Muere la mujer iraní quemada a lo bonzo tras ser condenada por entrar a un partido de fútbol

Esteghlal supporters attend the AFC Champions League group C football match between Iran's Esteghlal and Qatar's Al Duhail at the Azadi Stadium in Tehran on May 6, 2019. (Photo by ATTA KENARE / AFP)        (Photo credit should read ATTA KENARE/AFP/Getty Images)
Hinchas del Esteghlal viendo un partido en Teherán. Foto: Atta Kenare/AFP/Getty Images.

Finalmente se confirmó una noticia que no por esperada deja de ser trágica. Sahar Jodayari, iraní de 30 años, falleció este martes tras no poder recuperarse de sus heridas. Esta mujer, conocida internacionalmente como “Blue Girl” (“la chica azul”), se había rociado con gasolina y se había prendido fuego en protesta por la condena a seis meses de cárcel que le acababan de imponer las autoridades de su país.

El “delito” por el que habían condenado a Sahar es una actividad que aquí resulta perfectamente cotidiana, pero que es inaceptable para la muy intransigente dictadura teocrática que sufre Irán desde hace ya cuatro décadas. La mujer había intentado acceder al estadio Azadi (cuyo nombre, paradójicamente, significa “libertad”) de Teherán, la capital de la nación, para ver el partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones asiática que enfrentó al Esteghlal persa contra el Al Ain, del emirato de Abu Dabi, que se jugó el pasado 12 de marzo y que se saldó con empate a 1.

En Irán, como parte de las numerosas leyes que restringen sus derechos, las mujeres tienen prohibido ser público de espectáculos deportivos masculinos. Por eso la policía detuvo a Jodayari, seguidora del Esteghlal, cuando detectó que intentaba pasar a la grada. El apodo que le dieron los medios se debe a que en ese momento la joven iba vestida con ropas del color azul que luce su club favorito en la camiseta.

Inicialmente Sahar fue puesta en libertad bajo fianza, pero los tribunales revisaron su caso y acabaron condenándola a seis meses de cárcel. Ese fue el motivo de que la chica azul optara inmolarse frente a los juzgados. Fuentes de la justicia iraní, no obstante, aseguran que la sentencia aún no era oficial.

El diario El País, citando a la web local Rokna News, indica que, según la hermana de Sahar, la chica sufría un trastorno de bipolaridad. “Lleva los dos últimos años en tratamiento; habíamos facilitado todos los documentos al tribunal, pero la procesaron como si fuera una persona sana solo porque maldijo a los guardias”, se queja la familiar.

Irán es el único país del mundo donde las mujeres todavía no pueden acceder a los estadios después de que otro estado totalitario islamista como Arabia Saudí levantara la prohibición el año pasado. Aunque el código penal iraní no especifica nada al respecto, los clérigos chiíes que controlan el país no están dispuestos a abrir la mano; el argumento, tal como aseguró este mismo miércoles Mahmud Vaezí, jefe de presidencia del ejecutivo persa, apela a la moralidad. “No hay problema en que las mujeres vayan a los estadios si el ambiente es conveniente, pero ahora mismo hay mucho lenguaje soez y en ocasiones casos de violencia entre los aficionados, así que no es aconsejable”.

Y eso que algunos dirigentes políticos importantes lo han intentado. El mismo Mahmud Ahmadineyad, presidente de la República (pero no jefe de Estado: por encima está el “líder supremo”, un cargo religioso que ocupa desde 1987 el ayatolá Jamenei) durante ocho años, propuso crear zonas exclusivas de mujeres en los estadios, pero clérigos influyentes le desautorizaron. Su antecesor, Mohammad Jatamí, logró que permitieran a las niñas jugar al fútbol en el colegio y organizó un recibimiento exclusivamente femenino a la selección nacional que se clasificó para el Mundial de 1998. Pero enseguida los ultraconservadores en el poder frenaron cualquier posibilidad de progreso alegando que la “visión de hombres medio desnudos” es inaceptable.

Las reacciones a lo sucedido no se han hecho esperar, tanto dentro como fuera de Irán. Conocida ya la posición gubernamental, algunos personajes relevantes han querido manifestarse al respecto, intentando ser sutiles, de forma que quede clara su opinión pero sin meterse en líos con el régimen. Es el caso de Masoud Shojaei, capitán de la selección nacional (y antiguo jugador de Osasuna), quien, tras el partido que acaban de ganarle por 0-2 a Hong Kong en la fase de clasificación para el próximo Mundial, publicó en su cuenta de Instagram una foto con el texto “fue la victoria más amarga y triste”, expresando que siente “vergüenza por no poder hacer nada” y enviando condolencias a la familia.

En el mismo sentido se manifestó la cuenta oficial del Esteghlal, que manifestó su “tristeza” por la “trágica muerte”; el club guardó también un minuto de silencio antes de su último entrenamiento. Fuera de Irán, donde se puede escapar a la censura del régimen, las voces han sido más contundentes. Quizás la más llamativa haya sido la de una cuenta de seguidores del club en lengua inglesa que, literalmente, dice que Sahar “nos apoyó pese a que la política lo consideraba ilegal, pero ¿qué podemos hacer nosotros para apoyarla a ella? Absolutamente nada. Somos unos cobardes”. Incluso el Barça se ha hecho eco de este tuit, recalcando que “el fútbol es un deporte para todos, hombres y mujeres, y todo el mundo debería poder disfrutarlo juntos en los estadios”.

Ante lo sucedido, muchos piden a la FIFA que tome cartas en el asunto. Se reclama incluso que adopte medidas extremas como excluir a Irán de cualquier competición internacional mientras no garantice la presencia libre de mujeres en los estadios. De momento, el máximo organismo del fútbol mundial se ha limitado, según Reuters, a “expresar sus condolencias” y a anunciar que enviará representantes para hablar con las autoridades iraníes, aunque hay que recordar que esa visita ya estaba prevista anteriormente debido a que se están ultimando los preparativos de cara al partido en el que Irán recibirá a Camboya el próximo 10 de octubre. Los contactos se producirán en algún momento dentro de las próximas dos semanas, y está por ver si sirven para algo de cara al futuro. A la chica azul le llegan demasiado tarde.

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