Mujeres atletas alzan la voz: "Es injusto que una transgénero compita contra nosotras"

Rachel McKinnon está en el centro de la polémica.
Rachel McKinnon está en el centro de la polémica.

Desde este mes de octubre, las atletas transgénero pueden participar en competiciones femeninas con tal de firmar una “simple declaración” de su genero. Al mismo tiempo, tendrán que demostrar que sus niveles de testosterona no superan los cinco nanomoles por litro durante un periodo continuado de 12 meses. La diferencia con la reglamentación anterior es que ya no hará falta un documento oficial que demuestre su genero.

La decisión de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) fue aplaudida por una comunidad transgénero que siempre se ha sentido discriminada en la mayoría de los ámbitos de sus vidas. Una de las primeras atletas en celebrar el dictamen - y deseando que se aplique a su disciplina -fue la ciclista Rachel McKinnon, que el pasado fin de semana volvió a dominar la competición femenina en el Campeonato del Mundo Masters Track, celebrado en Manchester, Inglaterra. Con 37 años de edad, logró el record en la categoría de los 200 metros durante la ronda clasificatoria y posteriormente defendió su título en la final. El suyo es el triunfo de la marginación, la victoria de un colectivo que debe aguantar mofas, miradas incómodas e incluso episodios violentos de bullying.

Y claro, cuando los ganadores avanzan, los perdedores quedan detrás, algo que no ha gustado un pelo a las competidoras que vieron a McKinnon dominar la prueba de ciclistas en edades comprendidas entre los 35 y 39 años de edad. La frustración quedó patente en las palabras de Victoria Hood, una de las corredoras más exitosas del circuito.

“No es tan complicado. La ciencia está ahí y dice que es injusto. El cuerpo del varón, que ha pasado por la pubertad, sigue guardando una ventaja; eso nunca desaparece”, afirmó a Sky News. “Tengo simpatía por ellas y tienen derecho a practicar deporte pero no el de participar en la categoría que quieran”, destacó.

Sus palabras representan el sentir de muchas profesionales que ven sus opciones reducidas cuando una transgénero compite contra ellas. Hood no ha sido la única contrincante de McKinnon que ha alzado la voz contra ella. El año pasado, cuando la canadiense salió campeona de nuevo, Jennifer Wagner-Assali logró la medalla de bronce y no pudo contener su sentir.

“Fue una carrera injusta. Creo que las libertades de las mujeres en el mundo del deporte están siendo coartadas. Si seguimos así, habrán competiciones de hombres y mixtas, pero las femeninas acabarán desapareciendo”, declaró la ciclista.

Este tipo de ataques no son nuevos para McKinnon, de hecho son más habituales de lo que quisiera, y su defensa suele ser la misma:

Rachel McKinnon (I), Amber Walsh (D) antes de la carrera. (OLI SCARFF/AFP via Getty Images)
Rachel McKinnon (I), Amber Walsh (D) antes de la carrera. (OLI SCARFF/AFP via Getty Images)

“Impedir que las mujeres transgénero compitan o tengan que tomar medicación es negar sus derechos humanos. Todos mis informes médicos indican que soy mujer. Mi doctor me trata como a una mujer, mi licencia de deportista dice que tengo género femenino, pero la gente se sigue oponiendo a mi existencia e insisten en que sigo siendo un hombre. No es justo que sea considerada como una chica en todos los aspectos de la sociedad excepto para esta parte fundamental para mí como el deporte”, aseveró.

Las sensibilidades en este asunto están a flor de piel. Los tormentos por los que han pasado las personas que no se sienten identificadas con el género con el que nacieron son difíciles de comprender para el resto de la gente. Sentir que se está en el cuerpo equivocado provoca grandes perjuicios psicológicos, por no hablar del trago de tener que pasar por operaciones estéticas muy complejas. Cada vez hay más aceptación social con las transgénero, incluso desde 2004, pueden participar en los Juegos Olímpicos - con la condición de haberse sometido a cirugía de cambio de sexo y a una terapia de hormonas durante dos años, algo que cambió en los Juegos de Río 2016, cuando las atletas debían tener unos niveles de testosterona inferiores a 10nmol/L. Si se comparan estos análisis con los que generalmente tienen las mujeres (0.52 a 2.8 nmol/L), la diferencia es abismal en cuanto al registro de testosterona. Eso es precisamente lo que critican con legitimidad las deportistas que tienen que competir contra las transgénero.

¿Cuál es la solución entonces? ¿Es justo que atletas de género femenino tengan que batirse en duelo contra transexuales? ¿Acaso lo es el que alguien que se siente mujer no pueda competir contra personas a las que considera de su género?

Se trata de un asunto complejo, tanto que nadie ha llegado a dar una solución que mantenga contentos a todos, y a todas. Con la solución actual, las grandes perjudicadas son aquellas deportistas que llevan toda su carrera preparándose para ser las mejores y no pueden porque hay personas que han cambiado de sexo y tienen mejores condiciones que ellas. Al menos en el caso de McKinnon, cuya fiosionomía no se corresponde con lo que dicen sus médicos y documentos.