Norberto Fontana recordó cuando la mafia japonesa lo persiguió por las calles de Tokio

Norberto Fontana, piloto de la escudería Chevrolet en el Turismo Carretera, recordó la historia de cuando la mafia japonesa lo persiguió por las calles de Tokio a casi 200 kilómetros por hora.

En 1996, Fontana de por entonces 21 años, corría en la Fórmula Nippon y vivía en la ciudad de Gotenba y decidió salir a pasear con un amigo.

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"A los pilotos les dan los autos de descarte que ya tienen una fecha de vencimiento porque saben que nosotros los hacemos pelota los coches. Me habían dado un Toyota Corolla viejo...Ya cuando íbamos nos retó la policía porque nos excedimos con la velocidad, pero pedimos disculpas y zafamos", contó Fontana en una entrevista con Alejandro Fantino por ESPN.

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Durante el regreso a Gotenba, comenzó la tensa historia: "Recorrimos Tokio, comimos muy bien. Emprendimos la vuelta a la madrugada. Los accidentes son lo peor que te puede pasar, podés estar cinco horas sin avanzar. Hacía dos horas que estábamos parados y yo le digo a Sebas "no doy más, voy a hacer la gran argentina". Me mando por el carril de emergencia, veníamos como unos campeones pasando autos y cuando ya se estaba liberando la autopista sale un Mercedes Benz, con luces de xenón y vidrios espejados. Después nos enteramos que eso está prohibido en Japón y que las usan todas las mafias".

"Apenas apareció el auto me pegó de atrás. Yo no sabía que era la mafia. Nos quería hacer volcar. Si nos llegaba a alcanzar capaz que nos desfiguraba, nos hacía desaparecer o nos cortaba el dedo".

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Luego, Fontana añadió: "Me empieza a tocar de atrás y a mi juego me llamaron. Yo también le empiezo a tirar el auto encima tipo película y así nos fuimos pegando autazos... Faltaban 10 kilómetros para la salida de Gotenba pero no le podíamos marcar dónde vivíamos porque nos iban a venir a buscar. Hice un par de maniobras con infracción y todo hasta que siguió de largo y lo perdimos. Veníamos a 180 kilómetros por hora".

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Hasta ese momento, y más allá del susto, ni Fontana ni su amigo sabían de qué se habían salvado hasta que al día siguiente contaron lo sucedido a los locales: "El auto estaba destrozado, al otro día explico lo que pasó y nos dicen 'ustedes se salvaron de casualidad porque era la Yakuza'. Al auto lo agarraron y lo mandaron a romper y después de eso nos portamos como unos señoritos".