Desde Miami. El relato de Franco Davin, ex entrenador de Del Potro y Gaudio, que sufrió coronavirus: "Sentí que me moría"

Es deportista desde chico, del momento en el que empuñó una raqueta de tenis en Estudiantes Unidos, un club centenario de Pehuajó. Compitió en alto nivel y fue 30 del mundo en 1990. Tiene 50 años. No padece sobrepeso. Y nunca había tenido problemas severos de salud. Pero Franco Davin, que como entrenador logró dos trofeos de Grand Slam con jugadores argentinos [Roland Garros 2004 con Gastón Gaudio y el US Open 2009 con Juan Martín del Potro] y está radicado en Key Biscayne desde hace cinco años, fue uno de los casi 4.000.000 de infectados de coronavirus en los Estados Unidos. La pasó realmente mal durante varios días: le faltó el oxígeno y temió lo peor. Ya repuesto y a pocas horas de recibir el tranquilizador "resultado negativo", Davin relató su experiencia, en primera persona, ante LA NACION.

"A fines de junio venía trabajando mucho en la cancha, durante muchas horas; en esta época en Miami hace calor. Y un día empecé a sentir la sensación de estar insolado. Pensé: 'Voy a tener que parar un día, salir del calor'. Justo tengo un día que tenía que hacer algo afuera de la cancha y lo tomé como una jornada sin tanto sol. Al otro día hice el trabajo normal y empecé a sentirme cansado. Esa tarde me quedé en casa y al otro día a la mañana me hice el test. Eso fue el jueves 25. Me sentí muy mal, como si tuviera una gripe fuerte, con ese dolor de cuerpo, que ya no te querés levantar. El test, normalmente, acá te lo dan a las 48 o 72 horas y justo coincidió con el fin de semana. Entonces estuve desde el jueves hasta el lunes sin el resultado. Pero me daba la sensación de que podía ser una gripe", rememoró Davin, ya con la voz regenerada y resabios de tos.

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Davin, como parte de "la familia del tenis", viaja toda la temporada. Comenzó 2020 en Australia, luego viajó a Nueva York y en febrero estuvo en Acapulco, siempre como entrenador del británico Kyle Edmund (44°), su pupilo desde fines de 2019. Cuando volvió a Miami desde México compartió espacios con turistas italianos en el aeropuerto, a las horas se sintió engripado y pensó que podía haberse contagiado de Covid-19, pero se repuso pronto. Luego llegó la cancelación del circuito y se aisló en su casa, junto con su familia.

"Empezamos un poquito antes la cuarentena en casa por el tema de Nacho, mi segundo hijo, que tiene Síndrome de Down y tiene un riesgo mayor -explicó Davin-. Me daba la sensación de que Miami podía ser parecido a Nueva York [en cuanto a cantidad de contagiados], porque es un lugar en el que pasa mucha gente. Pero no pasó. Después se empezó a abrir, a jugarse al tenis y a hacer vida normal. Yo trabajo con muchos chicos de 18, 20, 22 años, que aparentemente son los asintomáticos y los que están trasladando el virus. En el momento que me fui a hacer el test llamé a todas las personas con las que había estado y ninguno tuvo síntomas ni el virus. Por eso también me dio la sensación de que no lo tenía. Pero ese fin de semana empecé a sentir pérdida del gusto y olfato. Ahí ya me estaba sintiendo un poco mejor físicamente, pero al cuarto o quinto día me empezó la tos y la falta de aire. Eso es lo peor. En mí situación fue lo que más me desesperaba porque lees todo lo que pasa. Tengo amigos italianos que me decían una cosa, los españoles me decían otra. Me vino muy bien tener el medidor de saturación de oxígeno. El médico me decía que me controlara, porque si saturaba menos de lo indicado me tenía que ir al hospital".

-¿Cómo fue el período de aislamiento?

-Automáticamente a los chicos los aislamos y me quedé con Mariana, mi mujer. Ella pasándome por la puerta la comida y teniendo los cuidados. El peor momento fue el de la falta de aire, porque no sabés hasta dónde llega. Estaba al límite con el número del saturador. A la noche te empezás a desesperar un poco. La vi fea, la pasé mal y sentís que te morís, que falta... Vas leyendo lo de los días y es tal cual. También tengo un amigo que es médico, Miguel Castellán, y hablaba con él. Era difícil porque yo no estaba tomando nada, entonces no sabés si estás haciendo bien o no. Hay muchas opiniones diferentes.

