Pedro Gabilondo: el periodista de los 9 Juegos Olímpicos que debutó con un atentado

Pedro Gabilondo junto a Abel Antón y Fermín Cacho en Barcelona 92.
Pedro Gabilondo junto a Abel Antón y Fermín Cacho en Barcelona 92. Foto: Pedro Gabilondo.

Los Juegos Olímpicos de Múnich ‘72 quedaron marcados en la historia olímpica por el atentado del grupo terrorista Septiembre Negro, que asesinó a once miembros del combinado israelí. Sin embargo, para el donostiarra Pedro Gabilondo arrancaba una experiencia única en el mundo olímpico, que finalizó en Atenas 2004. Empezaba así un idilio con los JJOO para este periodista de prensa, que tuvo que aplazar su sueño de debutar en unos Juegos por unas horas debido al ataque terrorista. Finalmente, el 26 de agosto de 1972, terminó cumpliendo su deseo a los 24 años.

“Los Juegos de Múnich fueron los que más me marcaron por ser los primeros. Sin embargo, al igual que todos los periodistas, dudé de su celebración y las horas hasta que nos confirmaron que seguirían adelante se nos hicieron eternas. Nos enteramos del asalto en la zona de residencia de la prensa, que estaba cerca de la propia villa olímpico, y nos fuimos concentrando todos delante de los televisores sin entender bien lo que pasaba. Llegamos a estar encerrados muchísimas horas en la villa de los periodistas. Todo fue confuso y al terminar con el asalto policial nos preguntamos qué pasaría con los Juegos. Como periodista novato me sorprendió que populares radiofonistas deportivos españoles transmitieran diciendo que lo hacían en directo desde la villa olímpica cuando estaban a mi lado ante una tele”, explica Pedro Gabilondo, hermano del también periodista Iñaki Gabilondo.

A pesar de la situación que se dio en los días previos a los JJOO, todo se terminó solucionando y las competiciones arrancaron para no detenerse hasta que se coronó a los campeones: “La gente se volcó, llenó los estadios y vibró con sus deportistas".

Una odisea de altibajos

Un viaje de más de 30 años deja todo tipo de recuerdos y pesadillas, y Pedro Gabilondo guarda todas ellas en una memoria que almacena sucesos variopintos. Con el ataque terrorista todavía en mente, los Juegos de Moscú ‘80 también le recibían con malas noticias. “Los periodistas españoles sufrimos un accidente de bus cuando íbamos a un amistoso de la selección de balonmano. En la Avenida Leningrado chocó con una moto, murieron los dos ocupantes de la moto y el bus fue contra los árboles laterales. Gruesas ramas entraron como flechas por las ventanas. Todos caímos por el suelo pero solo se hirió Alfredo, veterano fotógrafo de ‘Marca’ con una gran brecha en la cabeza y una conmoción. Fue hospitalizado varios días y los fotógrafos de otros medios sirvieron las fotos a Marca en el resto de los Juegos”, recuerda el periodista guipuzcoano a Yahoo!.

Acreditación de prensa de Pedro Gabilondo en Barcelona 92.
Acreditación de prensa de Pedro Gabilondo en Barcelona 92. Foto: Pedro Gabilondo.

Por contra, Pedro también ha tenido la oportunidad de disfrutar en directo de hazañas históricas que han marcado su paso por el mundo olímpico: “Vibré mucho con el oro de Fermín Cacho en Barcelona ‘92 porque le llevaba siguiendo muchos años y tenía una estupenda relación con él. También fue increíble Nadia Comaneci, perfecta en Montreal ‘76. Asimismo, me quedé con la boca abierta con los 19.32 de Michael Johnson en 200 metros en Atlanta ‘96, y con la final de baloncesto EEUU-España de Los Ángeles en ‘84, donde el ambiente estilo NBA fue un espectáculo”.

El rompecabezas de los horarios y los desplazamientos

Sin embargo, para llegar a cada edición de los Juegos e informar sobre todos y cada uno de los eventos, Pedro completaba una preparación concisa y al detalle para aterrizar en el país organizador con todo en orden. Un año entero repleto de deporte en su calendario le permitía llegar a los JJOO con un conocimiento excelso, y unos días antes del inicio oficial de las competiciones hacía un repaso completo al programa para cuadrar su actuación durante las dos semanas y media de duración de los Juegos: “En los días previos repasaba los programas, destacaba lo más importante y veía las incompatibilidades horarias. Luego, ya en los Juegos había que improvisar en función de los resultados, ir a finales con opción de medalla aunque fuera un deporte que no dominara. En los últimos Juegos (Atenas 2004), al ir en un ‘poule’ (grupo) con colegas de otros diarios hacíamos reuniones previas”.

En estos casos tenía que localizar los pabellones para organizar los desplazamientos y no tener problemas de logística a la hora de llegar a uno o a otro. En Múnich 1972, considerados como los Juegos de las distancias cortas, se podía llegar a casi todas las instalaciones a pie, aunque “profesionalmente donde pude trabajar mejor fue en Barcelona porque fuimos ocho periodistas del Grupo Vocento, periódico para el que trabajé durante mis años como periodista”. Sin embargo, la ciudad de Los Ángeles en 1984 complicó aún más sus desplazamientos.

“Para empezar, el hotel que nos asignaron estaba cerca del aeropuerto. Las distancias en la ciudad eran enormes y, además varias instalaciones estaban en pueblos de la zona. Como todo era iniciativa privada y no querían gastar utilizaban pabellones de entidades. Por ejemplo, la primera fase de balonmano se jugaba en un pabellón de una Universidad de los Jesuitas, a unos 40 kilómetros y se perdía casi toda la tarde para cubrir un partido”, explica Pedro Gabilondo a Yahoo.

Entrevista a John Walker tras el oro en Montreal 76.
Entrevista a John Walker tras el oro en Montreal 76. Foto: Pedro Gabilondo.

El cierre del periódico y los horarios opuestos dificultaron aún más la estancia de este periodista en ciudades como Montreal, Los Ángeles, Seúl, Atlanta y Sidney: “Acababan las pruebas a unas horas imposibles para la edición y, aunque fuera para el diario del día siguiente, había que escribir. En especial, en sentido contrario, en Seúl y Sidney, terminábamos muy tarde porque llegábamos a la edición del día en España, pero las pruebas y partidos empezaban a la hora local. Dormíamos cuatro horas y a veces en los traslados en bus”.

El ejemplo más claro ocurrió la madrugada en la que les despertaron con el positivo de Ben Johnson: “En Seúl dormíamos en el hotel a las dos de la mañana cuando unos compañeros tocaron en la puerta gritando que Ben Johnson había dado positivo. En ese momento me sobrevino el duro trabajo que debería de afrontar al día siguiente. Sin embargo, me di cuenta de que en España todavía eran las siete de la tarde y debía ponerme a redactar tres hojas del periódico para que la información se publicase en el diario del día siguiente. Me vestí corriendo y fui al centro de prensa. Acabé a las seis de la mañana de allí... y a las nueve había nuevas competiciones”.

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