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Los pinchazos y el sistema de autoinflado, claves en la victoria en coches

Haradh (Arabia Saudí), 16 ene (EFE).- El sistema de autoinflado ha sido decisivo en el igualado duelo en que se ha convertido la categoría de coches del Dakar entre los buggys de Mini, conducidos por Carlos Sainz y Stéphane Peterhansel; y los 4x4 de Toyota, llevados entre otros por Nasser Al Attiyah y Fernando Alonso.

Dos coches completamente diferentes en estilo y filosofía, pero con unas prestaciones muy similares, capaces de ir muy rápido y bordear los 200 kilómetros por hora de velocidad punta sobre la superficie más complicada, y con las ruedas como factor diferencial.

Si el año pasado el Toyota Hilux de Al Attiyah triunfó en el desierto de Perú por los constantes pinchazos de los buggys de Mini, en esta edición del rally en el desierto de Arabia Saudí está siendo justo al revés, y los dos ruedas motrices de la marca alemana son más fuertes gracias a los pinchazos de su rival.

Entre las particularidades de los buggys está la de cambiar la presión de los neumáticos desde dentro del habitáculo del coche para subirla en caso de andar por una superficie dura y rebajarla al correr por terrenos blandos como la arena del desierto, donde sus ruedas necesitan mayor superficie de tracción.

PROBLEMA CAMBIANTE

En el último Dakar, Mini tenía tres buggys en carrera que apenas podían hacer 100 kilómetros sin un pinchazo por los constantes fallos y averías en su sistema de autoinflado y desinflado de sus neumáticos, pero este año, con solo dos unidades, ese sistema está funcionando a la perfección y los cambios de ruedas han sido escasos.

"El año pasado muchos daban por muerto este coche", apuntó Sainz durante la jornada de descanso del rally, donde recordó que en el último Dakar ya ganó la última etapa, señal de que el coche marchaba bien a excepción de ese problema puntual.

Todo lo contrario le está sucediendo a los cuatro Toyota Hilux oficiales que este año están en carrera, con pinchazos sucesivos, sobre todo en la primera semana donde la carrera transcurrió por zonas de mucha piedra y pistas duras.

Al contrario que los buggys, los coches con tracción a las cuatro ruedas no pueden variar tan fácilmente la presión de sus neumáticos a mitad de etapa, por lo que deben elegir un número de bares predeterminado que pueda cumplir en cualquier tipo de superficie, y una etapa del Dakar pasa cada día por una gran variedad de terrenos.

HASTA TRES PINCHAZOS POR DÍA

La cuarta etapa fue particularmente dura para Al Attiyah y Alonso, que agotaron sus tres ruedas de repuesto con las que salen cada día e hicieron 120 y 150 kilómetros, respectivamente, con mucha precaución porque otro pinchazo les habría obligado a esperar a que otro vehículo les diese una de sus ruedas.

Así, solo el piloto catarí está logrando mantener el pulso a los buggys de Sainz y Peterhansel a pesar de no haber podido lograr ninguna victoria de etapa en este Dakar hasta el momento, mientras que Mini tiene ocho en su cuenta, con cuatro del español y cuatro del francés.

MÁXIMA IGUALDAD

A pesar de los numerosos pinchazos, las diferencias de Al Attiyah con sus dos rivales han sido mínimas tras haber recorrido más de 4.000 kilómetros desde el 5 de enero, cuando se dio la salida del rally en Yeda, la segunda ciudad más grande de Arabia Saudí.

Solo en la décima etapa Sainz pudo abrir un hueco de 18 minutos sobre Al Attiyah y Peterhansel, cuando hasta entonces la máxima diferencia que había podido sacar eran 10 minutos.

También influyó en esta igualdad respecto al año pasado que las dunas del desierto de Arabia son más duras y pequeñas que las de Perú, donde la pendiente era pronunciada y la arena muy blanda, una trampa particularmente para los buggys que solo se impulsan con sus dos ruedas traseras.

Fernando Gimeno

(c) Agencia EFE