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La MLB inventa los 'fans ficticios' gracias a una tablet y un 'director de orquesta'

NEW YORK, NEW YORK - SEPTEMBER 09: Mr. Met sits in the stands during the game between the New York Mets and the Baltimore Orioles at Citi Field on September 09, 2020 in New York City. (Photo by Mike Stobe/Getty Images)

En el mundo del béisbol, el público es una parte muy importante en cada partido. Al contrario que en la cultura deportiva europea, donde el juego en sí mismo es el protagonista total y absoluto, en las Grandes Ligas los fans forman parte del elenco de actores en cada choque. No sólo animan, sino que interactúan. Luchan por cada bola que acaba en las gradas e intentan emular a sus ídolos atrapándola al vuelo. Van a los partidos con la camiseta y la gorra de su equipo, y algunos de ellos hasta con su propio guante, por si un palo envía la pelota fuera del diamante. Hablan con los jugadores que esperan su turno de bateo, les provocan, les animan, intentan descentrarlos e incluso buscan un autógrafo furtivo. Son la sal y la pimienta de la MLB y hasta protagonizan highlights de los que se hacen eco las televisiones y las redes sociales.

O, lamentablemente, protagonizaban. La crisis sanitaria por pandemia de Covid-19 impide la presencia de aficionados en los partidos y el eco de lo que sucede en el terreno de juego es lo único que se escucha en unos asientos vacíos (y en ocasiones puede que ocupados por fotos de fans).

Sin fans, el béisbol no es lo mismo. Es más triste. El silencio mata la ilusión de los jugadores abanderados del “let the kids play”. Por eso, la MLB ha querido buscar una alternativa con la que llenar el silencio de los estadios y por eso lanzó una app para dispositivos móviles con la que los aficionados podían trasladar sus ánimos desde casa a los campos. Un experimento que se puso a prueba en el Opening Day de la temporada. Los encargados del sonido de los recintos deportivos recibían los archivos de sonido y los replicaban en los altavoces. “Los equipos reciben una batería de audios con ruido de fondo y diferentes tipos de cánticos para que los utilicen según vean conveniente”, explicó la MLB en la nota de prensa oficial correspondiente al lanzamiento de la app en cuestión. “No es lo mismo que estar sentado en las gradas junto a tus mejores amigos, pero sirve para crear un sentimiento de comunidad y conexión con tu equipo”.

Un mago con una tablet

Entonces es cuando aparece la figura del ‘creador de sonido’ en cada uno de los 30 estadios de la MLB. Armado con una tablet y con un conocimiento infinito del juego, tiene en sus manos la responsabilidad de que cada partido de béisbol suene como un encuentro real. Cánticos de ánimo cuando corresponden, aplausos y vítores cuando una acción concreta lo merece y júbilo cada vez que se anota a favor o se elimina a un rival. Y todo ello en su preciso momento, sin delay alguno. Un trabajo que exige una concentración máxima. “Es como ser director de orquesta. Eres quien controla la sinfonía [del partido]. Es como tocar el piano”, cuenta en Sports Illustrated Amelia Schimmel, productora ejecutiva de la rama de entretenimiento en el estado de los Oakland Athletics.

De un modo u otro, la labor del ‘creador de sonido’ es crucial. Es una necesidad. Los jugadores no están acostumbrados al silencio. Algunos hasta han reconocido que no saben jugar así porque no se sienten libres de hablar con sus compañeros o contrincantes, dar indicaciones o protestar a un árbitro por miedo a ser escuchados. Pero no sólo ellos, pues los managers, la versión beisbolística del entrenador, se mostraron bastante incómodos cuando supieron que cada una de sus palabras durante un partido serían escuchadas en todo el estadio (incluido el dogout -banquillo- contrario) y retransmitidas para todo el país. Incluso los comentaristas de los encuentros admitieron que era raro no tener ruido de fondo mientras hacían su trabajo. Sin embargo, gracias al ‘creador de sonido’ el ambiente en los partidos es prácticamente igual a nivel auditivo.

Mucho más que parecerse a la realidad

Cada partido empieza con un murmullo de aficionados, que permanecerá en el aire durante todo el choque y al que se irán sumando diferentes efectos”. Quien lo explica es Ben Mertens director de producción de los Seattle Mariners. Pero incluso para que el murmullo sea realista hay que jugar con varias intensidades y volúmenes. No es igual cuando el equipo local está al bate que cuando lo hace el visitante, en los primeros compases del partido o en sus últimos coletazos. Sirve para crear expectación, para empujar moralmente a los de casa o para poner nervioso al rival de turno. El ‘creador de sonido’ está ajustando constantemente los efectos, levantando la vista de la tablet nada más que para fijarse en la acción.

No habla con nadie, no quiere saber nada de nadie. Lo único que le interesa es leer antes que nadie las jugadas para anticiparse a lo que pueda suceder y tener preparadas las diferentes opciones de sonidos. No reaccionará igual ante una bola que sale rasa tras ser bateada que ante una que surca el aire hasta convertirse en un homerun. Un fan en la grada no lo haría, y él representa a todos los fans que no pueden acompañar a su equipo en el estadio. No vale un sonido enlatado de aplausos o aclamaciones, sino que debe ir acorde con lo que sucede en el terreno de juego y por eso cuenta con casi una infinidad de efectos sonoros en función del volumen, la duración, la intensidad o la saturación.

Para prepararse, los ‘creadores de sonido’ entrenaron antes del inicio de la temporada. Algunos equipos reunieron a sus futuros ‘directores de orquesta’ para ver partidos prestando atención a las reacciones del público y el ambiente. Posteriormente hicieron lo mismo pero con la función de mute activada. Discutían qué efecto habría que poner en cada momento, su volumen y su duración. Por último se incluyeron las tablets en el entrenamiento para que hiciesen magia sobre partidos de la temporada pasada. Ya no se trataba de poner música durante los encuentros o elegir las animaciones de los videomarcadores. Ahora había que simular a los fans y hacerlo creíble.

¿Sabes ese momento en el que una bola dibuja una parábola muy amplia pero no acaba saliendo del campo y todo el mundo se lamenta en el estadio? Pues hay que conseguir esa misma sensación”, cuenta Schimmel, que también da el dato de que la media de efectos sonoros por partido de los Athletics es alrededor de 1.000 distintos. “No queremos que los partidos suenen como nosotros queremos, sino como realmente sonarían”. Y los magos de la tablet lo consiguen… por el bien de todos.

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