-¿No tomaste ninguna medicación?

-Solamente Paracetamol o cosas para bajar la fiebre. Y así la fui llevando. Son tres o cuatro días difíciles. Después, yo empecé a sentirme bien y el médico me dijo que podía haber días que no fuera todo hacia arriba y eso me pasó: fui para atrás y me asusté por el simple hecho de que no sabés hasta dónde llega. Estaba dentro del octavo, noveno, décimo día, que dicen que son bastante críticos. Si me seguía sintiendo mal me tenía que ir a internar, entonces estaba al límite. Me quedé aislado en mi casa. Mi familia se hizo el test enseguida y dieron todos negativo, eso estuvo bueno. Cuando pasás el día doce o trece, es otra cosa, porque empezás a sentirte mejor y ves como que está quedando atrás. Pero hay tres o cuatro días, en mi caso particular, que la pasé muy mal. Los síntomas los tuve todos, como los de una gripe fuerte, con dolor de ojos atrás. Después, uno de los médicos me dijo que hacía muy bien caminar, porque como te quedás mucho tiempo en la cama, el moverme me empezó a hacer sentir mejor; tenía calculados los pasos adentro del cuarto. No es fácil; en mi caso no fue fácil.

-¿Sospechás cómo te contagiaste?

-Yo no estaba usando mucho el barbijo. Ya había perdido un poco el miedo. Entonces, como estás en la cancha, transpirás, mucho calor. Y prácticamente en ese ámbito no se estaba usando. Tampoco sabés cómo sucede. Puede ser por alguien que se sube a tu auto: acá en muchos lugares te lo estacionan. No lo sé, sinceramente no lo sé.

-¿También perdiste el apetito?

-Sí, al principio sí, por eso bajé mucho de peso. Después no, ya empecé a comer. Después, perdí el gusto: me tomaba un vaso de vinagre y era como tomar agua. Además, olés el perfume y nada, nada. eso me duró dos o tres días.

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-Debe ser muy complicado el desgaste mental, ¿no?

-Sí, más que a la noche, la falta de aire se intensifica un poco. Y por ahí te pusiste en una posición incómoda y ya te falta el aire en un momento normal, imagínate en una situación así. Entonces creés que va empeorando, enseguida agarrás el saturador, empeorás y por momentos estaba al último número que me había dado el médico. Ya estaba para irme al hospital.

-¿Cómo fue la comunicación y el reencuentro con tus hijos?

-Ellos estaban al tanto de todo. De hecho, Nacho me preguntaba: 'Papá, virus, papá, virus. ¿Cómo te dio el test?'. Cuando yo me sentí bien, ya estaba: te comunicás por videos y llamadas. En ese sentido, ningún problema. Obviamente Juana [tiene 18 años] es muy responsable, se cuidó ella y a Nacho.

-Como entrenador solés mostrarte frío y sin exteriorizar lo que sentís. ¿Tener el virus te sensibilizó un poco?

-Sí, sentís. Te digo lo que sentía: que me moría. Que estaba a cuatro días de ir para un lado o para el otro. Todo lo que leía y lo que había pasado me llevaba a pensar que estaba dentro de la franja de los que se mueren o no. Y era cuestión de días. Entonces, se te cruzan un millón de cosas. Esto es algo mundial. Te toca o no te toca. Me dio la sensación de que me había agarrado fuerte y por más que me consideraba una persona sana, que vengo del deporte, sentía que me había tocado. Estaba al límite. Nunca me había sentido así. Es muy difícil llegar a eso. Son muy poquitos días que pasás de estar bien a estar entubado, y ahí no sabés qué puede pasar. Entonces, la pasás mal de pensar si se va a ir agravando. ¿Cómo sabés cuál es el límite? Además, al saber el resultado al quinto día, me dio la sensación de que algunas cosas ya eran tarde. Amigos italianos me decían: 'No, tenías que empezar enseguida'. Y la cabeza no es fácil de controlarla.

-¿Cómo te manejás hoy, con los rebrotes en distintos lugares y la incertidumbre de tener a tu padre en la Argentina?

-Hoy todo el mundo expuesto. Lo que me da mucha tristeza es pensar en la gente que necesita ir a trabajar, que no tiene plata para darle a su familia. Es lo que más me duele. La gente que no tiene para comer, que está desesperada y perdiendo sus cosas después de tanto trabajo, que tiene los hijos en la mesa que te miran con cara como diciendo: '¿Qué está pasando?'. Eso es difícil. Tengo familia en Argentina y sé que está difícil, que hay que cuidarse, pero demasiados consejos no puedo dar habiéndome contagiado. Acá hubo un rebrote. La gente se confió, nos confiamos todos en que ya estaba un poco más controlado.

