Neymar no necesita anotar

Neymar el domingo marcó por segundo partido consecutivo, pero su relevancia dentro de una cancha va más allá de ese aspecto del juego, aunque sea el más importante del fútbol.

Un talento especial

No estoy diciendo que un atacante no tenga como función fundamental el gol, tampoco justifico que a cualquier delantero se le mantenga siempre, aunque tenga una sequía goleadora; a lo que me refiero es que hay muy pocos jugadores, casi ninguno en el mundo, con el poder de Neymar para provocar cosas, que aunque no marque, le hacen imprescindible.

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En el juego de un atacante hay conceptos y movimientos fundamentales para que el equipo llegue al objetivo de ganar; dinámica, entrada y salida, diagonales, distracción, desequilibrio, velocidad, imaginación, creatividad, potencia y definición.

Neymar es el paquete completo

Es virtualmente imposible que un futbolista las tenga todas, y que en todas sea excepcionalmente bueno. Neymar las tiene y en todas es fenomenal. Por eso sostengo que, a pesar de la ausencia de definición que vivió, seguía siendo fundamental para el sistema del Barcelona. El gol terminaría por llegar, como llegó.

Hace poco escuché a uno de estos genios iluminados que hacen periodismo de bufanda desde Madrid, decir que “Neymar iba para Garrincha y se había quedado en Robinho”. Hoy habrá que recordarle a él y a todos los que aún duden que Neymar será el mejor jugador del mundo cuando Messi baje su nivel, que Neymar a sus escasos 24 años, hace rato que pulverizó cualquier comparación grosera que algún forofo quisiese hacerle con Robinho.

Siempre tan sonriente: la intimidad de Neymar Jr.
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Los títulos lo avalan

Neymar es uno de los pocos jugadores en la historia que ha ganado Copa Libertadores, Champions League, Liga española, Mundial de Clubes y Oro Olímpico.

Por eso la próxima vez que Neymar tenga la pólvora mojada, tranquilos, basta con que aprecien sus desbordes permanentes por la banda izquierda y la generación incansable de peligro en la puerta rival, su fantasía, el regate, la gambeta, la velocidad endiablada con el balón atado al botín. El gol ya llegará, como consecuencia natural.

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