Passarella, Babington y Verón: qué puede esperar Riquelme si llega a ser dirigente de Boca

Riquelme se postula en Boca; Verón, que en 2014 se impuso a una lista en la que estaba Bilardo, reinauguró la cancha de Estudiantes; Passarella y Babington terminaron mal las gestiones en River y Huracán; Chilavert no llegó en Vélez

"¿Qué va a saber de fútbol si jugó al waterpolo?", fue una de las tantas críticas que le hizo Diego Maradona a João Havelange, mientras el brasileño era el presidente de la FIFA, entidad que condujo durante 24 años, entre 1974 y 1998. Varios futbolistas desafiaron públicamente al poder y, en los últimos tiempos, hasta se animaron a participar mucho más activamente en la vida institucional de los clubes. Por eso, la decisión de Juan Román Riquelme de formar parte de la política de Boca y anunciar que acompañará a la fórmula compuesta por Jorge Amor Ameal y Mario Pergolini en las elecciones del 8 de diciembre vuelve a poner sobre la mesa el debate acerca de la capacidad de los exfutbolistas para conducir clubes de fútbol.

En la Argentina ya hubo casos de exjugadores que, detrás de la idolatría, ocuparon funciones importantes al mando de las instituciones. O que, al menos, intentaron hacerlo.

Por presente y visión, la imagen de Juan Sebastián Verón como presidente de Estudiantes de La Plata se destaca entre los casos exitosos dentro de nuestro país. El plan de completar la obra del estadio nuevo en 1 y 57, la magnífica organización para su fiesta de reapertura y la clara identidad que le imprime a cada uno de los empleados de un club que tiene en claro de dónde viene y hacia dónde va son sus cartas más visibles. No es casualidad que Javier Mascherano haya decidido regresar al fútbol argentino vistiendo la camiseta pincharrata a partir de enero 2020. Estudiantes es una escuela, y junto a la imagen de Verón aparece la de Alejandro Sabella y Carlos Bilardo, entre otras figuras de la historia del León. Incluso, la Brujita apeló al marketing cuando a fines de 2016 les prometió a los hinchas que, si ellos compraban los abonos, a cambio él volvía a ponerse los pantalones cortos y la emblemática casaca con Nº 11. Éxito total y promesa cumplida.

Verón llegó a la presidencia de Estudiantes en 2014 y en las elecciones compitió, justamente, con Bilardo. La Brujita encabezó la lista opositora a Enrique Lombardi, que eligió al doctor como candidato a vicepresidencia. "Estoy arriesgando la cabeza. De un lado hay un jugador querido en el club, y del otro un jugador y técnico querido en el club y también en la Argentina", diría por entonces Bilardo. Pero la gente eligió el perfil a la europea de Verón.

Los casos de Daniel Passarella, en River, y Carlos Babington, en Huracán, no terminaron bien. El Káiser fue protagonista del peor momento deportivo de la historia del club millonario: el descenso a la B Nacional, el 26 de junio de 2011, luego de perder la Promoción frente a Belgrano. Su temperamental manera de defender dentro del campo de juego le jugó en contra en su rol de dirigente. Entre otras situaciones, aún se recuerda como un gran error aquella tarde en la que, días después de perder 2 a 0 con Boca, en la Bombonera, Passarella fue a la AFA y en una reunión de la comisión directiva le dijo a Julio Grondona: "Vos tenés que dar un paso al costado, tenés que renunciar".

Passarella dejó a River en una comprometida situación financiera y algunos dirigentes de aquel entonces son investigados por administración fraudulenta y anomalías constantes.

Bajo la conducción de Babington, Huracán disfrutó con aquel equipo de Ángel Cappa que patentó para siempre el tiki-tiki. Fue un campeón sin corona tras el recordado mano a mano con Vélez, con el controvertido arbitraje de Gabriel Brazenas en la definición del Clausura 2009. Pero, en la actualidad, el Inglés es casi una persona no grata en Parque de los Patricios. "Mis sentimientos por el club no lo van a cambiar cuarenta estúpidos que comenzaron a inventar una historia para denostarme. Podrán insultarme y prohibirme la entrada al estadio, pero al hincha que tengo acá adentro (se toca el pecho) no me lo quita nadie", reflexionó en 2017 durante una entrevista con LA NACION, en la que reconoció y se comparó con Passarella: "Sin plata y sin logros futbolísticos es muy difícil mantener la idolatría como presidente. A Daniel y a mí nos pasó algo parecido cuando asumimos nuestros cargos, los dos clubes estaban devastados".

En Vélez, la idolatría no le alcanzó a José Luis Chilavert. En 2014, el paraguayo integró como candidato a vocal la lista encabezada por Osvaldo Segade. Sin embargo, la gente eligió a Raúl Gámez. El paraguayo, fiel a su estilo, reaccionó con vehemencia en un comunicado. "La decisión final es no pisar nunca más Vélez Sarsfield mientras estén los violentos que viven de Vélez y no aman ni respetan a la familia velezana".

Daniel Bertoni, uno de los grandes ídolos de Independiente, siempre amagó con postularse para la presidencia o acompañar en una lista a alguno de sus candidatos afines. "Creo que puedo ganar las elecciones. La gente decidirá, el hincha sabe elegir", se entusiasmaba el exjugador y exentrenador de los Rojos, pero jamás se incluyó en alguna plataforma.

El destino les deparó distintas experiencias a los exfutbolistas que se volvieron dirigentes o intentaron serlo. Ahora puede llegar el turno de Riquelme. Boca decide.

Zanetti, un caso distinto

En Europa es diferente, los clubes no son de los socios y las autoridades no se definen en elecciones. De todos modos, hay ejemplos de exfutbolistas que se vuelcan a la dirigencia. Como Javier Zanetti, vicepresidente de Inter. Como el alemán Karl-Heinz Rummenigge, director general de Bayern Munich y presidente honorario de la Asociación de Clubes Europeos, que intenta quitarle poder a la UEFA. Imposible olvidar a Michel Platini; primero, fue copresidente del Comité Organizador del Mundial de Francia '98, luego se unió a la FIFA y fue vicepresidente de la Federación Francesa de Fútbol, y en 2007 se convirtió en presidente de la UEFA. En 2015 fue juzgado y encontrado culpable de "irregularidades financieras", y se sometió a una pena de cuatro años sin poder realizar tareas dirigenciales dentro del fútbol.