Sánchez cocina a fuego lento la patada final a Iglesias

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez sellaron el acuerdo de gobierno de coalición en enero.
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez sellaron el acuerdo de gobierno de coalición en enero. (AP Photo/Paul White)

Iván Redondo, el estratega que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa maniobrando para la moción de censura que desalojó a Mariano Rajoy de la presidencia del Gobierno, y que cocinó a fuego lento la convocatoria de las dos elecciones generales de 2019 para hacerlas coincidir con el momento más álgido del PSOE en las encuestas, no se ha ido de vacaciones. El hecho de haber llevado a Sánchez a una doble victoria electoral no significa que su trabajo ya esté hecho hasta las próximas elecciones, teóricamente previstas para 2023. Porque Redondo trabaja para intentar anticiparse al futuro. Ese es su trabajo. Y el futuro de Sánchez no es un camino de rosas.

A las dificultades que se encontrará para sumar la mayoría necesaria para aprobar los Presupuestos -una operación a la que el PSOE quiere sumar a Ciudadanos motivando el enfado de Podemos, Izquierda Unida y Esquerra republicana, entre otros-, se suma el nubarrón judicial que va a acompañar a Pablo Iglesias en los próximos meses con las denuncias acerca de la pulcritud con la que se ha financiado su partido. Una amenaza que en Podemos califican de inexistente, pero que preocupa al PSOE quien se pregunta: ¿Y si Podemos es condenado y Pablo Iglesias queda inhabilitado judicial o políticamente?

Pues según apunta Luca Constantini en las páginas de Voz Pópuli, la respuesta que está dando Moncloa a esa pregunta es la de "promover grupos de oposición a Iglesias en el seno de Podemos. Vamos, que han desplegado las redes entre los sectores menos ‘pablistas’ del partido, que los hay, para pescar figuras alternativas al vicepresidente segundo. Incluidos algunos ministros como Yolanda Díaz, de quien ya se avisó que su figura estaba empezando a hacer sombra a Iglesias.

La estrategia del PSOE no pasa por dar la patada a Podemos, sino en dársela de alguna manera a Pablo Iglesias buscando un cambio de la relación entre ambos partidos en la que ganen peso los ‘no pablistas’. Porque el PSOE sabe que su relación con Podemos ha venido para quedarse ya que gran parte de los analistas coinciden en señalar que ya ha llegado a su suelo electoral. Vamos, que hay un espacio muy definido de la izquierda que no va a volver al PSOE de la noche a la mañana- y que es necesario para alejar del poder al bloque de derechas.

La jugada parece intrincada, pero el PSOE ya ha iniciado un ensayo en La Rioja para comprobar su viabilidad y su resultado. En la tierra del vino por excelencia, ambos partidos son socios de gobierno autonómico, pero con el matiz de que la de Logroño es una de las sucursales menos 'pablistas' del partido morado.

Todo esto, obviamente, no va a gustar bien a Pablo Iglesias. O no ha gustado, como podría entenderse de las quejas filtradas la pasada semana desde su entorno contra la ministra de Educación, Isabel Celáa. Críticas que afearon su "falta de liderazgo" y su "inacción" en la "caótica" estrategia improvisada para la vuelta al cole en año de pandemia. Que haya falta de sintonía entre los ministros de PSOE y Podemos no es nuevo. Pero el PSOE busca que esas rencillas sean con los ‘pablistas’, y no con Podemos en general. Algo que podría serle muy útil si el secretario general de la formación morada sale malparado del otoño judicial que le espera.

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