Novak Djokovic, campeón de Wimbledon. Otro paso hacia la inmortalidad en el tenis

La celbración del serbio Novak Djokovic, campeón de Wimbledon, tras vencer al italiano Matteo Berrettini en el Centre Court del All England.
AELTC/JONATHAN NACKSTRAND

Tantas veces, en el afán de ponderar un hecho deportivo sobresaliente, se cae en exageraciones, sin medir las consecuencias históricas. Claro que nada de lo que se sentencie en forma elogiosa sobre Novak Djokovic será en un exceso. El tenista serbio, apenas en su primera temporada profesional cuando Roger Federer ganó su primer Grand Slam (Wimbledon 2003) y 153° del ranking cuando Rafael Nadal conquistó la primera de sus trece copas de Roland Garros (en 2005), los persiguió y los alcanzó. Los igualó, con 20, en la cima de los majors, el rubro más valioso con el que se juzga la historia de las raquetas. Más joven (34 años contra los casi 40 del suizo y los 35 del español), el balcánico va por todo. No parece tener obstáculos. Y si se topa con un escollo se las ingenia para torearlo y dominarlo.

Es difícil creer que alguien que creció en la Belgrado de la antigua Yugoslavia y se protegía junto con sus hermanos en el subsuelo del edificio de sus abuelos mientras caían las bombas de las fuerzas de la OTAN, tenga temores. “La manera en la que crecí, rodeado de dificultades en mi país, significa que la derrota nunca fue una opción para mi familia. Tuvimos que encontrar lo básico para sobrevivir y eso fortaleció mi carácter”, narró, hace unos días, después de una jornada más en el All England. Siendo una maquinaria preparada para ganar, Djokovic enfrentó uno de los mayores desafíos emocionales de su carrera (por todo lo que había en juego) con ingenio, energía, sabiduría para escapar de los momentos de tensión y malicia.

Así, logró otro capítulo de alto impacto en Wimbledon, el certamen más prestigioso. Matteo Berrettini, un romano de 25 años y martillazos con raqueta que fue número 8 del mundo en 2019, convirtiéndose en el italiano mejor clasificado desde 1978, pretendía detener al favorito. Pero Djokovic, el elástico jugador con respuestas para todo, lo derrotó por 6-7 (4-7), 6-4, 6-4 y 6-3, en 3h24m. En su 30° final de Grand Slam, logró su sexto trofeo en el césped británico (sólo Federer, con 8, Pete Sampras y William Renshaw, con 7, tienen más).

El serbio Novak Djokovic celebra ganar un punto en contra durante el partido final masculino individual contra el italiano Matteo Berrettini en el día trece del Campeonato de Tenis de Wimbledon en Londres, el domingo 11 de julio de 2021.
Alberto Pezzali


El serbio Novak Djokovic se consagró en Wimbledon por sexta vez y alcanzó los 20 trofeos de Grand Slam, misma marca que Federer y Nadal. (Alberto Pezzali/)

En el partido, ante un Centre Court con auditorio completo y sin necesidad de utilizar el techo retráctil (hubo más de 14.000 espectadores, entre ellos integrantes de la realeza británica y figuras del espectáculo como Tom Cruise), Djokovic mostró un puñado de hendijas. El nerviosismo, por pequeños períodos, lo traicionó. Como en el primer set, en el que cometió inoportunas doble faltas y perdió en el tie-break pese a haber estado 5-2 arriba en games. El grito de una parte del público en favor de Berrettini también lo irritó (se conoce que Djokovic suele asumir como un hecho desafiante cuando al apoyo es en favor del rival). En el segundo set, Nole ya no quiso cimbronazos y logró hacer dos breaks rápidos que le dieron -un poco de- serenidad. Tomó la iniciativa en el tercer parcial ante un contrincante que se marcharía mascullando bronca, pero que estuvo a la altura y que no se guardó nada (terminó con 57 tiros ganadores y 48 errores no forzados).

