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Neveras solares brasileñas para hacer la vida más fácil a pequeños empresarios sudafricanos

Kioko Mwange es el propietario de una tienda en un pueblo de Kenia llamado Kithungo. Sus clientes, asegura en declaraciones a la CNN, han aumentado porque “ahora confían en la calidad de la leche que les vendo”. La razón del éxito de su negocio reside en su apuesta por hacerse con un frigorífico solar de origen brasileño que le ayuda a mantener el producto en condiciones óptimas “hasta por 10 días”.

La nevera de la que habla con tanto entusiasmo Mwange se trata de un proyecto lanzado al mercado por la compañía brasileña Youmma, que el pasado año comenzó a comercializar un frigorífico que se alimenta de energía solar para dar cobertura a todos aquellos ciudadanos que no tiene acceso a la red eléctrica y que, por tanto, se enfrentan cada día al difícil reto de cómo conservar en buen estado alimentos y medicamentos en esas circunstancias.

Un problema que, como señalan CNN, afecta a casi 600 millones de personas en el África subsahariana. Ahí es donde están yendo a parar una buen parte de las 2.000 unidades vendidas por la empresa brasileña desde el 2019. Según sus cifras, el 80% de las ventas de su producto, que describe en su web como “diseñados para una asequibilidad extrema basada en familias fuera de la red y problemas diarios de pequeñas empresa”, ha sido adquirido por pequeños empresarios.

Esto se explica porque el coste, aunque sea por uso, no es asequible en realidad para muchas familias. Sin embargo, empresarios como Mwange, han visto en este modelo de negocio una solución factible con la que les salen las cuentas. El funcionamiento tanto del proceso de adquisición como de uso es relativamente sencillo.

André Morriesen, propietario de Youmma, explica a la cadena estadounidense que sus frigoríficos ayudan a reducir el desperdicio de alimentos y contribuyen a que las tiendas puedan mantener sus productos frescos y en buen estado más tiempo. Algo que, a larga, ahorra costes y aumenta la confianza de los clientes.

El modelo puesto a la venta no es muy grande, tiene capacidad para 100 libros y se alimenta con la energía recolectada a través de un pequeño panel solar que se almacena en una batería con autonomía de día y medio sin recibir luz del sol. Consume menos que un frigorífico eléctrico y el coste diario, que se paga a través de una aplicación en el móvil, es de entre 1 dólar y 1,5 dólares con un depósito de 100 dólares a través de M-Kopa, una empresa de energía solar de Kenia.

Este desembolso incluye la nevera y la instalación del panel solar. El modelo de pago por uso implica que si un día no se paga la cuota, el electrodoméstico deja de funcionar. Es una forma que tiene el empresario de suprimir ese gasto si, por la razón que sea, un día concreto no tiene dinero para cubrir ese gasto o mercancía que conservar.

Desde M-Kopa aclaran que, aunque es cierto que a la larga cuesta más que un frigorífico tradicional y que puede llegar a tardarse dos años en pagarse por completo, ofrece una alternativa a los empresarios fuera de la red eléctrica. Además, el consumo de energía es gratuito.

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