Moyano busca un Independiente en paz con Pusineri

Lucas Pusineri supo adaptarse a los momentos. Esa fue una de sus grandes virtudes desde que surgió en Almagro. Superando la media del futbolista en cuanto a discurso y preparación, siempre se adaptó a los contextos. Rara vez se desubicó. No es fácil que un hombre sea recordado bien en tres de los clubes más grandes de la Argentina: San Lorenzo, Independiente y River. Él lo consiguió.

Esa cintura, sin admitirlo públicamente, claro, buscan los Moyano en Independiente. Hugo, el presidente, y Pablo, el vice, mientras siguen enfrascados en la política nacional y, a la par, tratan de acomodar los números en un club asfixiado financieramente. Los últimos estallidos en el Libertadores de América les quitaron horas de sueño a los sindicalistas que no estaban acostumbrados a un repudio generalizado. De hecho, Hugo se enojó casi hasta el estallido con un socio que lo cuestionó -respetuosamente- delante de los micrófonos. Nunca estarán habituados a ese destrato que les quita la veneración que supieron conseguir por un costado bien distinto al fútbol.

El manejo de Independiente se hizo cuesta arriba en los últimos años. Precisamente, después de la conquista en la Copa Sudamericana 2017. Aquello que parecía una piedra basal se volvió, paradójicamente, un temblor. A Ariel Holan, el técnico-hincha, lo desbordó la situación. Las burbujas siempre son peligrosas. La apuesta por la misma línea de juego, con Sebastián Beccacece, terminó en un desencanto en el que ni siquiera hubo zapatos de cristal. La medianoche llegó mucho antes de lo pensado. También la tormenta. Y hoy, en parte, Independiente vuelve a las fuentes.

Pusineri encarna como técnico a aquel jugador aguerrido, temperamental y práctico que, en gran medida, con el cabezazo que lo inmortalizó ante Boca, le dio el último título local a Independiente en 2002, de la mano de Américo Gallego. Su llegada es una garantía de paciencia para los Rojos y, sobre todo, para los Moyano. O, al menos, les da un crédito mucho mayor que a cualquier otro director técnico.

Ahora habrá que reducir un plantel sumamente costoso, a sabiendas de un país que, como mucho, puede pagar lo justo y necesario. Si es menos, mejor. Habrá que ser competitivos otra vez, cuando el fixture depara un sprint feroz con River, Boca, Central y, vaya paradoja, el Racing de Beccacece en el camino.

Independiente entra en un estado de observación general que, por supuesto, incluye a estos dirigentes. Y todos saben qué es lo que pasa si la pelota no entra.