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Un niño rompe las cadenas de Messi: para hacerle libre sólo había que echar un vistazo por casa

BARCELONA, SPAIN - SEPTEMBER 27: Lionel Messi and Ansu Fati of FC Barcelona celebrate their team's fourth goal during the La Liga Santander match between FC Barcelona and Villarreal CF at Camp Nou on September 27, 2020 in Barcelona, Spain. Football Stadiums around Europe remain empty due to the Coronavirus Pandemic as Government social distancing laws prohibit fans inside venues resulting in fixtures being played behind closed doors. (Photo by David Ramos/Getty Images)
Ansu Fati y Leo Messi celebran el gol del hispano-guineano.(Foto David Ramos/Getty Images)

A menudo se suele afirmar categóricamente que el tiempo propicio para que se produzcan los cambios que un día parecían inalterables debe venir acompañado de una atmósfera positiva. Los canteranos tendrían que jugar cuando todo fuese viento en popa y los relevos generacionales serían más dulces si los veteranos agotaran su ciclo. Nada de cargarles de responsabilidad y galones cuando aún son demasiado jóvenes. ¿Demasiado jóvenes para qué? Esto es lo que se preguntó Ansu Fati ante el Villarreal mientras dejaba un reguero de defensas en el suelo y se embolsaba un doblete en menos de veinte minutos.

El joven delantero azulgrana solo comprende el fútbol a base de récords, rebeldía y una toma de decisiones impropia a su edad. Puede que el niño récord del Barça aún sea un estudiante bisoño de 17 años en una facultad abarrotada de profesores galardonados y curtidos. También puede que no alcance a comprender el desplazamiento de placas tectónicas que se ha ocasionado en la entidad azulgrana a lo largo de este verano. Lo que sí sabe es que su energía, verticalidad, desborde y agresividad al espacio es un compendio de características que tan solo reúne él entre todos los pesos pesados que conforman la plantilla de Ronald Koeman.

No es normal toparse con un futbolista con los conceptos tan claros siendo tan joven. Menos normal es aún darse de bruces contra el presente y el futuro de un Barça que anhela nuevos ídolos después de la marcha del tercer máximo artillero en la historia del club, Luis Suárez, de un fichaje decepcionante, Antoine Griezmann, y de un capitán que, cansado de las falsas promesas, ansia desencadenarse del contrato que lo ata al Camp Nou. Fati ha transformado la energía negativa que rodeaba un ataque previsible, plomizo, horizontal y falto de matices en una tormenta perfecta de relámpagos, rayos y centellas que cae a discreción sobre los rivales.

La irrupción del hispano-guineano en un club en crisis institucional, financiera y deportiva ha disparado la ilusión en el Camp Nou y, pese a que la prudencia siempre es la mejor compañera de viaja al catalogar el potencial de los jóvenes canteranos, cuesta una barbaridad no situar el potencial del delantero en un escalafón muy alto.

¿Qué le diferencia de otros proyectos de estrella? El olfato goleador, la toma de decisiones, la personalidad para aglutinar un volumen finalizador que anteriormente se concentraba en Leo Messi y el ‘timming’ para escoger la acción que más daño provocará al rival. Ansu es juego sin dejar de ser jugadas ganadoras. Puede decidir el partido después de recibir, girar, encarar y soltar un zurriagazo y acto seguido encargarse de desbordar, atraer rivales y soltar la pelota en el momento más indicado tras generar una ventaja decisiva que previamente no existía.

Desequilibrio, energía, velocidad, amplitud, profundidad, agresividad al espacio, atrevimiento, remate y una fuente de soluciones individuales a problemas colectivos crónicos. Ansu Fati reúne muchas de las características que tan solo Messi posee y otras que ni el propio Leo alcanza ya a contar entre sus principales virtudes.

La juventud del canterano azulgrana contrasta con la veteranía de un Messi al que en las últimas temporadas se la ha pedido tanto que ha acabado por sobreexplotarlo hasta límites insanos para el argentino. Cargado con la responsabilidad creativa, regateadora, goleadora y pasadora, Messi ha terminado por alejarse de la zona donde más beneficios aporta a su equipo: la frontal del área. Con Ansu Fati aportando amplitud en banda y agrietando las defensas por dentro, Leo no solo ha vuelto a pisar su zona favorita, sino que también se ha visto liberado de la excesiva dependencia que padecía el Barça hacia su figura.

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