-Hace pocos días se conoció una imagen de una tienda de tenis en Belgrano con cajones de verduras en la vidriera. Es una foto muy simbólica de cómo está la industria del tenis en la Argentina.

-Creo que el tenis ya viene mal de antes. Se ha puesto difícil, no solo en la Argentina sino en Sudamérica. Lo que pasa es que la Argentina ha generado muchísimos entrenadores y jugadores a nivel mundial. Hay mucha gente que vive del tenis. La pandemia agudizó toda la situación del tenis y no está fácil, lo pongas en el nivel que lo pongas. La Argentina tiene grandísimos entrenadores, preparadores físicos, profesores de escuelitas. Ahora están los chicos en la dirigencia de la Asociación tratando de hacer las cosas bien, pero se cancela la Copa Davis, eso hace que económicamente no tengas una entrada importante. Hoy todo lo que sean dólares de afuera ayuda y ese sería un envión. Lo veo complicado porque también el moverse se está haciendo muy caro.

-¿Es inevitable que esta crisis deje gente del tenis en el camino: entrenadores, jugadores?

-No lo sé, porque hay que ver lo que genera la pandemia. Acá, lo que noté después de la primera cuarentena, es que se estaba jugando más al tenis, pero no sé si era por ser una de las pocas actividades activas. En la Argentina no sé qué va a pasar. En la parte comercial hay menos movimiento. Entonces, por ahí uno tiene la posibilidad de abrir, pero la gente no tiene plata para gastar o no quiere ir al club para cuidarse y no contagiarse. Eso se va a ver cuando esté todo funcionando normalmente. La Argentina es una potencia en el tenis y en cuanto baja la situación económica, se siente. El argentino siempre se la rebusca para salir adelante, está muy bien visto en el circuito y puede tener propuestas de Europa. Pero la movida de irte con tu familia ya es un paso más importante.

El Adria Tour, Djokovic y la burbuja del US Open

El Adria Tour, el polémico torneo de exhibición y con fines benéficos por distintas ciudades de los Balcanes en el que se contagiaron de Covid-19 varios jugadores, incluido el número 1 del ranking, Novak Djokovic, fue un impacto negativo para ese deporte. A Davin no le llamó que esa "desprolijidad" haya surgido por parte del serbio: "En el momento que vos veías la televisión y estaba la imagen, te parecía que era algo viejo, porque no había barbijos y parecía que estaba todo normal. A ver cómo te lo puedo decir..., si yo los pongo a Federer, a Nadal y a Djokovic y me preguntás quién podría haber hecho eso, solamente Djokovic".

-¿Por qué?

-Porque no creo que a la familia del tenis le haya sorprendido ver eso. No creo que lo hubiéramos visto del lado de Nadal o Federer. Pero no sé si estoy en condiciones de opinar después de haberme contagiado.

-¿Pero por qué motivo no sorprende?

-Porque me parece que la actitud... Yo lo he vivido en muchos partidos contra Djokovic, especialmente con Juan [Del Potro], con actitudes de él, de su familia, de su entorno, que son típicas de que pasen estas cosas.

-¿Fue desprolijo?

-Sí, sí, un poco desprolijo.

-¿Lo que pasó con el Adria Tour afectó el regreso del tenis profesional en lo inmediato?

-No, no. Yo creo que están intentando armar los torneos, con todos los protocolos. Cambia semana a semana. Si estuvieran pensando jugar en la costa, en la Florida o en California, seguramente estarían cancelando todo. Y no era una locura armar un circuito acá, eh. Lo que sí tengo la sensación es que si el tenis no arranca este año se va a poner difícil, porque se van a perder muchos sponsors y después va a ser un mazazo.

-El US Open, programado para el 31 de agosto, pero todavía en estudio, está pensando en una suerte de burbuja para aislar a los que asistan el torneo, cerca del aeropuerto y lejos de Manhattan. ¿Cómo puede funcionar?

-En ese sentido, las veces que yo he tenido que hacer protocolos en Estados Unidos, son muy estrictos. No tengo dudas de que los americanos van a hacer todo lo posible para que salga perfecto. Por lo que me han dicho, ahora que se está jugando el World Team Tennis, donde hay muchos jugadores, están los protocolos a full. Leí lo de la NBA. Leí que en el tenis quieren poner lo del anillo que se usa en el básquet. Pero es semana a semana. No está fácil.

