Opinión: Cómo afectó la pandemia a Bollywood

LA INDUSTRIA DEL CINE INDIO SE UNIÓ PARA PROTEGER LO MÁS VULNERABLE QUE TIENE DESPUÉS DEL BROTE DE CORONAVIRUS.

BOMBAY, India — “Bollywood” conjura imágenes de estrellas omnipresentes, pero todas las películas que se producen en ese lugar son posibles gracias a un ejército de hombres y mujeres que trabajan arduamente tras bambalinas: los extras, los carpinteros y los proveedores de comida, los sastres inclinados sobre máquinas de coser de las que salen vestuarios brillantes, los hombres que colocan las vallas publicitarias que anuncian las películas, los taquilleros del cine local.

India ha estado sometida a una estricta cuarentena desde el 25 de marzo para combatir el brote de coronavirus. La compleja maquinaria de Bollywood se ha detenido, afectando a alrededor de un millón de personas —según Producers Guild of India— que trabajan de manera directa o indirecta en la industria cinematográfica. Muchos se quedaron sin trabajo ni salario. Hay alrededor de 35.000 jornaleros afectados.

Un informe de marzo de la Federación de las Cámaras Indias del Comercio y la Industria y Ernst & Young calcula que en 2019 se estrenaron 1833 películas en India. Este país genera películas en hasta 28 idiomas. Más de 200 de esos filmes se producen en la industria cinematográfica de Bombay, conocida popularmente como Bollywood.

Los estudios de cine, las oficinas de producción, los estudios de edición y sonido y las casas de las estrellas se encuentran en su mayoría al norte de Bombay. Las mansiones más palaciegas se han convertido en puntos de referencia. Si uno pregunta cómo llegar a algún lugar, muy seguramente la respuesta incluirá algo así como “da vuelta en U en la casa de Shah Rukh Khan”. Desde hace años, todos los domingos, se reúnen multitudes frente a la casa del actor Amitabh Bachchan para tratar de verlo. El actor de 77 años, rodeado de guardias de seguridad, con toda diligencia sale y saluda a sus admiradores. El brote del coronavirus puso fin a ese ritual.

La industria cinematográfica cerró en la práctica a mediados de marzo, cuando el gremio de los productores decidió dejar de filmar y la mayoría de los cines del país cerraron. Bollywood tiene un calendario muy apretado con las fechas de estrenos de las nuevas películas. Como la pandemia cerró los cines, algunas de las películas más grandes del año, programadas para estar en los cines en marzo y abril, se han pospuesto de manera indefinida; es imposible predecir cuándo abrirán las salas de cine, y de hacerlo, si el público se sentirá lo suficientemente seguro como para aventurarse a regresar.

Desde hace mucho tiempo se ha acusado a Bollywood de vender fantasías soñadoras y exageradas y de tener poco contacto con la realidad, pero cuando la pandemia afectó a Bombay, la industria fílmica se unió para proteger lo más vulnerable que tiene. Varias asociaciones de la industria cinematográfica han estado recaudando fondos y proporcionando asistencia financiera.

Algunos de los actores más ricos hicieron donaciones a fondos de ayuda para el coronavirus organizados por el gobierno indio. El actor Salman Khan transfirió dinero directamente a las cuentas bancarias de los trabajadores de la industria cinematográfica. El 3 de mayo, destacados actores, músicos y cantantes de Bollywood actuaron y grabaron mensajes desde sus casas para un concierto digital yrecaudaron más de 6,8 millones de dólares para el combate del coronavirus.

La pandemia también sacó a relucir la relación extrañamente cordial entre la industria cinematográfica y los paparazzi de Bollywood. Los paparazzi de Bombay son menos agresivos que sus colegas de Londres y Los Ángeles. No obstante, cubren con esmero todos los eventos de entretenimiento, desde las presentaciones de avances de películas hasta las fiestas y los estrenos.

Alimentan la insaciable demanda de estrellas tomándoles fotografías afuera de gimnasios, bares, restaurantes y, en especial, en el aeropuerto de Bombay. Los estilistas respondieron con “looks para el aeropuerto” para su famosa clientela. Los paparazzi tienen un papel fundamental para crear la quimera de relevancia y escándalo que rodea a los actores y las películas.

Luego del brote del coronavirus, los paparazzi de Bollywood, que ganan entre quince y veinte dólares tras un largo día, tenían poco trabajo. El cineasta y productor Rohit Shetty y el actor Hrithik Roshan donaron fondos para apoyarlos.

La compleja maquinaria publicitaria de Bollywood está hibernando. Los actores, modelos, cineastas y diseñadores de modas que ocupan incansablemente los medios y el espacio mental de la India están encerrados en casa y tratando de mantenerse vivos en la memoria de la gente a través de transmisiones en directo por Instagram, entrevistas por Zoom y atisbos muy cuidados de sus vidas en cuarentena que publican en las redes sociales. Una de cada tres celebridades se ha convertido en chef y poeta.

Todo esto proporciona una distracción momentánea del creciente temor y ansiedad sobre el alcance de los daños que el brote de coronavirus infligirá a Bollywood. India tieneapenas 9527 pantallas de cine y la mayoría —6327 pantallas— se encuentran en cines de una sola sala. Algunos de estos cines cerrarán de manera permanente en el mundo postpandémico. Dada la incertidumbre, nadie está dispuesto a predecir la cantidad exacta de pérdidas, pero los expertos calculan que Bollywood perderá entre 1000 y 1300 millones de dólares.

Llamé a Karan Johar, quien posiblemente sea el cineasta y productor más exitoso de Bollywood, que actualmente tiene tres películas en postproducción. Su película “Takht”, un ambicioso filme histórico ambientado en la era del Imperio mogol, se iba a comenzar a grabar en Italia en abril. “Todos los creadores son optimistas. Tienes que creer que se va a solucionar. Pero en este momento, también tenemos que ser realistas. Les dije a todos en mi empresa: por favor no piensen en crecer, sino en sobrevivir”, dijo Johar.

La industria cinematográfica que surja después de la pandemia sufrirá modificaciones necesarias. Tal vez suceda lo mismo con las películas. Hasta que no haya una vacuna, ¿cómo se puede filmar la secuencia espectacular de una canción con 200 bailarines de fondo? Nuestras historias y la forma en que las contamos cambiarán.

En India, Bombay se define por sus películas y Delhi, la capital, por la política. En una ciudad horriblemente superpoblada, donde más del 41 por ciento de la población habita en barrios marginales, Bollywood ofrece el brillo único de un cuento de hadas.

Nunca he entendido cómo llegaron a esa cifra, pero los veteranos de la industria les dirán que todos los días llegan a Bombay 200 aspirantes con la esperanza de entrar en el mundo del espectáculo. Por eso la ciudad también se conoce como “Mayanagri”, o la Ciudad de las ilusiones. Hace tiempo que sostengo que el cine indio es un consuelo necesario y una expresión colectiva de esperanza. Incluso mientras Bollywood lucha por sobrevivir, tenemos que creer que aun podemos tener un final feliz.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company