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La conspiración contra reloj en Barcelona para sacar a Bartomeu como presidente del club de futbol

Josep Maria Bartomeu during the presentation of Pedri as the new player of FC Barcelona, on 20th August 2020. (Photo by Noelia Deniz/Urbanandsport /NurPhoto via Getty Images)
Foto: Noelia Deniz/Urbanandsport /NurPhoto via Getty Images

Un grupo de miembros del FC Barcelona que ha pasado meses movilizando, planeando y conspirando para forzar la salida del impopular presidente del club, Josep Maria Bartomeu, está utilizando la última crisis del equipo de futbol para iniciar una campaña oficial que produzca un cambio en la dirigencia.

Sin embargo, el principal oponente de la iniciativa no es Bartomeu, sino más bien un reloj al que se le acaban los minutos, las restricciones provocadas por la pandemia del coronavirus y las propias reglas bizantinas del club: para forzar una moción de censura en la junta directiva, los organizadores primero deben recolectar las firmas escritas a mano de una parte de los 140.000 miembros del club que son elegibles para votar: unas 16.500 personas. Además, deben hacerlo en los próximos nueve días.

“Debemos ir de puerta en puerta”, comentó Marc Duch, uno de los miembros del Barcelona que está detrás de la campaña. “Esta cosa de la COVID es un problema inmenso en este momento”.

Según Duch, las conversaciones que se habían realizado durante meses de pronto se aceleraron en semanas recientes. Los organizadores de la campaña, de por sí furiosos por los meses de peleas internas en la junta directiva y enojados por la humillante eliminación de la Liga de Campeones, mencionaron que el anuncio que hizo Lionel Messi sobre su salida del Barcelona —un plan que el jugador ha abandonado desde entonces— había sido la gota que derramó el vaso.

“Eso apresuró las cosas”, afirmó Duch.

No obstante, remover una junta directiva que fue electa legalmente no es una tarea sencilla. De acuerdo con los estatutos del Barcelona, solo se puede realizar una moción de censura si en un plazo de dos semanas el 15 por ciento de los votantes elegibles del club —gente que ha sido miembro durante más de un año— proporciona firmas escritas a mano en formatos oficiales que otorga el club (los formatos deben ir acompañados de una fotocopia del frente y el reverso de las credenciales de identificación nacional de cada uno de los firmantes). Además, eso solo sirve para que se realice la votación. Para que sea admitida, la moción requiere la aprobación de una mayoría de las dos terceras partes.

Esas reglas, sumadas a las restricciones relacionadas con el coronavirus, han preparado el terreno de una carrera a contrarreloj para los oponentes de Bartomeu, una alianza dispar de grupos de aficionados que también tiene el apoyo de tres hombres que han declarado su candidatura para las próximas elecciones a la presidencia del club. El periodo actual de Bartomeu termina la próxima primavera.

Para lanzar la campaña de manera oficial, Duch, un asesor fiscal de profesión, y un puñado de otros miembros llegaron el miércoles a las oficinas generales del equipo. Ahí, les dieron cajas y más cajas con los formatos requeridos —32.000 en total— que cargaron en autos y camionetas.

Esa fue la parte fácil.

En circunstancias normales, para hacer llegar los formatos a los miembros del club se necesitaría poco más que poner voluntarios afuera de su estadio, Camp Nou, en los días de partido y entregarlos. Pero, debido a que en la actualidad el club está en un breve periodo fuera de temporada y las reglas de distanciamiento social limitan las reuniones a menos de diez personas, recabar miles de firmas para la fecha límite de la próxima semana ha sido un complejo problema de logística.

Para correr la voz, se han dejado lotes de formatos en más de 130 edificios de oficinas, restaurantes y otros negocios de toda Cataluña. El grupo también publicó en un sitio web los lugares donde los miembros del Barcelona pueden recoger un formato, y sigue intentando correr la voz en redes sociales. Hasta ahora, según Duch y otras personas, han reunido 7500 firmas.

El Barcelona se rehusó a comentar sobre la iniciativa, pero al menos uno de los rivales de Bartomeu parece no oponerse.

“Creía que la derrota en Lisboa era el fondo, pero el verdadero fondo fue que el mejor jugador en la historia del deporte, quien ha estado 20 años en el club, quisiera dejarlo después de una derrota de esa magnitud y por la puerta trasera”, comentó Víctor Font, un emprendedor del sector tecnológico y uno de los favoritos en la carrera para remplazar a Bartomeu.

Bartomeu puede permanecer en el cargo hasta mediados del próximo año, pero, según Font, los cambios deben llegar mucho más rápido, en particular porque el riesgo de perder a Messi el próximo año sigue siendo una seria posibilidad. Messi puede hablar con pretendientes potenciales —el Manchester City es uno de los que supuestamente ha expresado interés— e incluso firmar un acuerdo de precontrato apenas hasta el 1 de enero.

Si los opositores de Bartomeu tienen éxito y logran expulsar a la actual directiva, se tendrían que celebrar las elecciones en tres meses. No obstante, quien quede a cargo tendrá que enfrentar un buzón a reventar de asuntos apremiantes más allá del destino de Messi.

Comenzará el plazo de renovación de acuerdos clave de patrocinio —incluido Rakuten, el principal patrocinador del equipo—; se tendrá que abordar el problema de una remodelación polémica y muy cara del estadio, y, tal vez lo más importante para los aficionados del equipo, se deberá reconstruir la plantilla. Sin embargo, también lo tendrá que hacer la imagen maltrecha del club.

“Lo han arruinado todo. En términos económicos, deportivos e institucionales, hemos perdido el respeto de toda Europa como club”, opinó Duch.

Los enfrentamientos no son raros en el Barcelona. En 2008, los aliados de Bartomeu casi lograron expulsar a un expresidente, Joan Laporta. Laporta sobrevivió por poco y se mantuvo para poner los cimientos de una buena parte del éxito actual del equipo al nombrar como director técnico a un exjugador que casi no se había fogueado, Pep Guardiola. Bajo el mando de Guardiola, y con Messi liderando en el campo, el Barcelona disfrutó una década de éxitos sin parangón.

Bartomeu quedó a cargo en 2014, cuando dio un paso al frente de su puesto de vicepresidente, después de que su aliado Sandro Rosell fue obligado a dimitir en medio de acusaciones de conducta inadecuada en la firma del delantero brasileño Neymar.

Sin embargo, la marea que se opone al control de Bartomeu sobre el club de 120 años ha ido creciendo durante meses. La semana pasada, el periódico español El Mundo informó que la policía de Cataluña estaba investigando a Bartomeu por corrupción.

Duch comentó que se habían reunido ocho grupos para forzar la salida de Bartomeu. Sin embargo, con solo unos pocos días para su final, la campaña está entrando en su etapa más difícil: persuadir a los miembros de mayor edad en el Barcelona —quienes no están al tanto de una iniciativa que hasta la fecha se ha promovido en esencia en plataformas de redes sociales como Facebook y Twitter— de sumar sus nombres.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company

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