-¿Temés que también pueda complicarse la temporada de tenis en Europa, desde mediados de septiembre?

-No, si me decís hoy, creo que se hace. Pero veo cómo se están moviendo en España, en Italia, con todo muy abierto. Con mis amigos que hablo noto un relax y si hay un rebrote se va a frenar. Depende mucho de lo que pase. Están en verano, como acá en Miami. El clima hace que la gente se mueva, se junte, salga.

El futuro de Del Potro y las chances de Federer

Desde febrero de 2008 a julio de 2015, Davin fue mucho más que el entrenador de Del Potro: le terminó de pulir la empuñadura del drive, lo ordenó para alcanzar la cima en 2009 en Flushing Meadows y lo acompañó (junto con el preparador físico Martiniano Orazi) en los momentos más espinosos, durante las numerosas cirugías de muñeca. El pehuajense conoce al tandilense a la perfección y confía en que podrá volver al circuito.

"Cada vez que Juan tenga la posibilidad de entrar en una cancha va a ser peligroso. Siempre. Es un jugador diferente, único, que tiene la chance de ganarle a todos, obviamente estando preparado y en condiciones físicas, que es el problema que ha tenido en los últimos años. Muchas operaciones y mucha rehabilitación; eso desgasta muchísimo y saca la confianza en lo que uno pueda hacer. Pero no tengo dudas que si se recupera físicamente va a tener la chance de sentirse bien, de ganarle a todos", sentenció Davin, que también fue entrenador de Guillermo Coria, del italiano Fabio Fognini y del búlgaro Grigor Dimitrov.

"Por lo general, los jugadores de ese nivel, hacen un análisis del tenis y ven dónde estarían, cómo están los competidores de ellos. Y yo me imagino que hoy Juan está pensando más en [Stefanos] Tsitsipas, en [Dominic] Thiem. Y esos jugadores, con Juan estando bien, no son Nadal, ni Federer, ni Murray, ni Djokovic. Eso lo tendría que motivar y hacerse sentir bien. Creo que la motivación de Juan nunca se fue. El tema es que esté bien físicamente", añadió Davin.

-Federer cumplirá 39 años en pocos días y se sabe que no jugará hasta 2021. ¿Qué más se puede esperar de él?

-Creo que va a tirarse a dar lo último que le queda. Es un jugador que nunca jugó a media máquina. Siempre da todo en el sentido de que si sigue jugando es porque siente que puede seguir ganando. Hay que ver cómo les pega a todos este parate. Para algunos puede ser bueno; a los más grandes no les viene mal. A los otros les puede costar un poco más. Esta pandemia aproveché para ver cantidad de partidos y vi muchos de los chicos de la Legión, de David [Nalbandian], de Coria, de Chela, de Gastón [Gaudio] y te quedás sorprendido de lo que eran esos jugadores. Hoy podrían estar jugando de igual a igual. Comparaba partidos de la época mía, en los 90, y mirás los de 2005, y esos podrían jugar hoy perfectamente. Nosotros no: era otra velocidad, otro partido. Por ejemplo, un jugador como Chela, que no tenía las habilidades de Coria o Nalbandian, les ganaba a los mejores. Juan salía del partido y estaba vacío por dar todo. Eso hoy se valora mucho, no encontrás tantos jugadores así.

'Game, Set, Math', de KEL Ediciones, el libro de Franco Davin, en colaboración con Marcelo Albamonte

-¿Creés que a Federer le pesa que Nadal y Djokovic se le hayan acercado al récord de títulos de Grand Slam, cuando no hace mucho parecía inalcanzable?

-No lo sé. Creo que ya está un poco más allá. Pasó esa barrera de competir contra Nadal o Djokovic. Me parece que la gente lo puso en un lugar en el que lo quiere todo el mundo. Nadal lo mismo. Nadal me gusta mucho porque da todo, compite al cien por ciento; me hace acordar un poco a lo que era [Guillermo] Vilas. Y eso me gusta. Hoy no es fácil encontrar esa nobleza de competir al cien por ciento. Y Federer y Nadal se sienten grandes, muy grandes y están haciendo su camino en la misma época; se habla de los mejores de la historia. Los noto cada vez más juntos. Me da la sensación de que se están valorando cada vez más el uno al otro.