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Perlitas, abrazos y emociones: la intimidad del regreso de Miguel Russo a Boca

Miguel Ángel Russo fue oficialmente presentado como el nuevo entrenador de Boca. Su llegada ya estaba acordada hace casi diez días, pero faltaba la formalización, algo que terminó ocurriendo este lunes, en el Salón Filiberto de la Bombonera.

El hombre de 63 años ya está viviendo su segundo ciclo en el club, convirtiéndose en el primer técnico de la gestión del nuevo gobierno comandado por Jorge Amor Ameal y en la primera elección de Juan Román Riquelme como cabeza del departamento de fútbol, algo demasiado significante.

La primera experiencia en el xeneize se produjo en 2007, cuando dirigió 56 encuentros oficiales, contabilizando 30 triunfos, 12 igualdades y 14 caídas. Aunque la gloria máxima fue la obtención de la Copa Libertadores, ganándole la final a Gremio, de Porto Alegre, en una serie ida y vuelta que ostentó la mayor diferencia global de una final de esa competición (5-0). Aquella fue la sexta y última conquista continental que cosechó la institución azul y oro y que espera, de la mano de un viejo conocido, volver a levantar pronto.

Fue recibido con un cálido marco. Una pantalla gigante con la frase "¡Bienvenido, Miguel!" se ubicó detrás de las dos sillas en las cuales se sentaron el presidente y el nuevo entrenador para llevar a cabo el evento tan esperado en el Mundo Boca: el comienzo se dio unos minutos después de lo pautado debido a que el nuevo DT, junto a sus abogados, estaban ultimando detalles del contrato para firmarlo y, de esa manera, salir al escenario sin deudas legales.

Román, que llegó al club poco antes del evento junto a Raúl Cascini y Marcelo Delgado, no estuvo en la foto de presentación: según contaron cercanos a la comisión, el '10' no quiso ser protagonista, robándose todas las miradas y siendo blanco de las preguntas, para que Miguel sí sea el verdadero foco.

El nacido en Valentín Alsina se puso a tono con la ocasión: detrás del saco azul oscuro, dejó entrever su camisa celeste y corbata amarilla. Era una de las jornadas de gala. La que estaba esperando desde hace doce años.

Fueron alrededor de 150 personas las que estuvieron presentes en el estadio para recibir al técnico campeón de América, entre los muchos periodistas, hinchas y dirigentes: gente sentada y muchas más de pie a los alrededores. Cuando Russo, a las 17.50, puso su pie derecho en el salón, los aplausos de los fanáticos que se acercaron fueron ensordecedores. Su rostro varió entre la emoción, agradeciendo con la cabeza, y las sonrisas ante las palmadas de Ameal sobre su espalda para que eso que había atragantado pudiera salir: una de sus deudas, dijo, es poder festejar la obtención de la Libertadores en la Bombonera, tal como no pudo vivirlo cuando la ganó, pero -asimismo- necesitaba mucho recibir el cariño de lo que es, definitivamente, su casa y el lugar en el que vivió lo más importante de su carrera como entrenador: "No estaba desesperado, pero gracias a Dios volví".

El sorbo de agua también fue necesario cuando en la pantalla mostraron imágenes suyas del primer ciclo, especialmente cuando besó la Copa Libertadores y recibió otra tanda de aplausos, que fue constante ante las frases más emocionales que dijo: "Es la posibilidad de mi vida. Lo mejor está por venir".

Las preguntas circularon, lógicamente, entre el armado del equipo y la situación económica del club, pero ambos mantuvieron la prudencia con la que se maneja esta nueva gestión para comunicar. Las grandes certezas fueron los números de los que habló Ameal: "Boca vendió por 55 millones de dólares y en la caja solo hay 5. Y se cobraron adelantos por 13.000.000 de dólares. Queremos saber en qué se invirtió toda esa plata que falta". Mientras que Miguel confirmó su cuerpo tecnico: "Estará Leandro Somoza como ayudante de campo y Damián Lanatta como preparador físico. Entre hoy y mañana definiremos el resto".

La presentación se dio como se esperaba. Con mucho amor, eso que alguna vez Miguelito necesitó para curar ese cáncer de próstata que fue noticia en el mundo del fútbol y motivó de alegría al momento de anunciar que lo había vencido, en febrero de 2018. Así como cuando ingresó, la despedida fue de igual manera: abrazos con directivos e hinchas, sumado a los aplausos y voces de aliento que recibió de las muchas personas que siguieron sus pasos por el anillo hacia las oficinas del club. Allí lo esperaba Román para darle otro abrazo...