Niñeras de millonarios cuentan las peores cosas que han tenido que hacer

Más allá del supuesto glamour que pudiera significar tratar con familias de las clases altas, con celebridades y multimillonarios, el trabajo de las niñeras no deja de ser abnegado y hasta a veces difícil de retribuir.

Son tantas las palabras mal dichas, los gestos de desdén, las imposiciones y las situaciones absurdas, que podría llenarse un libro con los testimonios de quienes cuidan de los hijos de los más poderosos del planeta.

Business Insider se dio a la tarea de contactar con siete niñeras que trabajan para familias ricas en Estados Unidos y lo primero en lo que coincidieron es en lo estimulante del salario que suelen recibir. Obtener hasta 150.000 dólares anuales, además de otros beneficios, no resulta un plan despreciable. Pero, ¿cuál es el costo?

Según Katie Provinziano, CEO de la agencia Westside Nannies enclavada en Los Ángeles, tan duro es para la salud anímica de la empleada que muchas niñeras de élite cambian de carrera luego de pasar entre tres y cinco años de labor.

Las niñeras de familias adineradas tienen muy buenos sueldos que no siempre son compensados por la presión del trabajo. Foto: Getty Images.
Las niñeras de familias adineradas tienen muy buenos sueldos que no siempre son compensados por la presión del trabajo. Foto: Getty Images.

Así le ocurrió a Stephanie Felzenberg, quien en cierta ocasión tuvo que trabajar durante el embate de un huracán. Contratada para ocuparse de los hijos de unos ejecutivos de Nueva York, esta mujer recuerda cómo le tocó trabajar en medio de inundaciones dentro de la casa y con un corte de electricidad que duró dos semanas.

“Hago que parezca fácil, pero no lo es", dijo Felzenberg, quien también era remunerada como asistente personal de los adultos, ama de llaves y chef de la casa.

Otra mujer que prefiere mantenerse en el anonimato recuerda que la familia obligaba a quien se ocupara de los niños en el turno de la noche a dormir en lo que prácticamente era un armario en un gran apartamento del Upper East Side de la ciudad de Nueva York.

“Era una familia muy rica, pero aun así hubo que dormir durante la noche en un almacén que ni siquiera tenía una cama adecuada”, relató. “Era como un sofá con envoltura de plástico, y el baño era compartido con la sala de juegos para niños. Creo que, si te esfuerzas por contratar a alguien para que duerma toda la noche, se despierte temprano y cuide de tus niños, al menos podrías proporcionarle algún tipo de cama”, fustigó.

Experiencias un tanto escatológicas

Otra niñera recuerda que tuvo que ocuparse con sus propias manos de hacer que el niño defecara.

“Cuando el bebé tenía aproximadamente un año, me quedé a pasar la noche mientras los padres estaban fuera de la ciudad —relata—. El niño estuvo gritando del dolor de estómago toda la noche por culpa del estreñimiento. A eso de las 3 am me puse unos guantes y le desbloqueé manualmente los intestinos para que estuviera más cómodo. Esa noche dormí unas dos horas”.

La cuarta empleada entrevistada también tuvo que hacerle frente a frecuentes “desastres de caca” mientras trabajaba para una familia de Missouri.

“No me habían pedido que lo hiciera, pero uno de estos desastres incluyó excremento sobre la alfombra, las paredes, la cuna, los animales de peluche, etc. —recuerda—. Tuve que limpiarlo todo antes de que los padres llegaran a casa”.

Situación igualmente incómoda fue la de una niñera a la que le pidieron que se deshiciera ella sola del nido de una rata. Ahora lo recuerda como la cosa más extrema que tuvo que hacer.

Y entre los absurdos diarios, el de una mujer llamada Genevieve a la que le dieron la tarea de clasificar los M&M por color, porque así lo prefería el niño.

Esta mujer tenía que escoger regularmente los de los dos colores favoritos del menor, sacándolos de bolsas “monstruosas” de grandes, para luego meterlos en bolsas con cierre para así tenerlos a mano cuando el niño los pidiera.

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