y su situación económica era tan calamitosa que la desaparición era un riesgo real) no es del agrado de un cierto sector de la grada. A los hinchas no les gusta que no esté centrado en el Nápoles, sino que se haya comprado otro equipo (el Bari, un histórico venido a menos, hoy en tercera categoría, pero con quien el Nápoles siempre ha tenido rivalidad) y lleve tiempo rumoreándose que tiene interés en hacerse con otro más, el Avellino, de una ciudad cercana, con cuya afición nunca ha habido buena relación.

En realidad cualquier excusa ha sido siempre buena para criticarle: ya hubo pancartas en su contra cuando vendió a Higuaín a la Juventus en 2016, y prácticamente en todas las ventanas de fichajes se suceden las críticas porque opinan que, pese a las promesas frecuentes de traer futbolistas de altísimo nivel, los refuerzos no están a la altura de lo esperado. En sentido amplio, De Laurentiis está acusado de utilizar el club para sus negocios particulares y haberse enriquecido gracias a él, motivo por el que muchos seguidores creen que está traicionando los valores históricos de la entidad y de la ciudad. Se ha comprobado que, haga lo que haga, nunca le van a querer.

La Gazzetta cita otros factores que pueden haber influido en el distanciamiento entre el club y su base de seguidores. Uno que a priori parece poco relevante pero que, en un entorno tan pasional como el napolitano, tiene su punto de importancia, es el hecho de que el club ahora tiene su centro de entrenamiento en Castel Volturno, una localidad en la provincia de Caserta a unos 50 kilómetros del centro de la metrópoli del Vesubio. Esto impide el contacto diario directo entre jugadores e hinchas y hace que los segundos se sientan menos unidos a los primeros, lo que se agrava con el hecho de que en la plantilla actual los jugadores de nacionalidad italiana se cuenten con los dedos de una mano y solo uno, el capitán Lorenzo Insigne, sea napolitano de nacimiento. Esto podría explicar que en otras épocas menos gloriosas en lo deportivo, como los años ‘70, llegara a haber 75.000 abonados, pero que en los últimos años, aunque no fueran tan calamitosos como este, se apreciaran también caídas importantes, superando los 10.000 por márgenes muy escasos, pese a que el rendimiento en el césped sea mucho mayor. Otros argumentos, como los malos horarios o la poca competitividad del torneo sometido a la dictadura juventina, son también dignos de mención, si bien pueden descartarse al comparar la situación del Nápoles con la de otros rivales donde la audiencia sí está respondiendo.

Hay cierto margen todavía, ya que, aunque el campeonato empieza dentro de cuatro días, el Nápoles juega sus dos primeros partidos fuera de casa y no debuta ante su público hasta la tercera jornada, el fin de semana del 15 de septiembre, cuando reciba a la Sampdoria en fecha y hora exacta aún por determinar. Dadas las circunstancias, no parece que la tendencia vaya a cambiar demasiado. Los analistas transalpinos sospechan que solo un bombazo repentino que pusiera patas arriba el mercado de fichajes podría arreglar el desastre. ¿Otra ofensiva por Icardi? ¿Fernando Llorente? Tendremos que estar pendientes del calciomercato...

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