Cuando Poli Díaz tocó el cielo pero no hizo los deberes

NORFOLK, VA - JULY 27,1991: Poli Diaz (R) moves in for a the punch against Pernell Whitaker during the fight at the Scope Arena in Norfolk, Virginia. Pernell Whitaker won the WBC lightweight title, WBA World lightweight title and the IBF lightweight title by a UD 12. (Photo by: The Ring Magazine via Getty Images)

El momento más álgido de la carrera de Poli Díaz en los cuadriláteros está ya bastante lejos. También su mejor momento en lo personal, pese a que hace ya un tiempo que su vida no marcha por caminos de drogas, detenciones y delincuencia. Sin embargo, ‘El Potro de Vallecas’ fue detenido en la noche del martes 4 de mayo en Las Palmas de Gran Canaria y el juez de guardia ordenó ingreso en prisión por un delito de lesiones. Un sobresalto en su día a día que no llega en el mejor momento, pues Poli se estaba preparando para regresar al boxeo en el mes de noviembre, a sus 53 años y 30 después del que fuera el combate más importante de toda su carrera.

Después de 32 victorias consecutivas y con un récord invicto, Poli Díaz viajó a Norkfold, Estados Unidos, para enfrentarse a Pernell Whitaker por los títulos mundiales de los pesos ligeros de la WBC, WBA e IBF. Corría el 27 de julio de 1991 y era la primera vez que el vallecano cruzaba el charco para pelear por el máximo reconocimiento en el cuadrilátero. Llegaba a ese punto después de conseguir ocho títulos de campeón de Europa y no haber perdido ni un solo combate. Era su momento.

En aquellos días, hablar de Poli Díaz era hacerlo del chico de oro del deporte español. Acudía a las fiestas de más postín, aparecía en televisión, protagonizaba campañas comerciales. No es que estuviese en la cresta de la ola, sino que él era la propia cresta de la ola… y quizás por eso el boxeo no siempre estaba en primer plano. Era el Poli “sobrao en el ring y sobrao en la calle”, como el mismo confiesa en su autobiografía. Tanto que coincidiendo con un combate de exhibición de Whitaker en el Palacio de los Deportes madrileño, ‘El Potro’ aprovechó para acudir a la grada de tapadillo y provocarle al final de la pelea. La escena lo tuvo todo para que ambos empezasen a preparar su encuentro dentro del ring.

Poli gritando desde la grada a Whitaker, preguntándole si es que le tenía miedo y por eso no quería pelear con él. El norteamericano subido a las cuerdas del ring invitándole a liarse a puñetazos en aquel preciso instante. “No, ven tú aquí, que si subo te voy a arrancar la cabeza”, le contestaba el vallecano. Fue, como el mismo Poli lo define, “un show de puta madre”. El necesario para que el combate finalmente se diera.

Las negociaciones entre ambas partes llevaban mucho tiempo siendo bastante complejas y se rompieron en varias ocasiones. Definitivamente se acordó que sería Poli, el aspirante, quien se desplazaría a casa del campeón y el combate se disputaría en la Virginia natal de Whitaker. ‘El Potro’ quería callar muchas bocas que decían que no había peleado antes en Estados Unidos porque no tenía pegada. Pero la preparación para el combate de su vida no fue precisamente la mejor. No para enfrentarse al que por entonces era considerado el mejor boxeador libra por libra del mundo.

El resultado es conocido por todos. Whitaker derrotó a Poli a los puntos después de doce asaltos, por decisión unánime y con ‘El Potro de Vallecas’ con fracturas en una costilla y en el dedo meñique de la mano derecha. En el primer combate perdido de su carrera, Díaz tiró de corazón e incluso llegó a mandar a su rival a la lona en una ocasión. Algunos dijeron que fue un resbalón, otros que Poli le había pisado, otros que fue un golpe certero… El árbitro, que no le dejó seguir yendo hacia adelante, evitó que el campeón pudiese ser noqueado. Pero nada de eso sirvió para acabar con el brazo en alto, principalmente por la forma en la que encaró el combate.

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Poli Díaz empezó a preparase para su asalto a los títulos mundiales sólo un mes y medio antes de la velada y aterrizó en Estados Unidos sólo diez días antes de la pelea, siete kilos por encima del peso acordado. Algunas voces dicen que incluso llegó a dejar de comer para poder cortar lo necesario. Si a esto le sumamos una mala planificación del combate, las cosas no pintaron nada bien ya desde antes que se subiese al ring. “Allí pasó lo que pasó, y punto”, se resigna Poli en su libro A golpes con la vida.

En lo de calentar el combate, Poli era un maestro. Antes de viajar pronosticó un KO en el séptimo asalto y dejó alguna bravuconada más. “Aproveché para decirle que la iba a mandar a recoger algodón. Y que, si como decían, el ambiente iba a ser un infierno y él era el demonio, yo llevaba un serrucho en la maleta para cortarle los cuernos”. Unas palabras que no respaldó, sobre todo en su puesta a punto.

Una vez en Estados Unidos se preocupó más de apuntarse al espectáculo de Whitaker. Una rueda de prensa conjunta con mucha palabrería y hasta una foto haciendo con que le ponía unas banderillas para salir en los medios. Las provocaciones y la chulería no pararon ni en el mismo día del combate. Llegó pronto al pabellón, con la bandera de España al hombro y al grito de “¡Yo champion, yo champion!”. Lo que pasa es que para ser champion se necesita más que la garra y el corazón que siempre ponía ‘El Potro de Vallecas’ cuando subía al ring.

En una entrevista con Hovik Keuchkerian para Jot Down, el propio Poli decía haber preparado bien la pelea y estar bien físicamente, pero culpaba a su equipo de no haber hecho su parte. “Estaba fuerte entonces y tenía fondo. Lo que tienen que mirar los entrenadores cuando uno está fuerte y tiene fondo es si con el que vas a pelear es zurdo o diestro y prepararte con un sparring zurdo si vas a pelear con uno. Yo no sabía que era zurdo”, cuenta el vallecano, que admite que no veía vídeos de sus rivales porque me daba mucho respeto. "Si el entrenador no me comunica bien las cosas… El veía los combates, pero que los vea él no quiere decir que los vea yo”.

Que los ayudantes que les puso el promotor del combate fueran del entorno de Whitaker, que la organización cambiase la hora del pesaje en el último momento, que el árbitro ayudase de forma clara al púgil local no hizo más que empeorar lo que era una muerte prácticamente anunciada un mes y medio atrás. La carrera de Poli Díaz no recuperó su rumbo y ‘El Potro de Vallecas’ comenzó a perder el suyo a partir de entonces. “Lo que no me imaginaba era que el futuro me tenía reservado el combate más duro de mi vida. Y contra un rival que había ganado ya por KO a millones de personas”. Pero eso ya es otra historia.

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