Es tremendo que a este político le callen los gritos y no las balas. Así está la política española hoy.

Te vamos a matar, le escribieron en las paredes de su pueblo cuando sólo tenía 21 años.

Ya con 16 años había recibido palizas por pensar diferente.

Un poco más tarde asesinaron a uno de sus mentores.

Borja Sémper sabe, desde adolescente, lo que es mirar el coche cada mañana por si alguien ha puesto una bomba. Caminar siempre dando un rodeo para no pasar por los mismos sitios, por si ETa había preparado un atentado contra él. Vivir con guardaespaldas y no poder moverse libremente. Tener miedo a que en la próxima esquina le pegaran un tiro.

Todos los días.

Sabe lo que es ir a funerales de amigos asesinados. Ver cómo caen compañeros, consolar a sus familias, a sus hijos.

MADRID, SPAIN - NOVEMBER 25: Borja Semper attends the Vanity Fair awards 2019 at the Royal Theater on November 25, 2019 in Madrid, Spain. (Photo by Pablo Cuadra/WireImage)
MADRID, SPAIN - NOVEMBER 25: Borja Semper attends the Vanity Fair awards 2019 at the Royal Theater on November 25, 2019 in Madrid, Spain. (Photo by Pablo Cuadra/WireImage)

Desde adolescente, Sémper sabe lo que es plantarle cara al terror, no callarse, decir lo que uno piensa, seguir sus convicciones. Ser valiente. Jugarse la vida cada segundo de cada día.

Hasta hoy.

Al político del PP -portavoz del PP en el Parlamento Vasco- no le han callado los terroristas. Esos no le callaron nunca. Le ha callado su propio partido. Sémper se va hastiado del barro, del populismo, de los insultos, de la demagogia. Se va cansado de los extremismos que llevan a guerras inútiles y no a intentos de aproximación.

El que pudo ser ministro, uno de los políticos más comprometidos, dialogantes y sinceros del PP, anuncia este martes que se va, harto de darse de bruces con su propio partido, de que sus dirigentes le digan que esté calladito porque es mas difícil hacer política ahora que cuando ETA mataba -sí, se lo dijo Cayetana Álvarez de Toledo-.

Es tremendo, ¿no?

Tremendo que a Borja Sémper le callen los gritos y no las balas.