Con la croata Marija Cicak como umpire (la primera mujer en arbitrar una final masculina en Wimbledon), no bajó la intensidad en el cuarto parcial: Djokovic, sofocante, le quebró el saque a Berrettini en el séptimo game (4-3), defendió su servicio (5-3) y, definitivamente atormentado, el italiano se derrumbó para siempre.

Entrenado por Goran Ivanisevic (ganador en el All England en 2001) y Marian Vajda, el balcánico es una máquina de alcanzar nuevas marcas. Con 34 años y 50 días, es el segundo hombre más veterano de la Era Abierta (desde 1968) en obtener el título de Wimbledon (Federer lo ganó a los 35 años y 342 días, en 2017). Claro: ya habiendo encumbrado Australia y Roland Garros en este año, su mayor motivación a partir de ahora será lograr el Abierto de los Estados Unidos (comenzará el 30 de agosto). Y no sólo para superar a Nadal y a Federer en cantidad de majors, sino para emular a Rod Laver, el único jugador en completar el Grand Slam (los cuatro títulos grandes en la misma temporada) en la Era Abierta. La leyenda australiana lo logró en 1969 (también en 1962). Antes de Nueva York hay otro reto: los Juegos Olímpicos de Tokio. Después de ganar Wimbledon, Nole afirmó que está en duda de viajar a Japón, pero en el mundillo de las raquetas se cree que sí lo hará finalmente. No tiene la medalla de oro en singles y, en caso de conseguirla, y también ganando después en Flushing Meadows, se quedaría con el Golden Slam, premio del que sólo puede hablar Steffi Graf (en 1988).

Djokovic debutó en el ATP Tour en 2004 y ganó su primer grande en Australia 2008, cuando Federer ya ostentaba doce títulos de Grand Slam. Al principio, cuando sus desplazamientos elásticos y golpes imposibles se mezclaban con sus divertidas imitaciones y episodios de enojo en el court, muchos lo observaron con cierta desconfianza. Los inconvenientes respiratorios, las alergias y los cambios alimenticios fueron un trastorno para Djokovic. Pero poco a poco se fue asentando. Modificó hábitos nutricionales y rutinas de entrenamiento que lo fortalecieron y potenciaron. En los últimos años sumó a su equipo estable al fisioterapeuta argentino Ulises Badio (especialista en medicina tradicional china y acupuntura). Se convirtió en un deportista voraz, picante, comprometido y apasionado (y también polémico). Alcanzó el número 1 por primera vez en julio de 2011 y desde febrero de 2020 que no suelta la cima (posee el récord de mayoría de semanas en lo más alto, con 328).

“Creo que soy el mejor y me considero el mejor. Pero sea o no el más grande de todos los tiempos, como se debate, eso se lo dejo a otras personas. Es muy difícil comparar épocas. Son condiciones completamente diferentes, digamos, hace 50 años, con las de hoy”, expresó Nole, que recibió un premio de 1.700.000 libras (US$ 2.362.000) por ganar Wimbledon. “Yo no estoy persiguiendo a nadie. Estoy haciendo mi propio camino, mi propio viaje, mi propia historia”.

El serbio Novak Djokovic y el hábito de comer algo de césped después de ganar Wimbledon.
AELTC/JONATHAN NACKSTRAND


El serbio Novak Djokovic y el hábito de comer algo de césped después de ganar Wimbledon. (AELTC/JONATHAN NACKSTRAND/)

¿En qué momento Djokovic pensó que el récord de títulos de Grand Slam era alcanzable?

“Probablemente comencé a pensarlo hace dos o tres años. Antes me parecía intocable”, confesó. “Rafa y Roger son dos leyendas del deporte que me ayudaron a estar aquí hoy porque me obligaron a mejorar en todos los aspectos para vencerlos. Las primeras veces que jugué con ellos siempre perdía. Pero esto no acaba aquí y que los haya empatado no significa que ninguno de los tres se va a parar” , advirtió, insaciable y exigente, con el mismo apetito que lo llevó hacia la inmortalidad del tenis. Hay que creerle: va por mucho más.